El miércoles lanzamos la pregunta de si la verdadera razón
detrás del derribo del bombardero táctico ruso SU-24 por parte de Turquía, era
la destrucción de camiones-tanque dedicados al contrabando de petróleo. Una
semana antes, las autoridades rusas
anunciaron la destrucción de 500 de estos vehículos que transportaban crudo
ilegal.
Y es que se sabe por propias palabras del subsecretario de
Terrorismo e Inteligencia Financiera del Departamento del Tesoro de Estados
Unidos, David Cohen, que el “Estado Islámico” (ISIS o ISIL por sus siglas en
inglés) ha estado “vendiendo petróleo a precios sustancialmente reducidos a una
serie de intermediarios, incluyendo algunos de Turquía”. En sus declaraciones
de octubre de 2014, estimó que la
organización extremista recibía un millón de dólares diario por estas ventas.
El crudo se vende en el mercado negro en su mayoría a través
de camiones de contrabando provenientes de Irak. Para ello, utilizan una vieja
ruta hacia la frontera con Turquía que antes usaba Saddam Hussein –el ex
presidente iraquí-, para evadir las sanciones que le impusieron a sus ventas
del energético.
De modo que hay altos intereses muy molestos por los ataques rusos a los rebeldes turcomanos
en Siria, y a las rutas de distribución del crudo ilegal.
Moscú ha acusado de frente al gobierno del presidente turco
Recep Tayyip Erdogan, de ser cómplice de ISIS. El primer ministro ruso, Dimitry
Medvedev, ha señalado que Turquía protege a los yihadistas debido a “intereses
financieros directos de algunos funcionarios turcos relacionados con el
suministro de productos de petróleo refinados por plantas controladas por
ISIS”. Esto alcanzaría incluso a la familia de Erdogan.
En agosto pasado, el periodista William Engdahl publicó en
el portal New Eastern Outlook un artículo titulado “Erdogan's Dirty Dangerous
ISIS Games”, en el que advierte de los indicios de que el hijo del presidente,
Bilal Erdogan, sería uno de los
principales beneficiarios del contrabando del crudo de ISIS.
El texto señala que Bilal Erdogan posee varias compañías
marítimas que tendrían contratos para trasportar ese petróleo a países
asiáticos.
Lo que es un hecho, es que el presidente Erdogan tiene un
especial interés en el sector energético, que reforzó esta misma semana. El
martes del derribo se anunció un nuevo gabinete, en el que su yerno, Berat
Albayrak, fue nombrado ministro de
Energía y Recursos Naturales.
Así que no es casual que un miembro de la OTAN –Turquía-
atacara premeditadamente y con el visto bueno de la organización a un avión
militar ruso. Moscú está afectando
intereses sensibles de ese miembro y causando estragos reales a un grupo
extremista que, los aliados, ven como un “viejo amigo” en sus planes de
apoderarse de Siria.
Aquí hemos abordado el tema de que ISIS fue de hecho creado por
Estados Unidos a partir de grupos radicales financiados por la CIA y el
Pentágono. Sin embargo, vale la pena revisar los orígenes con más detalle.
En su excelente artículo “De dónde viene ISIS”, el agudo académico Francisco Gil White
explica la “universidad yihadista” que crearon los estadounidenses en el
sistema de prisiones militares de Irak, durante la invasión iniciada en 2003. Los
militares americanos intentaron “reeducar” a los reclusos por medio de la
religión. Los resultados eran de esperarse, por lo que no es creíble que
intentaran “reformarlos” sino adiestrarlos. Gil cita al clérigo responsable, Sheik
Jabbar, quien aseveró: “Si los dejaran
salir, todos se harían bombarderos suicidas.” Y eso fue lo que hicieron.
La “universidad yihadista” funcionó hasta 2008 y, cuando se
desmontó el sistema, los presos fueron liberados.
El desenlace de esta historia sigue siendo de pronóstico
reservado. Lo que es cierto es que mientras
sigan teniendo financiamiento suficiente, venga de donde venga, ISIS dará una
guerra sin fin. Siria, mientras tanto, seguirá siendo la deseada tierra que
todos quieren controlar.
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