No por nada esta semana el mismísimo Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal (Fed, su banco central) admitió el freno de la todavía economía más grande del planeta, que los conducirá a un periodo prolongado de más desempleados y menor crecimiento. Por eso vale la pena imaginar que México es aún como una gran lancha, cuyo motor externo se está quedando sin combustible y a la deriva.
No podría ser de otra forma. Ese combustible que se utilizó para revivir de manera temporal a la mermada economía gringa (impresión monetaria masiva sumada a colosales déficits fiscales), está a punto de agotarse. Eso explica además, entre otros factores, las recientes caídas en los índices bursátiles y commodities como el petróleo, oro y plata, etc., que se irán acentuando conforme aumente el pesimismo.
En el medio financiero se usa una analogía conocida como “el gato muerto”, para explicar una situación como esta. El razonamiento es el siguiente: si tú arrojas un gato muerto de un edificio de 50 pisos, es probable que rebote cuando golpee el piso; pero no significa que haya revivido…todavía está muerto. Así pues, esta obviedad nos ilustra la ilusión de la “recuperación”, que en realidad no era otra cosa que un mero rebote de un enfermo terminal: el sistema económico basado en el endeudamiento exponencial que, por definición, no puede durar para siempre.
De ahí que intentar resolver un problema de consumo, deuda y crédito excesivos, empleando más de lo mismo, sea sencillamente estúpido.
El origen de esta fantasía, está a punto de cumplir 40 años en agosto, pues fue en 1971 cuando se abandonó el último vestigio del patrón oro. En aquella data, el presidente estadounidense Richard Nixon, eliminó esa ancla que estorbaba a la libre creación de crédito y dinero, y cuya acción se convirtió en el “pecado original” que nos ha llevado a la arruinada economía mundial de hoy.
Ahora bien, retomando el dato inicial de este artículo, el elevado indicador de desempleo en mayo es cosa del pasado. Es decir, si bien la información nos es útil para confirmar lo que en este espacio hemos venido adelantando desde hace meses, no es más trascendental que mirar hacia delante. Si ya sabemos lo que vendrá mañana, tenemos solo dos opciones: no hacer nada, o ser proactivos. Sobra decir que lo segundo da mejores rendimientos, por lo que vale tener presente las tres “i” más importantes para nuestras finanzas personales: inflación, impuestos e intereses.
De ellas, sobre las que menos control tenemos a escala individual, son las dos primeras. La última, intereses, está en función de algo sobre lo que sí podemos manejar mejor, que es nuestro nivel de deuda. Para la mayoría de las personas (que no lleva una adecuada administración de su dinero), quizás lo más conveniente sería empezar a liquidar sus cuentas pendientes, y formarse poco a poco un hábito de ahorro e inversión.
Si uno está dispuesto a pagarle a alguien más intereses a cambio de capital, qué mejor que pagárselo a uno mismo. A final de cuentas, el círculo virtuoso inversión-ganancias-reinversión, puede ser la guía sencilla y perfecta para navegar en medio de una tempestad como la que se avecina, y de la que muy poco habremos de escuchar en los medios masivos de comunicación, hasta que sea demasiado tarde.
Twitter: @memobarba
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