(Guillermo Barba) – En las últimas semanas se acumularon las malas noticias económicas en Europa, que se reflejaron en caídas de los índices bursátiles, hasta el reciente anuncio de una acción coordinada y conjunta entre la Reserva Federal, el Banco Central Europeo (BCE) y los bancos centrales de Inglaterra, Japón, Canadá y Suiza. Estos, actuarán para proveer de liquidez en dólares al mercado a través de una vieja y socorrida herramienta: las líneas crediticias de intercambio de divisas (swap).
En un mundo de cabeza, esta noticia fue tomada momentáneamente como buena, pese a que no resuelve de fondo ni uno solo de los problemas estructurales de la zona Euro, como los déficits y endeudamientos excesivos de los PIIGS (Portugal, Italia, Irlanda, Grecia y España).
Cabe recordar que ni la reciente crisis política en Grecia, ni la escalada de tipos de interés de los bonos italianos o la fallida colocación de deuda alemana de hace unos días, fueron motivo suficiente para una operación de esta envergadura.
Lo que sí parece haberlo sido, fue la reciente degradación por parte de la calificadora Standard and Poor’s, de los principales bancos de Estados Unidos, la misma que encarecerá su financiamiento. Así pues, la Reserva Federal habría actuado más pensando en los intereses de sus bancos que en los de Europa. Las casualidades, no existen.
Más allá de eso, lo cierto es que como ha quedado demostrado por el análisis técnico, existe una correlación entre la inyección de liquidez (creación de dinero) y el alza de precios de los activos. Así pues, el oro subió a máximos de dos semanas con el anuncio de los bancos centrales.
Asimismo, todas estas evidencias dejan claro que cada día que pasa, la oposición a las flexibilizaciones cuantitativas (impresión monetaria) y expansiones artificiales de crédito será menor, pero también que, como lo dice el reconocido editor de ‘The Gloom, Boom and Doom Report’, el economista Marc Faber, “ya no tenemos mercados libres, tenemos mercados manipulados por gobiernos a través de las políticas monetarias y fiscales”.
La historia nos da amplias lecciones de cómo esas manipulaciones tienen desenlaces económicos fatales. Los clamores de “¡falta dinero!”, que provocan estas enérgicas reacciones de los bancos centrales, solo atienden a los síntomas y no a las causas de la crisis: crédito, deuda y consumo excesivos. A juzgar por las palabras del presidente francés Nicolás Sarkozy, Europa da un paso en el sentido correcto solo para dar tres pasos hacia atrás: “lo que se ha hecho por Grecia (respecto a la condonación parcial de su deuda) no se repetirá”.
Queda claro que la amarga medicina que implica el recorte de gastos y el desendeudamiento (que pasa forzosamente por grandes pérdidas para los tenedores de bonos soberanos), no es algo que estén dispuestos a tolerar más.
Por eso junto con la canciller alemana Ángela Merkel, parecen conformarse con cambios políticos en el Tratado de la Unión Europea que, no obstante, volverán a fracasar tarde o temprano pues ¿Cómo de dispuestos estarán los PIIGS a subordinarse a la autoridad de Alemania y Francia, y de ser así por cuánto tiempo? Solo el futuro traerá las respuestas.
Mientras tanto, el ciudadano común, en vez de permanecer impotente frente a las locuras de sus gobernantes, tiene en sus manos la posibilidad de proteger su legítimo interés y poder adquisitivo, con la seguridad que proporciona el dinero real de oro y plata en mano. Sin importar donde nos encontremos, el desenlace de esta crisis sistémica se hará sentir en cada rincón del planeta, por lo que más vale confiar en ese dinero honesto que, sobra decirlo, existirá por siempre, incluso cuando ya todos nos hayamos ido.
© Guillermo Barba/OroyFinanzas
Twitter: @memobarba
memob@hotmail.com
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