La semana pasada, incluso comentamos en este espacio (http://bit.ly/la4gSq) que había sido una lástima que nos hubiésemos tenido que enterar del hecho gracias a un diario extranjero: el Financial Times. Pareció entonces como si se hubiese querido que pasara desapercibida, una de las mayores y más aceleradas compras de ese metal de que se tenga registro, por parte de un banco central, en la historia reciente.
Pues bien, ayer en una entrevista con Óscar Mario Beteta, el gobernador del Banco de México, Agustín Carstens, dio la esperada respuesta al por qué de dicha operación: “nos disminuye el riesgo”.
Como se sabe, no hay inversión que no lo conlleve, pero lo que más llama la atención, es que cada día hay más señales de un cambio profundo entre lo que se percibe como “seguro” y “riesgoso”. Para nadie es un secreto, por ejemplo, aquel viejo mito de que el dólar estadounidense es el mejor refugio para los inversionistas, pero si eso fuera vigente, ni siquiera se hubiera considerado ampliar nuestras reservas internacionales en oro; no haría ninguna falta.
Así pues, en México durante mucho tiempo estuvimos acostumbrados a mirar al tipo de cambio peso/dólar como indicador de crisis, y nos enseñaron que entre más subiera el billete verde, sería peor. No obstante, nunca aprendimos que lo contrario, que el dólar bajara, no necesariamente sería un buen augurio. Y es que ahora es el dólar el que está enfermo, y su mortal padecimiento lo devalúa ante los ojos de todos.
Por desgracia, no es la mayoría la que se percata de ello, y en consecuencia, muchos ni siquiera están tomando previsiones. Esa devaluación se refleja en el aumento de precio de los activos tangibles (commodities), entre los que se encuentran los metales preciosos.
Queda claro que Banxico es uno de los que sí se están dando cuenta de la gravedad de esta situación, y ante el peligro inminente del dólar recurre al “viejo confiable”. Carstens puede decir que no se trata de huir del dólar, pero las cifras muestran que al menos en los tres primeros meses de 2011 así fue: de los 7,673.8 millones de dólares acumulados en los Activos de Reserva Oficiales, más del 56 por ciento fue en oro.
Para los que hoy critican y sospechan que esa inversión pudo no haber sido acertada, por la reciente baja en los precios de las commodities, de nuevo Carstens tiene razón cuando dice: “en el mediano y largo plazos, sí vemos que el oro tiene la capacidad de subir.” Y vaya que sí. Los metales preciosos (y en general las materias primas), se encuentran en lo que se conoce como “bull market” (mercado alcista) que dista mucho de terminar.
Las bajas en sus cotizaciones parecen solamente estar descontando que, en junio, terminará la segunda ronda QE2 de “relajamiento cuantitativo” (impresión de dinero) de la Reserva Federal de Estados Unidos. Además, no existe un solo mercado en el que los valores vayan en línea recta hacia arriba o hacia abajo siempre.
En este sentido, en un mercado al alza las correcciones hacia abajo son sanas y normales, pero no hay duda que luego la tendencia será retomada tarde o temprano, conforme se acerque un QE3. La historia da evidencias de que cada vez que se ha recurrido a devaluar una moneda (como ahora el dólar) a través de la impresión de dinero de papel para “impulsar” la economía, los resultados son desastrosos.
Ante este hecho, ojalá que Banxico continúe acumulando reservas en oro, pues con este panorama hasta le podríamos perdonar que lo siga haciendo calladito, calladito .
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