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viernes, 13 de febrero de 2015

Cese al fuego en Ucrania: ¿adiós riesgo de guerra?

Imagen: Reuters
Ayer en Minsk, Bielorrusia, tras casi 16 horas de difíciles conversaciones se firmó un nuevo acuerdo de cese al fuego entre Rusia, Ucrania y los rebeldes prorrusos, que tuvo como principales promotores a Alemania y Francia. El presidente Vladimir Putin dijo que hubo consenso “sobre lo importante”. Por su parte, el presidente ucranio, Petro Poroshenko, destacó que el acuerdo por primera vez detalla cómo recuperarán el control de su frontera en el Este del país: "Al día siguiente de las elecciones locales (de dicha zona), el control de la frontera debe ser asumido por guardias ucranianos y representantes de OSCE (Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa) y, en una segunda etapa, antes de fines de este año, pasará totalmente a la soberanía ucraniana".

El documento se compone de trece puntos, entre los que destacan, la estricta implementación del cese al fuego en ciertas áreas de las regiones de Donetsk y Lugansk a partir de las 00:00 hrs. del domingo 15 de febrero, hora de Kiev. Asimismo, habrá un retiro de armamento pesado desde la actual línea en la que se encuentran las tropas ucranianas, y desde las posiciones que ocupaban los rebeldes al momento de los pasados acuerdos de Minsk de septiembre. Esto se llevará a cabo a partir del segundo día y deberá ser completado en dos semanas. Toda formación armada extranjera y mercenarios deberán retirarse también junto con su equipo militar, y se desarmará a todos los grupos ilegales. Todo lo anterior será verificado por la OSCE.

En la parte política, habrá un diálogo para estudiar modalidades de elecciones locales de acuerdo con la legislación ucraniana. El Parlamento de ese país especificará las áreas que disfrutarán de un régimen especial, pero hacia finales de este año, deberá haber reformas para que una nueva Constitución entre en vigor. Ésta deberá tener como elemento central la descentralización, incluyendo ciertas especificidades para algunas partes de Donetsk y Lugansk.

De este lado del mundo, el gobierno de Obama a través de su secretario de Estado, John Kerry, celebró el convenio y expuso en un comunicado, que “Estados Unidos está preparado para considerar el retiro de sanciones contra Rusia cuando los acuerdos de Minsk de septiembre, y ahora éste, sean completamente implementados” (énfasis agregado). Por último, Kerry dio la bienvenida al paquete de asistencia financiera que se otorgará a Ucrania, y que fue anunciado por la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde. Este programa otorgará a Kiev 17.5 mil millones de dólares durante cuatro años.

Los acuerdos de Minsk deben verse desde varias ópticas. En este espacio comentamos que Europa y Kiev en especial, tenían prisa por detener las hostilidades ante el avance rebelde, que no dejaba de ganar terreno. Del otro lado, los separatistas en realidad no tenían la intención de tomar todo el país, sino solo de “independizar” o escindir a las regiones del Este, de mayoría étnica rusa. Esto último no será logrado, pero al menos tendrían más autonomía de las decisiones centrales, si lo firmado en Minsk se cumple.

Cabe recordar lo que aquí expusimos el martes: las derrotas del ejército ucraniano de inmediato comenzaron a generar voces en Washington a favor de enviarles no solo apoyo logístico sino armamento letal. El lunes la respuesta rusa no se hizo esperar: si los americanos se atrevieran a enviar equipo militar, para Moscú sería una declaración abierta de guerra contra Rusia, que se reservaría el derecho de actuar contra Estados Unidos y sus aliados, más allá del frente ucraniano.

De manera que la respuesta de Kerry de que podrían “retirar” las sanciones a Rusia, debe verse como un acuse de recibo de la advertencia del gobierno de Putin. Está claro que Estados Unidos ya no es el de antaño, y que no puede hacer lo que quiera en ciertas partes del mundo.

El presidente ruso, con el acercamiento tenido con sus homólogos de Alemania y Francia, Ángela Merkel y Francois Hollande, respectivamente, mostró que el problema no es con Europa, sino con el intervencionismo americano en su vecindario. No se puede soslayar que el origen central del conflicto en Ucrania, fueron las manifestaciones del Euromaidán alentadas por Washington para defenestrar al presidente prorruso Víktor Yanukóvich. Por cierto, poco se menciona que los ultranacionalistas que asumieron el poder con el apoyo americano, son herederos de aquellos ucranianos que se aliaron con la Alemania nazi, para pelear contra Rusia. De manera que durante la Segunda Guerra Mundial, participaron también en el Holocausto.


Así que este frágil nuevo arreglo de cese al fuego, depende en gran medida de alguien que ni siquiera estuvo presente en las negociaciones: Estados Unidos. Si Obama como parece toma en serio el mensaje enviado por Putin, se abstendrá de enviar armamento a Ucrania, pero si se equivoca y lo hace, entonces la paz se vendría abajo. Esperemos que el gobierno de Kiev, que ya da por perdida la península de Crimea –porque ni siquiera fue mencionada en los acuerdos, se dé cuenta de que entre más se deje llevar por el canto de la sirena americana, más seguirá perdiendo. Ojalá, la paz sea real y duradera.

lunes, 11 de agosto de 2014

OCCIDENTE Y RUSIA, EN RUMBO DE COLISIÓN




Gabor Steingart.
Imagen: Handelsblatt
Occidente y Oriente están sin duda alguna en rumbo de colisión, y de no dar un golde de timón pronto, el resultado puede ser fatal. Cada día son más las voces que entienden la gravedad de la escalada verbal y de sanciones que está ocurriendo entre la alianza EE.UU.- Europa por un lado, y Rusia por el otro. Es el destacado caso de Gabor Steingart, editor del principal periódico financiero de Alemania, Handelsblatt.

Steingart publicó el viernes pasado un artículo de lectura obligada, titulado The West on the wrong path” (Occidente en el camino equivocado). El texto –que con toda intención cuenta con versiones en alemán, inglés y ruso, rompe con la inercia de los medios alemanes y occidentales en los que la “mala” de la película es la Rusia de Vladimir Putin, y donde se clama por acciones más “contundentes” contra ellos. El autor acusa que “Incluso los titulares demuestran una tensión agresiva usualmente característica de los hooligans cuando ‘apoyan’ a sus respectivos equipos”. Cita por ejemplo al Tagesspiegel: “¡Basta de hablar!”; al FAZ: “Muestren fuerza”; al Süddeutsche Zeitung: “Ahora o nunca” y al Spiegel “Fin a la cobardía”, todos apoyando un endurecimiento del trato político alemán contra Moscú.

Asimismo, Steingart señala que esto se debe a lo que llama la “fiebre de la guerra”, de la que ni siquiera mentes inteligentes escapan, como la de Max Weber, a quien cita con una frase de 1914: “Esta guerra en toda su atrocidad sigue siendo una cosa grande y maravillosa. Es una experiencia que vale la pena tener”.

En este sentido, también se cuestiona si todo comenzó con la invasión rusa a la península de Crimea o bien con la desestabilización –patrocinada por Occidente– del gobierno ucraniano pro-ruso. Del mismo modo, se pregunta si Rusia fue la que quiso expandirse hacia el Oeste o la OTAN hacia el Este, o si solo fue una coincidencia que dos potencias con intenciones similares se encontraran en un tercer país, Ucrania, que pagará las consecuencias.

El editor alemán explica que la agresividad del tono americano debe entenderse en el contexto preelectoral. De esta manera, cuando Hillary Clinton compara a Putin con Hitler, lo hace para atraer simpatías hacia el partido Demócrata, claro está, con el fin de volver a ganar la presidencia.

Por ello, hace un llamado al gobierno alemán para que deje de seguir a Obama, pues junto con Putin, dice, van hacia un “callejón sin salida”. Criticó la bélica tendencia americana y recordó que “La última importante acción militar de éxito para los EE.UU. fue la del desembarco de Normandía. Todas las demás –Corea, Vietnam, Irak y Afganistán fueron una clara falla.

Steingart concluye afirmando que Alemania debe entender la situación conforme a su contexto actual, en el que no se debe comportarse “como si las violaciones a la ley internacional hubiesen comenzado con los eventos en Crimea”. Recuerda que en los últimos 100 años los alemanes le han declarado la guerra en dos ocasiones a Rusia, por lo que a pesar de la indignación contra Putin, asegura, esta debe venir con cierto rubor de vergüenza. En suma, se debe evitar repetir la historia.

