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martes, 28 de abril de 2015

México y cambio climático. Revolución inconsciente


Columna Invitada
Gabriel Quadri De la Torre*

Confrontar el cambio climático va a implicar una nueva revolución industrial en el mundo. No está claro que México tenga conciencia plena de ello, en particular de las consecuencias lógicas del compromiso nacional (Intended Nationally Determined Contribution) hecho recientemente con miras hacia la COP 21 de Paris que se celebrará a finales de año, y donde se espera la concreción de un nuevo tratado internacional en la materia.


México se compromete incondicionalmente a reducir 25% sus emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) al año 2030 por debajo de lo proyectado en un escenario tendencial (línea base), lo que incluye abatir en 51% las emisiones de partículas de carbono elemental (hollín, humo, aerosoles o black carbon en inglés). Lo más significativo: el compromiso mexicano contempla alcanzar un máximo de emisiones en 2026, e iniciar ahí un abatimiento absoluto y continuo hasta el 2050, donde las emisiones deberán ser equivalentes a la mitad de lo registrado en el año 2000. También ofrece una estrategia de adaptación ante los riesgos del cambio climático.

Como sabemos, los GEI (CO2) se producen por uso de combustibles fósiles y deforestación esencialmente, y en menor medida por tiraderos de basura y granjas pecuarias (metano-CH4), fertilizantes (N2O), y refrigerantes y solventes (HFC y PFC). El carbono elemental resulta de quemas agrícolas y ganaderas y de bosques y selvas, y combustión de diesel, carbón y combustóleo (principalmente en termoeléctricas). El compromiso de México establece que si existen un carbon tax  internacional o un mercado de carbono global funcional,  un sistema de aranceles compensatorios por GEI al comercio,  financiamiento preferencial, y transferencia y cooperación tecnológica, la reducción consecuente ascendería a 40% (que significa abatir en 70% el carbono elemental).

El compromiso conlleva una verdadera revolución económica, aunque al parecer México no ha valorado a fondo criterios de eficiencia,  instrumentos de política y  reformas institucionales para cumplirlo. En primer lugar, es preciso transparentar la metodología seguida para proyectar emisiones de línea base y reducciones al 2030. Significa un ejercicio complejo en economía sectorial y  simulación a través de un modelo de equilibrio general, lo que arrojaría forzosamente un precio sombra derivado de la restricción de emisiones de GEI y por tanto de consumo de combustibles (o sea el carbon tax implícito). También hace falta un inventario sectorial de GEI actualizado y un análisis de costos marginales de reducción de emisiones en cada sector, indispensable para una planeación y políticas racionales y eficientes. Téngase en cuenta que el sector transporte es quien asume la mayor responsabilidad en emisiones de GEI, seguido por la generación de electricidad, la industria petrolera, el sector agropecuario, y algunas industrias estratégicas (cemento, siderurgia), en ese preciso orden.

El compromiso significa ni más ni menos, que a partir de 2026 se contraiga asintóticamente y para siempre la demanda de combustibles fósiles; se acaben prácticamente las quemas agrícolas y ganaderas; alcanzar una deforestación cero al 2030; cerrar termoeléctricas de combustóleo y carbón (Petacalco, Río  Escondido); y minimizar o erradicar el consumo de diesel en el transporte. Tales cosas sólo pueden lograrse con un carbon tax muy severo a los combustibles automotrices e industriales, nuevas instituciones e instrumentos para el campo y para la conservación (tierras públicas, nuevas y grandes Áreas Naturales Protegidas, reorientación de subsidios al agro, cuerpo especializado de Policía Federal o Gendarmería), y metas obligatorias muy ambiciosas de Certificados de Energía Limpia en electricidad (de acuerdo a la Reforma Energética). Desde luego, también significa adquirir capacidades institucionales para el desarrollo de infraestructura hidráulica de almacenamiento, trasvase, tratamiento y reuso de agua,  y de protección costera a gran escala; así como para regular el desarrollo urbano y relocalizar asentamientos de alto riesgo. ¿Estamos conscientes?

*Ingeniero Civil, Economista, Ambientalista, Badmintonista, ex candidato a la presidencia de la República.

Twitter: @g_quadri

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