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Y es que si bien en este espacio le hemos hablado mucho sobre el valor del oro y la plata, como herramientas de protección financiera contra las crisis, hay algo mucho más importante para la existencia de la humanidad: los alimentos.
Bien se dice por ahí que a todo
se acostumbra uno menos a no comer.
De ahí la relevancia de lo que nos informa la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, la FAO, de la mano de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, pues han dado a conocer que durante los próximos diez años, la producción agrícola mundial crecerá a un promedio muy bajo del 1.5%, mucho más lento que el 2.1% que creció los diez años anteriores.
De ahí la relevancia de lo que nos informa la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, la FAO, de la mano de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, pues han dado a conocer que durante los próximos diez años, la producción agrícola mundial crecerá a un promedio muy bajo del 1.5%, mucho más lento que el 2.1% que creció los diez años anteriores.
Esto significa un gran problema,
pues la creciente población del planeta requiere cada día más productos
alimenticios, y la escasez aumenta.
Entre las causas de esta caída en
la expansión agrícola están la poca expansión de las tierras agrícolas, el alza
en los costos de producción, la escasez de recursos y las presiones
medioambientales y del clima.
No debemos pasar por alto que por
lo general, este tipo de organismos suelen ser optimistas respecto a los
resultados que se esperan, por lo que en los hechos, debemos ver este anuncio como el preludio de lo que podría
convertirse en una nueva crisis alimentaria mundial.
Por supuesto, la menor
disponibilidad de alimentos solo puede significar que sus precios se seguirán
disparando en el futuro de mediano y largo plazos. Algo que los agoreros del
desastre para los precios de las materias primas, deberían de tomar en cuenta.
Su mercado alcista, pese a las bajas, no ha terminado.
Según el Índice de Precios de los
Alimentos de la propia FAO, 2011 sigue siendo el año en que históricamente,
estos fueron los más altos de que se tenga registro, y aunque parecieron perder
presión el año pasado, también es cierto que desde junio de 2012 esa tendencia
se volvió a revertir, y es cuestión de tiempo para que nos encontremos en los
altos niveles de hace dos años.
Por eso, muchos consideramos que
la utilización de recursos del campo para sustituir combustibles fósiles a
través de los llamados biocombustibles, es una medida que trae quizás más perjuicios que beneficios.
Se supone que se quiere ayudar al
medio ambiente reduciendo la contaminación con un recurso además renovable, y eso está muy bien, pero productos como el
maíz que bien podrían utilizarse para comer, terminan siendo quemados como combustible
en automóviles, por ejemplo. Convertir en humo lo que podría nutrir a miles o
millones de personas, no es una buena idea.
Se deben buscar mejores
alternativas en esta materia.
Ahora bien. En México ya nos
sabemos muy bien la historia de lo que ocurre cuando una mercancía como el
huevo o el pollo escasean, por lo que desde el gobierno se debe prever que no nos vaya a tomar por sorpresa esta
crisis que aquí anticipamos.
No podemos soslayar que nuestro
país tiene que importar alimentos de la canasta básica desde otros países,
porque no somos autosuficientes.
Esto si bien no es malo en sí
mismo, sí es riesgoso, pues es seguro que otras naciones preferirán alimentarse
antes ellas mismas que vendernos lo que nos haga falta, y si lo hacen, será a
un costo que será accesible para muy pocos.
Un foco de atención ahora que el
presidente de la República, Enrique Peña Nieto, ha puesto como una de las prioridades
de su administración el acabar con el hambre en el país.
Con una producción tan baja, cualquier mala cosecha por la razón que
sea, se vuelve peligrosa.
Se entenderá entonces que la
soberanía alimentaria es un asunto de seguridad nacional. El hambre es capaz de
generar inestabilidad social y hasta revoluciones, en casos extremos que ojalá
nunca se presenten.
Ahora bien, no todos son malos augurios.
Elevados precios significan
también buenas oportunidades para los productores agropecuarios, que podrán
obtener grandes beneficios de sus empresas.
Es por eso que incentivos a la
modernización, la producción y la inversión en el campo son más urgentes que
nunca, dentro de un mercado de verdad
libre, en el que se respeten los derechos de propiedad individual.
Tal vez estemos todavía a tiempo
para mitigar los efectos de la próxima crisis alimentaria, pero hay que poner
ya manos a la obra.
Estimado memo así como lo admiro por la información que trasmite y de su labor de prevenir un futuro dificil le comparto que en mi medio también lo hago pero encuentras oposición de unmentalidad parecida a la estadounidense antes del crack del 29 donde se mira un fututo feliz y de gratificación Inmediata y ya no lo hare cada quién que haga lo que quiera yo solo me preparare como la hormiga lo hace ante un invierno muy dificil saludos
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