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viernes, 13 de abril de 2012

ORO Y PLATA EN ZONA DE COMPRA A LOS NIVELES ACTUALES

México, D. F., 13 Abril 2012 (Guillermo Barba) – Las victorias suelen tener a muchos que quieren llevarse el crédito, pero las derrotas y las crisis son un “niño abandonado” del que nadie se quiere hacer cargo. Esa lógica es aplicable a la realidad económica actual, en la que mientras duró la falaz bonanza económica de los “fabulosos” años 2000, los políticos se jactaban de sus logros, derrochaban sin pudor y se preparaban para “administrar la abundancia”. El mismo cuento de los fabulosos años 20 del siglo anterior, del que ya conocemos su desenlace en la Gran Depresión. No aprendimos.

Hoy que algunas de las más grandes burbujas de todos los tiempos han reventado, y llegado el inevitable desenlace trágico que siempre les sucede, jefes de estado y gobierno pretenden descargar sus responsabilidades en quien mejor les acomode: a veces en sus predecesores; otras, en los extranjeros, periodistas o “especuladores”. El primer ministro italiano Mario Monti, por ejemplo, ha dicho que la caída del 5% en la bolsa de Milán y la subida de su prima de riesgo por encima de los 400 puntos, son “culpa de España”. Un vago deslinde con alta carga de cinismo puro.

España sí es culpable, pero solo en la misma medida que Grecia, Portugal e Italia misma, lo son de sus propias tribulaciones económicas. Vivir del fácil aplauso popular puede ser estimulante, pero los costes que se acumulan terminan siendo peores que los males a remediar. Esa ilusión de prosperidad que se crea tiene que salir de algún lado, y es de los colosales déficits fiscales y las abultadas deudas públicas y privadas, que de una forma o de otra, se terminan pagando con un elevado interés, tanto financiero como social.

Debemos entender que de haber contado con una economía de auténtico libre mercado, los desbalances nunca hubiesen podido llegar a los extremos de hoy, pero que esa oportunidad se perdió cuando en 1971, se abandonó lo que quedaba del patrón oro.

Desde entonces, se dejó atrás la posibilidad de contener las ansias derrochadoras de los gobiernos y la ambición de los grandes bancos centrales y privados por financiarlos, para dar paso a un gran ciclo de inflación (expansión del crédito) y de erosión del poder adquisitivo de las personas (alza de precios), cortesía de un sistema basado en dinero-papel.
En este sentido, tenemos que ser claros en que, cuando una entidad tiene la potestad de ejercer una gran influencia en un mercado o ámbito de poder, sin duda alguna la ejercerá a cabalidad.

La Reserva Federal de Estados Unidos, su banco central, es una muestra de ellas, y su facultad de intervenir para manipular artificialmente a la baja las tasas de interés y crear dinero a voluntad para “estimular” el crecimiento económico, es la evidencia contundente.

De ahí que sea un error dejarse llevar por las declaraciones coyunturales de su presidente Ben Bernanke, por sus minutas o el Libro beige para analizar si vendrá o no una nueva ronda de flexibilización cuantitativa (impresión monetaria; QE, en inglés). Seguro que llegará, pero será cuando lo dicte la lógica de la agenda de poder de los señores Obama y Bernanke, antes no.

La agenda política y electoral pues, es la que marcará la fecha de inicio de un nuevo QE, mucho más que las meras cifras económicas. Ahora que las “buenas noticias” y el optimismo acapararán los medios informativos de aquí a las elecciones presidenciales en Estados Unidos, está claro que no habrá flexibilización cuantitativa antes de que se sepa quién gobernará aquel país por los próximos cuatro años.

El resto, la especulación de si siempre sí o no habrá más QE y cuándo, es solo el ruido del juego perverso de la Fed. Una “cortina de humo” que debe evitarse para no perder de vista el desastroso panorama general.

La única posibilidad real que existe de que la nueva impresión monetaria se presente antes, es una abrupta y continua caída de los principales índices bursátiles (más del 20%) y una recesión este año en la Unión Americana, algo poco probable.

Por eso, también sería un grave error escuchar voces como las del FMI que afirman que “ningún activo puede considerarse totalmente seguro”, que no puede haber confianza en ellos. Se equivocan. Confianza sí hay, como la que da el activo refugio por excelencia y dinero real: el oro. Si bien no está exento de riesgos, es mucho mayor el peligro de no tenerlo, y jamás, valdrá cero.

En este sentido, no podemos soslayar que él y su compañera la plata, están como pocas veces, juntos en zona de compra a los niveles actuales. Haciendo a un lado la bruma de la Fed y los eufemismos de Europa, el panorama para los metales preciosos sigue resplandeciente y dando las últimas oportunidades de subirse, a la sin duda será la mejor parte de su mercado alcista. Que no quepa la mínima duda.

Guillermo Barba/OroyFinanzas

Twitter: @memobarba
memob@hotmail.com

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