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viernes, 4 de noviembre de 2011

"ESTAMOS EN BANCARROTA": LA TRAGEDIA DE EUROPA

México D.F., 4 Noviembre 2011 (Guillermo Barba) – Grecia acapara todos los focos en los últimos días, pero se trata únicamente de una ficha perteneciente a un gigantesco dominó. La entrada del país heleno en la zona euro, les supuso el inicio de una nueva etapa de prosperidad sin precedentes, a costa de vivir de enormes cantidades de dinero prestado a bajos tipos de interés, provenientes principalmente de bancos franceses y alemanes que, según el Banco de Pagos Internacionales (BIS), tienen una exposición conjunta de 65 mil millones de euros en aquel país.

Un sueño ideal en el que todos cayeron en las trampas financieras más atractivas: vivir más allá de lo podían pagar y ganancias rápidas.

Los días de vino y rosas que se extendieron durante años, tendrán un desenlace ineludible. Más allá del hecho de si Grecia permanece o no en el euro, que por ahora se da por hecho, la realidad es que el inicio de una verdadera solución pasa necesariamente por tres puntos: un severo recorte general de gastos (incluyendo los de Estado de bienestar), el impago real o de facto (condonación de deuda incluso mayor al 50%) y por último una profunda recesión. Pero la resaca deberá ser de toda la Unión Monetaria, no solo griega. Cualquier esfuerzo por evitarlo únicamente prolongará la agonía regional.

En un mercado libre verdadero, la lógica señala que quienes toman las decisiones correctas y actúan con responsabilidad financiera, deberían tener garantizada la sostenibilidad de la que no gozarían los que actúen en sentido contrario. Forzar un sistema al revés, como sucede en la actualidad, es un autoengaño.

Pensemos por ejemplo en un gobierno que acudiera “en beneficio de todos” al rescate de cada negocio familiar en apuros o de cada hipoteca personal con pagos atrasados, resulta absurdo.

No habría razón para justificar la dedicación de recursos públicos para apoyar a particulares, ni tampoco sería sostenible. Resultaría tan absurdo como “rescatar” con cargo a los contribuyentes, a banqueros que deberían perder por prestar como si no existiera riesgo alguno.

Un reinicio general así, daría pie a una reforma del sistema financiero internacional, que forzaría el equilibrio, la responsabilidad y fomentaría el ahorro, auténticas bases del desarrollo. En ese eventual “nuevo orden” monetario, que llegará tarde o temprano, el oro jugará un rol protagónico, pues a diferencia del dinero fíat, los falsos alquimistas financieros no lo pueden reproducir a base de magia.

El otro debate europeo, el que habla de medidas para evitar un “contagio” entre naciones vecinas, es estéril. ¿O acaso se pueden contagiar de una enfermedad autoprovocada? Grecia no fue la que endeudó a España o Portugal ni forzó los déficits de Italia o Irlanda (PIIGS por su acrónimo en inglés). Por eso, una estrategia europea para salir de la crisis no se puede limitar a una nación, pero esa es una amarga medicina que nadie quiere tomar, y menos conociendo el coste electoral de esas decisiones.

No obstante, los PIIGS están en bancarrota. Las alzas en los rendimientos de sus bonos soberanos, en máximos de la era del euro (el griego a un año por encima del 230%), son un síntoma que por cierto el Banco Central Europeo (BCE) pretende tergiversar, comprándolos selectivamente, como a los italianos; una manipulación más de los mercados.

Quizá el ritmo lo termine marcado la resistencia de los alemanes, que se irá reduciendo al ritmo de sus pobres resultados de crecimiento. Esta semana se supo que el sector manufacturero alemán, en el mes de octubre se contrajo por primera vez en dos años, y su expectativa de crecimiento para 2012 es de apenas el 1%. Ese mismo olor a recesión, empujó al BCE a bajar su tipo de interés de referencia al 1.25 desde 1.50%.

Una cosa queda clara, si a escala macroeconómica las señales apuntan a que todo se va a resolver de la peor manera, a nivel individual nos toca tomar las previsiones correspondientes.

Las alternativas son: o escuchar los cantos de sirena de los jefes de gobierno y el correspondiente circo que están montando, o escuchar el mensaje silencioso pero claro de los precios al alza del oro y la plata físicos, que al final, serán de los pocos activos refugios que quedarán en pie.

Twitter: @memobarba
memob@hotmail.com

viernes, 8 de abril de 2011

POR FAVOR, ¡DEJEN QUEBRAR A PORTUGAL!

En los mercados financieros como en la vida misma, los errores y aciertos se pagan y se cobran en función de su relevancia. Así pues, con una buena decisión un inversionista puede ganar una fortuna de la noche a la mañana, mientras que con una pésima, puede perderlo todo. Ese razonamiento, suele no aplicar del todo en lo que podríamos considerar como las “Ligas Mayores”.

Y es que está demostrado que si se es “demasiado grande” para quebrar, del tamaño de un banco importante o un país, no hay por qué temer por las malas acciones, pues  siempre habrá manos públicas generosas que se encarguen de entrar al rescate para evitar la bancarrota, por supuesto, socializando las pérdidas.

El mundo occidental vive esta nueva “normal” que, por supuesto, implica también que pocos se enriquecen mientras muchos se empobrecen, aniquilando lenta pero consistentemente a la clase media. Una fiesta en la que los que pueden, disfrutan de las mieles del derroche y abuso del crédito a costa de hipotecar el trabajo y los recursos de futuras generaciones.

Esa, es la historia que hemos atestiguado una y otra vez en lo que va del siglo: burbujas especulativas alentadas por tasas de interés manipuladas a la baja, que empujan a los tenedores de capitales en su búsqueda de ganancias, a prestar incluso a aquellos que aunque no pueden pagar, disfrutan de la fiesta mientras dure. Un mundo feliz.

Lo malo es que cuando la parranda termina -y siempre lo hace, la resaca empieza a hacerse sentir y a nadie le gusta. Por eso recurren a la vieja técnica de patear lejos la bomba para que después le explote a otro, o lo que es lo mismo, a evitar la resaca manteniéndose ebrios. Esa, la cruda realidad de tener que pagar las cuentas, es la que no está gustando nada en Europa, y la causa principal de los llamados rescates financieros.

El argumento siempre es el mismo, se hace “por el bien de todos”. Lo que no se dice, es que en verdad a quien se rescata, es a los grandes corporativos bancarios, que como decíamos al principio, deberían asumir los costos de sus malas decisiones, perder. Los que pagan los platos rotos, terminan siendo naciones y ciudadanos de países que por su esfuerzo, gozan de una mejor posición, como Alemania o Francia. Es como si en cualquier barrio, los de la casa de al lado tuvieran que dar la cara y pagarle al banco la hipoteca del vecino moroso.

Ejemplos recientes sobran. Basta con voltear a ver a Grecia e Irlanda en 2010, y ahora a Portugal. El detalle es que su problema de fondo no es que les falte liquidez, sino solvencia; o sea, no es que el de la casa de al lado no tenga “cash”, simplemente, no puede pagar. ¿Vale la pena seguir posponiendo la dolorosa solución inevitable, cuando han probado una y otra vez que ocultan la verdad? ¿No sería mejor al mal paso darle prisa?

Recordemos que los gobiernos de esas tres naciones, días antes de anunciar que recurrirían al un rescate de la Unión Europea, juraban no necesitarlo. “No necesitamos un crédito”, decía el griego Papandreou; “no tenemos que pedir prestado dinero alguno”, clamaba el irlandés Cowen; “Portugal no necesita el rescate”, desdeñaba Sócrates. ¿Será acaso un preludio de lo que ocurrirá con la España de Zapatero, que descarta “absolutamente” cualquier salvamento?

Es oportuno traer a cuentas lo que en este espacio decíamos en enero de 2010, meses antes del primer rescate a Grecia, en el artículo “Dólar vs. Euro ¿Quién para campeón?” (http://bit.ly/fO0KO9): “cinco países están causando preocupación (…) Portugal, Italia, Irlanda, Grecia y España, que enfrentan serios problemas comunes como desempleo, déficits públicos y sobre todo deuda creciente”.

Tres de ellos, ya han caído. Lo ocurrido hasta ahora, confirma que las fichas del dominó financiero seguirán sucumbiendo una a una, hasta que por la fuerza natural del mercado, la amarga medicina, el sistema finalmente se depure y reinicie sobre bases sólidas de ahorro, inversión y crecimiento. Dejemos que el tiempo, nos dé la última palabra.

viernes, 28 de enero de 2011

LAS "DROGAS": ¿AL RESCATE DE LA ECONOMÍA MUNDIAL?

Es lugar común que, para que un adicto pueda rehabilitarse, el primer paso es reconocer que lo es, sin importar si su vicio es la cocaína o cualquier otra droga. Al menos suena lógico. En todo caso, la idea es disminuir su dependencia a tal o cual sustancia, con el firme propósito de independizarse de ella algún día. Seguramente, el proceso además de difícil, es doloroso pero necesario.

En este sentido, pocas esperanzas abrigan al alcohólico, por ejemplo, que ni siquiera es capaz de reconocer que lo es, y peor aún, si llega a concluir que su situación mejorará a medida que bebe más. No dudo que una de sus frases favoritas sea “evite la cruda, manténgase ebrio”. Una locura.

Este último caso, es una buena analogía de lo es ahora la economía mundial: una adicta a una droga maravillosa, llamada Deuda. Sí, el Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés) reveló a través de un reporte hace unos días, que para apoyar el crecimiento económico global, los niveles de crédito deben duplicarse en esta década, a niveles de 103 billones (millones de millones) de dólares.

De ese tamaño es la “botella” que necesita nuestra enferma, que se encuentra en estado de comapor los excesos cometidos, sobre todo, en los últimos diez años. Si el diagnostico de estos “doctores” es que este alcohólico necesita más de lo mismo, la verdad es que el resultado no puede ser más que aterrador.

Fue justo la abusiva expansión monetaria y crediticia, la que nos condujo a un interminable ciclo de crisis cada vez más severas desde 1971, cuando por decreto del presidente estadounidense Richard Nixon, se abandonó lo que quedaba del patrón oro.

Es curioso que estos economistas del WEF, incluyeran el término y monto de lo que consideran “crédito sostenible” en su texto, pero lo es más que para definirlo, consultaran a directores generales de la industria financiera, ejecutivos de agencias calificadoras, banqueros centrales y reguladores, pues este selecto grupo ha sido precisamente el mayor beneficiario de las burbujas crediticias que se han inflado en el planeta.

Total, ya saben que a la hora de los problemas, los gobiernos los rescatarán echándose a cuestas (con cargo a los contribuyentes) las pérdidas que dejaron.

Así ocurrió ya en México hace unos años, en Estados Unidos hace menos y en unos meses más sucederá en España, que ya anunció que nacionalizará sus Cajas de ahorro hacia la segunda mitad de 2011. El común denominador es siempre “proteger a los ahorradores”, “evitar nuevas crisis”, bla, bla, bla… sin admitir jamás que se trata de un “socialismo para ricos”, no vaya a ser que pierdan el dinero de sus inversiones estos señores banqueros.

Eso sí, está garantizado que una vez que pasen las turbulencias, les será reintegrada la empresa para seguir haciendo negocio.

Por eso, da igual escuchar a los funcionarios norteamericanos o a los europeos, el discurso, es el mismo. La muestra más reciente la puso la vicepresidenta económica de España, Elena Salgado, que ofreció consuelo a sus ciudadanos diciendo que las ayudas financieras estatales no cuentan para su déficit fiscal, “nada más” engruesan la deuda pública. Menos mal.

En fin, el mercado nos enseña que por la buena o por la mala, los ajustes se tienen que dar. La moraleja es muy sencilla: no se puede por avaricia andar prestando dinero incluso a quien no puede pagar, sin que tarde o temprano se sufran las consecuencias.

Tal vez convendría regalar a nuestros políticos, un diccionario de la Real Academia Española, para que lo abran en la siguiente palabra, pues en una de sus acepciones dice: “Droga: Deuda, a veces la que no se piensa pagar”. ¿Será?

Guillermo Barba