La búsqueda de la mayor ganancia, sin lugar a dudas, es la que mueve las voluntades de los inversionistas que colocan sus capitales donde apuestan que la obtendrán. Bien sabido es que dos emociones son las únicas responsables de esa toma de decisiones: la ambición, y el miedo.
En este sentido, esas mismas sensaciones son las que, en el corto plazo, son capaces de mover en sentido contrario las cotizaciones de cualquier mercancía o valor, pese a encontrarse dentro de un mercado alcista o bajista mayor. En otras palabras, algo que está destinado a seguir para arriba o para abajo, a lo largo de su camino tendrá oscilaciones que la harán por momentos (que pueden ser meses o años), ir hacia el otro lado. Las circunstancias económico-financieras, desde luego, serán las detonantes.
Esos movimientos o “correcciones” que citamos, depuran el mercado y consolidan la tendencia que más tarde será retomada hasta culminar en frenesí. Eso es justo lo que ha estado ocurriendo, a propósito, con la dupla de metales preciosos, el oro y la plata, que acumulan meses a la baja mientras su mercado alcista mayor (bull market), permanece intacto.
La corrección del primero comenzó en septiembre pasado, cuando alcanzó un nuevo máximo histórico por encima de los mil 900 dólares por onza troy. La segunda hizo lo propio desde finales de abril de 2011, después de haber tocado casi los 50 dólares/Oz.
Ese camino temporal hacia abajo los ha llevado hoy a niveles alrededor de 1580 y 27 dólares, respectivamente. En ambos casos, es muy importante tener presente que las correcciones fueron precedidas por “mini euforias”, que antes los llevaron a subir muy rápido en poco tiempo. El péndulo, por supuesto, debía regresar.
En su momento advertimos con anticipación que las correcciones en oro y plata eran inminentes (http://bit.ly/Q4Btqa y http://bit.ly/nKbUZ1), pero pocos escucharon. La ambición y el miedo, cuando se acercan al clímax, estorban la razón y ciegan a los inversores. Esa misma opacidad es la que ahora les estorba para ver que, aunque las bajas podrían ser aún mayores en este punto –sobre todo en el oro, la pareja de metales preciosos se aproxima de forma acelerada a tocar fondo.
En este caso, las críticas circunstancias en Europa y las evidentes e innegables señales de una recesión global en puerta, como los recientes malos datos observados en Estados Unidos y China, por ejemplo, siguen impulsando el “factor refugio” que orilla a grandes inversionistas a liquidar (vender) posiciones en activos considerados de mayor riesgo, como las materias primas, para irse a los más “seguros”.
Por paradójico que pudiera parecer, a causa la endeble situación fiscal de los estadounidenses, en esa categoría se encuentran por un lado sus bonos del Tesoro, que conforme siguen inflando su burbuja comprimen todavía más sus rendimientos; y por otro, el dólar.
De ahí que los desplomes que nos ocupan, que además se ven magnificados por las grandes ventas de oro y plata papel, sean la otra cara de ese juego de vasos comunicantes de capitales.
No obstante, lo que no podemos perder de vista es que la Reserva Federal americana, capitaneada por Ben Bernanke, tarde o temprano volverá a actuar para dar respiración artificial a su enferma economía. El formato será el conocido: nuevas rondas de flexibilización cuantitativa (impresión monetaria) con métodos ya conocidos u otros menos “convencionales”, que aseguran que los metales preciosos y en general los activos tangibles, retomarán con diligencia y firmeza, su camino al cielo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario