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viernes, 18 de febrero de 2011

LA "GUERRA" POR LOS ALIMENTOS: EL PUNTO CRÍTICO

En Inteligencia Financiera hemos dedicado por su importancia, un amplio espacio al tema del alza en el precio de los alimentos. No es ninguna sorpresa que los niveles de pobreza y hambre estén vinculados estrechamente a estos, pues las familias de menores ingresos destinan una porción mayor de su gasto a la comida que aquellas más favorecidas. Por ello, cada peso o dólar de aumento implica que miles de personas más se suman sin remedio a las estadísticas de pobreza y desnutrición, dondequiera que se encuentren.

Dos organismos internacionales, la FAO y el Banco Mundial –que cuentan con sendos índices de precios alimenticios, ya han expresado en reportes por separado su preocupación al respecto. El primero, porque su medición acumula siete meses consecutivos hacia arriba; el segundo, porque estima que justo en ese mismo periodo (de junio a enero pasados), 44 millones de personas en países en desarrollo han caído dentro de lo que considera como “pobreza extrema”, es decir, aquellos que sobreviven con menos de 1.25 dólares diarios. Por supuesto, estas coincidencias no son producto de la casualidad.

Nuestro país, como es obvio, no es ajeno a esa realidad. Sin embargo, en cualquier entrevista podemos escuchar muy tranquilo al titular de SAGARPA, Francisco Mayorga, hablar de que el abasto de maíz y hortalizas, por ejemplo, está garantizado a pesar de la tragedia agrícola de un estado tan importante en esa materia, como Sinaloa. Asimismo, que los problemas de precios tienen su origen en las cotizaciones de los productos en el mercado internacional, afectados nada más que por las condiciones climáticas.

Sí, claro que en esas variaciones influyen los fenómenos meteorológicos, pero contrario a lo que cree el alto funcionario, esa no es la raíz de los crecientes precios sino sólo un ingrediente más. Queda clara entonces la intención oficial de atribuir los inminentes aumentos sólo a meras motivaciones externas. Una reedición de aquella frase de: “esta crisis, vino de fuera”.

De este modo se pretende fingir que México puede darse el lujo de perder el 75 por ciento de su producción nacional de maíz (del ciclo otoño-invierno), sin que pase nada; eso no es posible. Las leyes de oferta y demanda no fallan y, en este caso, la menor disponibilidad del grano tendrá severas consecuencias inmediatas en precios como el de la tortilla. Para ello ya sólo es cuestión de tiempo.

En otras palabras, aunque se satisficieran los requerimientos de maíz como promete Francisco Mayorga, éste no estará a costos accesibles para todos. Si no, que le pregunten a los castigados empresarios de la industria tortillera, que ya sufren la subida de sus costes en un ambiente de dura competencia frente a las grandes cadenas, que pueden subsidiar el kilo para ser más competitivos.

Ante estas circunstancias internas, podemos esperar un golpe más fuerte de lo que se preveía por la elevada liquidez monetaria global. La historia demuestra que, cada vez que gobiernos y bancos centrales se dedican a derrochar e imprimir dinero para enfrentar sus dificultades económicas, como está ocurriendo ahora, el resultado es un incremento en el valor de activos tangibles. Las commodities –entre las que se encuentran los alimentos,  forman parte de esos activos que además se potencian con la escasez de inventarios y de tierra cultivable disponible que hay en el mundo.

Mientras no se vislumbre un cambio de dirección en esta política de creación monetaria, la tendencia al alza seguirá imparable. Esa sí, es la causa original de este “big bang”.

Ahora bien, ¿qué sucedería si para cumplir con el abasto se requiriera importar el maíz? Los riesgos son evidentes, pues la crisis alimentaria que se gesta no es exclusiva de México. Aquellas naciones en posición de exportar sus excedentes agrícolas, sobre todo de granos, la pensarán dos veces antes de venderlos, bajo el riesgo de comprometer la oferta suficiente en sus mercados internos. Justo eso sucedió con Rusia el año pasado, cuando prohibió las exportaciones de trigo.

Como en una guerra, los frentes guardan sus provisiones. Es por todo eso que el Banco Mundial califica los precios actuales como “peligrosos”, en punto crítico, pues pueblos hambrientos son susceptibles de organizar movimientos sociales que generan inestabilidad al estilo de Túnez o Egipto. En América Latina, Bolivia, Guatemala, Haití y Honduras enfrentan desafíos todavía mayores al nuestro.

Por eso hoy más que nunca, nada puede haber más importante que, primero, buscar ser autosuficientes en materia alimentaria. Luego, a través de la investigación, del desarrollo y de más infraestructura, sentar las bases para poder ofrecer en el largo plazo, nuestros productos agropecuarios al continente asiático, que será el que lidere el crecimiento económico en el presente siglo. El campo, después de todo, resultará ser un gran negocio si lo sabemos aprovechar.