Es innegable que la visión de este editor es importante en el tenso ambiente actual, y más por ser de los muy pocos que entienden el problema de fondo. Lo que es peor, Alemania y los medios que azuzan a las autoridades de su país no parecen darse cuenta que sólo están siendo utilizados como una herramienta americana para lograr los fines que interesan a Washington. Esto es, en el más pacífico y optimista de los casos: aislar a Rusia e imponer en toda Ucrania una sumisa autoridad que los incorpore a la OTAN y permita instalar misiles en su territorio. En el peor, propiciar una nueva guerra mundial.

Por supuesto, Putin no quiere misiles tan cerca como en su momento Washington tampoco quiso tener los soviéticos en Cuba.

Alemania como país líder en Europa, debe entender que más puede ganar independizándose de la desastrosa política exterior estadounidense que actuando como su lacaya. En vez de ningunear a Rusia deberían dialogar con ella, pero las sanciones no ayudan. Después de todo aunque los americanos digan a los alemanes que son sus amigos y aliados, solo estos últimos los tratan como tales. En cambio, los primeros no han dejado de espiar a altos funcionarios germanos –incluida la propia canciller Merkel, y también se niegan de manera sistemática a devolverles las reservas de oro que se supone, les “guardan” en la Reserva Federal de Nueva York. Ese es el nivel de “amistad” que ofrece Obama.


Es evidente que Washington y los poderes que desde atrás los mueven tienen interés en incitar a una Gran Guerra. Justo por eso desde el campo de las ideas debemos insistir con fuerza en la necesidad de actuar con inteligencia, y de buscar evitar a como dé lugar una conflagración que sin duda sería catastrófica. Por eso aquí apoyamos la postura de Steingart. Un tercer conflicto mundial es algo que incumbe a cada habitante del planeta, y como tales, no lo debemos permitir.

miércoles, 30 de julio de 2014

¿SE AVECINA UNA GUERRA EN EUROPA?




Imagen: Cnnespañol.cnn.com
El conflicto en Ucrania ha llegado a un punto crítico que ojalá se decante hacia una salida pacífica. Sin embargo, más allá de los buenos deseos, no puede descartarse la opción bélica. Y es que a pesar de los aparentes acuerdos entre el secretario de Estado de la Unión Americana, John Kerry, y su homólogo ruso, Serguéi Lavrov, para impulsar una salida negociada entre el gobierno central de Kiev y los separatistas prorrusos en el este del país, entrelíneas tanto Washington como Moscú se envían mensajes de mutua desconfianza y encono.

En ese contexto conviene destacar lo que ha estado ocurriendo esta semana. Por ejemplo, se dio a conocer que la Corte Permanente de Arbitraje (CPA) de La Haya, Países Bajos –organismo intergubernamental establecido por tratado desde 1899 para la resolución de este tipo de controversias, emitió un laudo a favor de cinco accionistas de la otrora mayor petrolera rusa, Yukos –que fuera propiedad del magnate Mijaíl Jodorkovski, y en contra de Rusia.

Con esto, la CPA ha impuesto de forma unánime la mayor indemnización de su historia contra un Estado soberano, por cerca de 50 mil millones de dólares.

La Corte encontró que la empresa declarada en quiebra en 2006, fue expropiada de forma ilegal por el gobierno al año siguiente. Concluyó además que la firma “fue atacada por motivos políticos por las autoridades hasta llevarla a su destrucción”, y que “la Federación Rusa no pretendía recaudar impuestos; quería declarar la quiebra de Yukos y apropiarse de sus valiosos activos”. Señala asimismo que esto sucedió en medio de un ambiente político en el que Jodorkovski se apuntalaba como un oponente político de Vladimir Putin. Una vez destruida la empresa, sus activos fueron transferidos a la estatal petrolera Rosneft. Jodorkovski estuvo encarcelado 10 años hasta diciembre de 2013, cuando Putin lo indultó.

Por supuesto, Moscú ve la resolución de la CPA como también cargada de enormes tintes políticos, lo que incrementa las probabilidades de que se niegue a pagar. El monto en cuestión es tan alto que equivale al 2.4 por ciento del PIB ruso. Hoy que se conoce que tanto la Unión Europea como Estados Unidos han reforzado sus sanciones contra Rusia, es un hecho que podrán decir lo que quieran, pero la realidad es que las tensiones geopolíticas siguen escalando hasta puntos insospechados. En este sentido, es obvio que el presidente Putin se negará a pagar con todos los riesgos que ello implica.

