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jueves, 23 de agosto de 2012

EL ORO SE DISPARA, Y SU DEMANDA, ¡ES MÁS GRANDE QUE NUNCA!


Esta semana ha sido sin duda la más emocionante de los últimos meses para los metales preciosos, pues tanto el precio del oro como el de la plata se han disparado. En el caso del primero, conviene contextualizar esta subida con el último reporte trimestral del Consejo Mundial del Oro (WGC por sus siglas en inglés), sobre sus tendencias de demanda global.

Vale la pena profundizar, pues la nota en la mayoría de los casos la nota fue que la demanda, se desplomó 7% respecto al mismo periodo de 2011, y 10% frente al primero de 2012.

Sin embargo, la realidad es que estos datos pueden conducir a una tergiversación del verdadero mensaje que nos está transmitiendo el rey de los metales.

No es ocioso recordar que en una década, la demanda de oro ha crecido en promedio a una tasa de 4.92% anual, y que a esta tendencia no le estorbó el haber pasado de una cotización media de 309.73 dólares en 2002, a 1571.52 en 2011 (London PM Fix).

Con todo y cifras “negativas”, las proyecciones para 2012 apuntan a que el segundo semestre será mucho mejor que el primero. Más si contemplamos que el WGC, considera como una de las principales causas de esta caída, la “falta de dirección clara en el precio del oro”, sobre todo en el caso de los consumidores chinos, algo que a juzgar por las señales al alza observadas en el mercado durante las últimas semanas, ya ha cambiado.

Cabe destacar que India y China continúan acaparando el mercado del metal por amplio margen, pues ambos abarcan el 45% de la demanda total de joyería, monedas y lingotes. Como es obvio, cualquier variación en estos países se verá reflejada en las estadísticas.

En este sentido, el menor apetito global por el oro habría sido coyuntural, pues en el primer caso se vio afectado principalmente por la devaluación de la rupia india frente al dólar, que condujo a nuevos máximos históricos locales en la cotización del metal. En el segundo, como ya se dijo, por la ausencia de una tendencia ascendente a los ojos de los inversores chinos.

En los dos casos, la avidez por el oro podría regresar con fuerza si las condiciones cambiarias mejoran, algo muy probable ante la inminencia de nuevas medidas de “estímulo” por parte de la Reserva Federal (Fed) estadounidense, que incluirían más flexibilización cuantitativa (QE3) u otros mecanismos menos “convencionales”.

Las minutas de su Comité de Mercado Abierto (FOMC) reveladas el miércoles, además de haber sido el detonante de las alzas en oro y plata, dieron un aviso de que esos apoyos adicionales están a la vuelta de la esquina.

Por otra parte, no podemos perder de vista que excluyendo a India y China, la contracción en la demanda de joyería fue solo de 4%, mientras que la de inversión se disparó 16%. En este rubro, los inversores europeos jugaron el papel central por las turbulencias sufridas en la Unión Monetaria. Todos quieren un refugio seguro.

Esto es válido incluso para los demandantes del sector oficial, pues su apetito por oro continúa insaciable, al haber crecido a más del doble (157.5 toneladas) en el segundo trimestre de 2012 respecto al año previo. Un récord desde que los bancos centrales se convirtieron en compradores netos en 2009.

Un aspecto muy importante a considerar es que desde el reporte anterior, como debe ser, el WGC considera las compras de este sector como parte de la demanda, y ya no las deduce de la oferta como hacía antes. La justificación es sencilla: los bancos centrales ya no son vendedores.

Este cambio contable es significativo, pues como explicamos en este espacio con el artículo “El falso mito del excedente mundial de plata” (http://bit.ly/StGPe1), la demanda total real de oro, al ser la materia prima dinero y que como tal no se consume ni se tira, es la suma de todo el metal que ha producido la humanidad a lo largo de la historia, más la de su producción anual.

De alguna forma o de otra, ese metal está en posesión de alguien, y solo se convertirá en oferta cuando sus tenedores estén dispuestos a desprenderse de él, algo que claramente no estará sucediendo mientras el oro y la plata se encuentren infravalorados al extremo (manipulados), en medio de esta Depresión.

Hay otras evidencias en el propio reporte del WGC, que indica una caída de la oferta de oro del 6%, pero de 12% en la proveniente del reciclaje. Parece que pese a la proliferación de los “Compro Oro”, cada día menos personas quieren deshacerse de él. La lección es una: la demanda de oro, es más fuerte que nunca.

