Por eso, las esperanzas de muchos medios especializados e inversionistas que animaron algunos rebotes en los índices de valores hace unos días, podrían quedar en eso: simples anhelos. De ocurrir así, quizás no hayamos visto todavía los mínimos bursátiles del año, además de tener la certeza de que la volatilidad permanecerá por largo rato. No obstante, no debemos perder de vista el “bosque” contemplando un árbol. Es indudable que, en un sistema adicto al endeudamiento exponencial, la creación de más y más dinero “de la nada”, está garantizada en el futuro cada vez que las condiciones empeoren. En este sentido, sólo es cuestión de tiempo (y de más desplomes en las bolsas), para el lanzamiento de un QE3, QE4, QE5, etc., los que sean “necesarios”.
Esto lo podemos prever, pues está claro que los impresores de dinero como Ben Bernanke, un estudioso de la Gran Depresión del ’29, no tienen miedo alguno de lo que ellos crean (inflación), sino de su antítesis: la deflación. La razón es muy simple. Si la casa de naipes que es el sistema financiero global tiene sus cimientos en una perpetua y creciente deuda, entonces el desendeudamiento, el ahorro, la disciplina fiscal y monetaria significan su aniquilación.
Si por culpa de gobiernos y personas “insensatos”, que ante la tormenta económica o su circunstancia individual comienzan a liquidar sus préstamos, a equilibrar sus presupuestos, etc. (sin contar a los que nunca debieron de haber recibido créditos por ser incapaces de liquidarlos), se aparece el fantasma de la deflación, el hueco dejado por esa contracción en la oferta monetaria buscará ser compensada por los impresores de dinero. Hoy, estamos en ese “hoyo”, y por eso la Fed lidera la carga gracias al monopolio que tiene de la divisa de reserva: el dólar.
El problema mayúsculo, es que esto constituye una manipulación del mercado que, bien se sabe, no durará para siempre. Se pretende hacer creer a todos que es posible salir de una borrachera descomunal de deuda, sin sufrir las consecuencias. Es evidente que esto es algo que tiene sin cuidado a Bernanke y compañía, pues finalmente los que pagarán los platos rotos son los ciudadanos no solo de Estados Unidos, sino de todos los países que, como México, no deja de acumular reservas en billetes verdes condenados a perder su valor. No es gratuito que, aquellos que ven venir el tamaño del “huracán” económico que se aproxima, busquen el amparo infalible del enemigo número uno del dinero fíat, el real (oro y plata).
Para quien tenga alguna duda respecto al futuro actuar de la Fed, debería recordar que hace poco más de un mes, el propio Bernanke en un desliz afirmó que una mayor debilidad económica y riesgos de deflación, implicarían la necesidad de mayores estímulos monetarios. ¿Hacia dónde nos dirigimos si no es hacia allá, cuando hay datos que evidencian que la supuesta “recuperación” está agotada?
Y con estos fundamentos, ¿por qué hay quien se atreve a repetir que el oro está en una burbuja que acaba de reventar? Por favor, sean serios y buena suerte, la van a necesitar.