Rusia no puede apelar el laudo de la CPA, pero el gobierno ha dicho que buscará todos los mecanismos legales para hacerla a un lado. Si pese a todo los accionistas ganan y Moscú no paga, tendrán que salir a “cazar” sus activos comerciales en los 150 países que forman parte de la Convención de Nueva York de 1958 sobre el reconocimiento y la ejecución de las sentencias arbitrales extranjeras, o pelear activos a las estatales Rosneft o la gasera Gazprom. Nada fácil.

Para empeorar las cosas, se espera que mañana jueves el Tribunal Internacional de Derechos Humanos de Estrasburgo, también dé a conocer su decisión contra Rusia por el caso presentado por otros accionistas que afirman haber sido despojados de sus propiedades.

Como ve, las circunstancias se siguen acomodando para que el distanciamiento entre Rusia y Occidente se siga ampliando, justo en el momento en que parece que Ucrania está a punto de declararse derrotada en el Este.

Esa es la lectura correcta de que tanto Kiev como Washington estén tan conformes y hasta apurados con la búsqueda de un cese al fuego que, según Kerry, podría firmarse “ahora mismo”. Seguro tienen mucho que ver los reportes de que ucranios se están negando a alistarse en el ejército para combatir en las regiones en conflicto. Su ejército se debilita. La lógica que estarían usando es sencilla: más vale acordar y negociar hoy, que perder de plano esos territorios que, más tarde, sin dudar serían anexados de facto por Rusia.

A todo lo anterior, sume también las diferencias y cruce de acusaciones entre ambos bandos por el derribo intencional del vuelo MH17 de Malaysia Airlines, y tendrá un polvorín que sólo necesita una chispa para estallar en una guerra total.

De hecho, el mismo Financial Times reporta que una fuente “cercana al presidente Putin”, sobre la sanción impuesta a su país por el caso Yukos, le respondió: “Se avecina una guerra en Europa ¿De verdad piensa que eso importa?”. Los bandos en disputa, se están preparando por si acaso se llega a lo peor.

martes, 15 de abril de 2014

RUSIA YA GANÓ




Imagen: Kingworldnews.com
Los últimos días las tensiones entre los gobiernos de Ucrania –cuyo “aliado” es el bloque occidental integrado por Estados Unidos y Europa, y el de Rusia, han vuelto a escalar.  Después de la anexión de la península de Crimea, queda claro que quien marca la agenda y ha demostrado ir un paso adelante hasta ahora en el conflicto, es el presidente ruso Putin.

En este blog explicamos que el gobierno de Obama tuvo una participación activa en los disturbios de la plaza de Maidán en Kiev, la capital ucraniana, que terminaron con la defenestración del entonces presidente Víctor Yanukóvich. Está claro que los estadounidenses calcularon mal los costos políticos para Ucrania, y peor aún la eventual reacción de parte de Moscú.

Para Estados Unidos, Ucrania tiene una importancia relativa baja. Si la gana, qué bueno, pero si no, no pierde gran cosa. En cambio para Rusia, su posición en el mapa geopolítico es de la mayor relevancia para su seguridad nacional. De ahí que el hombre más poderoso del mundo en 2013 según la revista Forbes, Vladimir Putin, reaccionara de un modo que los occidentales subestimaron.

Los americanos pensaron que imponiendo un gobierno pro- europeo y afín a sus intereses, que luego pudiera incluso solicitar su incorporación a la OTAN, sería muy fácil instalar bases militares y hasta misiles en ese territorio como parte de su plan para acorralar a Rusia. Sin embargo, es evidente que los rusos están dispuestos a llegar hasta las últimas consecuencias para evitar que eso suceda.

Aquí advertimos que el costo real para Ucrania, al inclinarse por el bando europeo, podría llegar incluso a la división de su país. Ese peligro sigue latente pues su parte oriental, colindante con Rusia, ya comienza a dar muestras cada vez más violentas de que simpatiza con el camino que siguió Crimea: referéndum y separación.