Guillermo Barba

guillermobarba@outlook.com

Twitter: @memobarba

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jueves, 9 de agosto de 2012

LOS ALIMENTOS: MÁS CAROS QUE EL ORO


Existe un mercado más valioso que el del oro y la plata, en todos los sentidos posibles: el de los alimentos. Pese a ubicarse en el plano de las “materias primas” (commodities), y a su cualidad adicional de ser dinero, los metales preciosos pueden ser intercambiados por comida, pero no lo son en sí mismos. Justo por eso, dichos bienes agrícolas no pueden ser omitidos en ningún análisis de la situación económico-financiera mundial. El hambre por sí sola, es capaz de generar revoluciones armadas y guerras de grandes proporciones.


Como ya se ha expuesto en este espacio con anterioridad, los activos tangibles y los intangibles se alternan en grandes ciclos (http://bit.ly/Q7VcX2), la supremacía y atención de los inversores, como si se tratara de un gran péndulo que va y viene sin detenerse jamás. Este vaivén, cuando ha mantenido deprimidos los precios de las materias primas por años, provoca por supuesto grandes desbalances en las variables de oferta y demanda. La razón es muy clara. La menor rentabilidad esperada conduce a afectar de manera negativa a la oferta: cada día menos productores están dispuestos a llevar sus mercancías al mercado, pues lejos de ganar podrían incluso perder lo poco que les queda.

Esto en un mercado como el de los productos agrícolas y en particular el de los alimentos, cuya demanda llega a disminuir pero nunca cesar, solo puede tener como destino la reversión de la tendencia de sus precios. Los inventarios se consumen y ante la caída de la producción, las cotizaciones comienzan a subir. El “oso” (mercado bajista) muere y renace el “toro” (mercado alcista) de entre sus cenizas.

Por supuesto, una situación de estas características siempre verá magnificados sus efectos, volatilidad y consecuencias a causa de la creación monetaria desmedida, característica de un sistema basado en dinero fíat (de papel o meros dígitos en computadoras), como el actual. Esto es así, pues su facultad de ser creado “de la nada”, solo puede llevar a una acelerada pérdida de su valor, ante algo que tiene evidentes límites físicos a su producción: los bienes materiales.

En este contexto, se entiende mejor cómo y por qué todos los índices de precios de alimentos han registrado alzas significativas durante los últimos años. Los desequilibrios acumulados en las dos últimas décadas del siglo XX, prepararon el terreno. El gráfico de abajo, es elocuente.



De hecho durante 2008, tan solo meses antes del estallido de la crisis financiera global, el índice de la FAO para esos precios se encontraba ya en máximos históricos, que tuvieron un respiro solo gracias a la Gran Recesión.

No obstante, la tendencia se recuperó pronto. Para 2011, el índice ya había vuelto a nuevas marcas, tras los cuales disminuyó otra vez hasta junio de este año. Su gran salto vino en julio pasado, en que esa medición se catapultó seis por ciento al alza. El repunte fue liderado por los cereales y el azúcar, dentro de los cuales el maíz y el trigo ascendieron un impresionante 23 y 19 por ciento, respectivamente.

Es cierto que las condiciones del clima como las sequías y el calor, o por el contrario el exceso de agua, influyen de manera muy importante en el mercado. Sin embargo, esas coyunturas son solo un trampolín más en una carrera hacia arriba que, por donde se vea, luce imparable. Superar los récords anteriores será solo cuestión de tiempo.

El gurú de las “commodities”, el veterano inversor Jim Rogers lo ha señalado en repetidas ocasiones: “tenemos escases de todo desarrollándose en el mundo productivo. La edad promedio de un agricultor en Estados Unidos es de 58 años. En Australia es 58; en Japón, de 66. Hay enormes campos vacíos sin nadie que las cultive en Japón. Los productores de bienes reales tienen un gran futuro por delante”.

Lo más grave, desde luego, es que estos precios impactan más a los que menos tienen, y cada dólar de alza significa que miles, si no es que millones de personas, pasan a las filas de la pobreza, en un ambiente en que muchos países padecen crisis de desempleo histórico y deudas impagables. Esto tarde o temprano, tentará gobiernos de todas latitudes a caer en un error más grande: el de querer controlar los precios por decreto, que empeorará aún más los desajustes del mercado.

De esta forma, si el panorama de inversión es positivo para aquellos inmersos en la producción de materias primas agrícolas, de igual modo lo es para los que sigan buscando la preservación de su poder adquisitivo en el dinero real, oro y plata, que como lo han hecho a través de los tiempos, seguirán viajando junto con ellas

Twitter: @memobarba

memob@hotmail.com

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