Guillermo Barba


Twitter: @memobarba

viernes, 4 de febrero de 2011

EL CONFESIONARIO DE GEITHNER Y BERNANKE

Todos conocemos la forma en que los políticos suelen mentir acerca de diversos temas de interés público. Pareciera que imaginarlos declarar con la verdad sería un sueño imposible. Pero no, por increíble que parezca, al menos en Estados Unidos dos de los funcionarios públicos del más alto nivel se han visto forzados de algún modo u otro, a reconocer las más crudas realidades.

Sin embargo, lo que más llama la atención no es eso, sino que parece que lo dijeran en alguna lengua extraterrestre, pues la mayoría o no entiende, o de veras no les cree aunque sea cierto.

Lo digo porque mientras aquí el gobernador del Banco de México y el secretario de Hacienda ya dejaron en el pasado cualquier alusión a la crisis para hablar sólo de recuperación, sus homólogos gringos han pasado ya, de plano, al confesionario. Como si de un programa de “Big Brother” se tratara, Tim Geithner y Ben Bernanke, secretario del Tesoro y Presidente del Banco Central, respectivamente, han llegado al punto de descararse y hablar con la verdad, cada uno con su estilo, incluso frente a los medios informativos. Lo curioso del tema es estas “confesiones”, no han generado ni por mucho una alerta general.

Sí, insisto, mientras Ernesto Cordero se regodea con las “fortalezas” de la economía mexicana y su crecimiento, omite como típico funcionario decir lo obvio: que nuestro ciclo está atado al de nuestros vecinos del Norte y que, por ende, cuando ellos se desaceleren o caigan de nuevo en recesión, correremos su suerte. Algo debería aprenderle a su homólogo Geithner, que dejó por un momento de esconder lo inocultable.

En su carta a los “reyes magos” (la envió el 6 de enero pasado), Tim Geithner fue explícito en su mensaje al Congreso rogando que se eleve aún más el techo de endeudamiento de la administración Obama: de no hacerlo habrá “consecuencias económicas catastróficas que durarían por décadas”. De antemano se sabe que, pese a las resistencias de la oposición, los legisladores terminarán aprobando el nuevo tope. El detalle es que eso no les permitirá salir de sus problemas, sólo posponer el “Juicio Final”.

¿Qué ocurrirá entonces cuando por las fuerza del mercado, ya no puedan postergar la inevitable caída? El mismo Geithner nos da las respuestas en su misiva: Estados Unidos incumplirá el pago de sus obligaciones soberanas; estallarán de inmediato las tasas de interés; caerán los precios de las casas; se perderán miles de empresas y millones de empleos; el dólar “morirá” como moneda de reserva internacional; se eliminarán o recortarán beneficios de seguridad social y pagos a pensionados, entre muchos otros.

Claro, si algún ciudadano tan acostumbrado a las mentiras desconfiara todavía –y con razón- de tan encumbrado funcionario, podría escuchar la versión del presidente de la Reserva Federal (Fed), el señor Bernanke. Éste, ayer mismo, pronunció un discurso estremecedor. Al referirse a la urgente necesidad de que el gobierno norteamericano deje de gastar más de lo que puede, dejó en claro que los ajustes llegarán y que la cuestión ya sólo es de si “estos se presentarán a través de un cuidadoso y deliberado proceso […] o si serán una respuesta rápida y dolorosa a una inminente crisis fiscal”.

Sobra decir que todos estos caminos no conducen a “Roma”, sino a su debacle.

Por eso digo que tantas veces han ocultado la verdad, que ahora no pasa gran cosa cuando se descaran. Más allá de una subida ayer en el precio del oro y otros indicadores, para la gran mayoría estas “confesiones” pasaron de largo. Las implicaciones por supuesto, son múltiples pero bien conocidas. Quizá la más representativa seguirá siendo la inflación.

Toda vez que el punto de no retorno ha quedado ya muy atrás, los gobiernos seguirán creando dinero de la nada para no pagar a través de esa vieja y mañosa vía.

En su momento en Inteligencia Financiera anticipamos que llegarían nuevas rondas de estímulos monetarios conocidos como Quantitative Easing (QE), pronóstico que se cumplió en noviembre pasado con el anuncio del QE2. Sin embargo, todo apunta a que estas compras de bonos (impresión de dólares) que se proyecta terminen en junio, continuarán con más QE ad infinitum, so pretexto de la debilidad de la recuperación y las altas tasas de desempleo.

Lo correcto, sería dejar de intentar tapar el sol con un dedo, y permitir que el sistema colapse por su propio peso, pues luego de un periodo doloroso, se reiniciaría el crecimiento económico con bases más sólidas. Al mal paso darle prisa.

En tanto eso ocurre en la “metrópoli”, más valdría poner nuestras barbas a remojar. Aunque con tamaños distintos, las debilidades fiscales de México, la dependencia del erario de los ingresos petroleros, el peso de las pensiones, la nula diversificación de nuestros mercados, etc., también nos obliga a replantearnos alternativas de prevención. Si aquellos “Pedros” yanquis ya nos anunciaron que ahí viene el “lobo”, de nosotros nada más, dependerá el creerles o no.

Guillermo Barba