¿Qué debería ocurrir? Lo mejor para la paz y la tranquilidad en la zona y el mundo, sería que el gobierno central de Kiev permitiera la celebración de sendos referéndums en las regiones del país para determinar su futuro político y económico. Es obvio que, ante la gran probabilidad de obtener un resultado adverso, sobre todo en la zona oriente, dichas consultas al pueblo jamás se harán.

Por lo tanto, la represión armada que apenas comenzó en ciudades de la región de Donetsk, será la constante de hoy en adelante. El asalto ayer al aeropuerto de Kramatorsk en el que cuatro integrantes de la milicia opositora murieron, es el botón de muestra. La justificación será, como era de esperarse, que se trata no de ciudadanos comunes que se manifiestan contra el gobierno tomando edificios e instalaciones, sino de “fuerzas especiales” rusas que operan de forma ilegal.

Como quiera, mañana en Ginebra se celebrará un encuentro entre Ucrania, Rusia, Estados Unidos y la Unión Europea que intentará apaciguar la situación y encontrar puntos de acuerdo.

Más allá de los resolutivos de Ginebra, será muy difícil que Kiev y Moscú, tras bambalinas, dejen de lado sus propias agendas para resolver el conflicto. ¿O acaso la primera dejará que crezca el movimiento separatista pro-ruso, y la segunda dejará de alentarlo? Se ve muy complicado. No por nada Putin ha dicho que Ucrania está “al borde de una guerra civil”.

En el fondo, el gobierno ucraniano sabe que una escalada de la represión es justo lo que da argumentos a Putin para eventualmente justificar una ocupación del Este, pero aún así no dejará crecer el movimiento separatista ante la dura lección que recibió por Crimea. Correrá el riesgo.

Ojalá entendieran que Estados Unidos al final, los dejará solos. Pese a las advertencias y amenazas, del bloque occidental y la OTAN, no pasarán jamás a usar las armas incluso si ocurriera una invasión rusa. Saben que si lo hicieran, el colapso de sus mercados bursátiles y su “recuperación” económica sería inmediato. De cualquier modo sucederá, pero no les urge acelerarlo. Entonces, a  lo que más llegarían es a elevar las sanciones, pero como también aquí hemos abordado, estas ni siquiera podrán ser demasiado duras ante el posible contraataque de Rusia contra el petrodólar, y su alianza con China.

En suma, cualquiera que sea la conclusión del conflicto, Rusia ya ganó.

Estados Unidos pretendió dar un paso adelante en su proceso de largo plazo para arrinconar a su eterno rival, y en el camino no le importó desestabilizar a Ucrania. El resultado para este último es que se convirtió en el “Gran Perdedor”: perdió Crimea, está al borde de una guerra civil y podrían escindirse nuevos territorios. Los americanos saldrán derrotados, pero para ellos los costos serán mínimos más allá del desprestigio político que de por sí tienen mermado.

La moraleja es: nunca deje que Washington se inmiscuya en sus asuntos. Sin importar qué tan atractivo pueda ser, siempre saldrá perdiendo.

lunes, 24 de marzo de 2014

CONTRAATAQUES: RUSIA APUNTA AL PETRODÓLAR




Imagen: laborlist.org
En el “ajedrez” geoestratégico el presidente Vladimir Putin lleva la ventaja sobre el disminuido estadounidense Barack Obama. Después de la anexión de la península de Crimea a Rusia, Washington respondió con sanciones que fueron vistas como tenues por parte tanto de los propios rusos como de analistas internacionales.

Esa fue la causa de que el jueves pasado, Obama anunciara medidas adicionales contra una veintena de altos funcionarios rusos y de que amagara con ir por sectores estratégicos de la economía rusa, como el energético. Si hay movimientos rusos sobre las regiones sur y oriental de Ucrania, esos castigos entrarían en operación, aseguró el mandatario.

Pero el gobierno de Moscú ya tiene planteada la fase dos de su estrategia de contraataque –la primera terminó con éxito con la anexión de Crimea, y esta vez, tiene la mira puesta nada menos que en el petrodólar. Rusia está apuntando así nada menos que al corazón del sistema financiero global.

El esquema de contragolpe se ha dejado entrever por medio de declaraciones como las del ministro de Desarrollo Económico de Rusia, Alexei Ulyukayev, quien dijo que Rusia  trabajaría en incrementar el volumen de comercio internacional en divisas nacionales distintas al dólar –como el yuan y el rublo. “¿Por qué deberíamos tener contratos en dólares con China, India, Turquía?” cuestionó, agregando que esto aplicaría a “energía y otras esferas”. En el fondo, el objetivo es crear nuevas petro-divisas, que si bien no serían de “reserva”, sí serían divisas de comercio bilateral.

Estas declaraciones se dieron en el marco de un pre-ataque orquestado por Estados Unidos, y cuyo autor intelectual parece ser el famoso inversionista, George Soros, conocido por su simpatía y jugosas aportaciones financieras al Partido Demócrata, al cual pertenece Obama.  La semana pasada Soros hizo pública en Berlín su propuesta de castigar a Rusia por medio de la venta de parte de la reserva estratégica de petróleo, para manipular el precio a la baja. El “oro negro” es, por supuesto, una de las principales fuentes de financiamiento para el presupuesto federal ruso.

Según Soros, Rusia necesita el precio del barril a 100 dólares “para equilibrar su presupuesto”.

Estas revelaciones llegaron no por casualidad ocho días después de que el Departamento de Energía americano anunciara la primera “prueba de venta” desde 1990, por apenas cinco millones de barriles de su reserva. Los precios cayeron a su nivel más bajo en un mes después de esta noticia, una clara amonestación para Moscú.

Lo malo para Washington es que el propio Soros hizo una advertencia: "La tarea es ayudar a Ucrania en lugar de castigar a Rusia, porque solo castigarla acorralaría a Putin y como un animal herido, devolvería el golpe y sería una proposición perder-perder."

Es evidente que Soros también conoce los planes rusos de contraofensiva contra el dólar, que podrían llegar a la venta masiva de bonos del Tesoro, la suspensión de pagos de compañías rusas con deudas en el billete verde, entre muchas otras.

De hecho, entre el 5 y el 12 de marzo, según datos de la Fed ocurrió un gran desplome de 104.5 mil millones de dólares en los bonos del Tesoro que mantiene en custodia a favor de instituciones extranjeras y otros bancos centrales. Esta fue la mayor caída de que se tenga registro. Dado que no se trató de una venta sino de una salida de los valores guardados, se sospecha que Rusia habría cambiado la ubicación de sus “treasuries” fuera de Estados Unidos, para en caso necesario poder disponer de estos cuantiosos recursos, y quizá, usarlos como arma.

Cabe recordar que según cifras del Tesoro, al cierre de enero Rusia tenía 131.8 mil millones de dólares en bonos.

Imagen: bolsaclick.com
Asimismo, Putin contaría con un aliado estratégico en su ataque al petrodólar: China.

El mensaje fue enviado por al titular de la más grande compañía petrolera rusa, Rosneft, citado por Reuters: “si Europa y Estados Unidos aíslan a Rusia, Moscú mirará hacia Oriente para hacer nuevos negocios, tratos energéticos, contratos militares y alianzas políticas.” De hecho, se encuentran ya muy avanzadas las negociaciones para un acuerdo por el cual Rusia vendería a China 38 mil millones de metros cúbicos de gas natural hacia 2018, a través del primer gasoducto entre el mayor productor y el mayor consumidor mundiales. Putin podría formalizar el acuerdo en mayo en su visita a ese país.

Quizás lo que sigue haciendo falta a Moscú es una ampliación significativa de sus compras de oro para reservas. Podría incluso hacerlo en secreto, al estilo chino. Los manipuladores occidentales no podrán manejar a su antojo por siempre el precio del metal precioso, y cuando el dólar colapse –algo que no está en duda si sucederá o no sino sólo el cuándo, quien tenga el oro físico llevará mano en la conformación del nuevo sistema monetario internacional que nacerá sobre las cenizas de la divisa estadounidense.

Washington no solo no tiene una “reserva estratégica de oro”: no posee ni siquiera todo el oro que clama tener en el papel.


De modo que una espiral de sanciones económicas americanas sobre Rusia sería un disparo en el propio pie, y podrían poner pronto en peligro al sistema monetario global basado en el dólar. Estados Unidos la debe pensar muy bien. Ya no es la superpotencia que puede hacer lo que quiera, sino una decadente cuyos mejores tiempos han quedado muy atrás.