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No podría ser de otra manera,
pues las señales que éste manda, se esconden a los ojos de la mayoría, tan
acostumbrada a mirar solo al precio que
cae, y no a algo mucho más importante que él y que nos expresa no solo su
valor, sino las verdaderas condiciones del sistema monetario: la Base y la Cobase del oro (gold Basis and Co-basis).
Ése es, sin duda, el secreto
mejor guardado del rey de los metales y que aquí comentaremos.
Este importante descubrimiento,
realizado por el fundador la Nueva Escuela Austríaca de Economía, el profesor Antal Fekete, no ha alcanzado la difusión
y mucho menos la aceptación por parte del “mainstream”, tan “ensimismado” en su
fallidas teorías monetaristas y keynesianas que nos hunden cada día en esta
nueva Gran Depresión global.
Las enseñanzas de Fekete retoman
la filosofía y método original de Carl Menger, piedra angular de la antigua
Escuela Austríaca.
De este modo, se parte de que el rol del oro como dinero real, el que la libre y espontánea acción de las
personas en su interactuar en el mercado eligió como tal, sin la contaminante
mano del Estado, es indisputable.
Ello incluso a pesar de que, una
vez que las leyes estatales intervinieron, lo separaran arbitrariamente de ese
papel en la vida cotidiana, para dar paso al uso casi exclusivo, del “dinero” fíat
que los gobiernos, a diferencia del oro, sí pueden manipular a su antojo y
conveniencia.
Sin embargo, la esencia del oro como dinero permanece intacta.
Y es que pese a todo, nadie podrá
jamás quitarle la condición de ser la mercancía, o la “materia prima”–dinero, que
posee el más elevado ratio stock-to-flow
(existencias sobre flujo)de todas.
Esto se debe a que no se consume,
como lo hacen las demás “commodities”, pues casi todo el oro extraído, debido a
su valor, permanece en alguna forma u otra (como joyas, lingotes, monedas,
etc.) sobre la faz de la Tierra.
Así, cada año la producción
minera agrega solo una mínima parte a los inventarios áureos, que se estiman en
175 mil toneladas.
El genio de Menger descubrió,
analizó y describió ese proceso de discriminación entre todas las mercancías
dinerarias que se utilizaron alguna vez, hasta
culminar en las dos más “vendibles” (oro y plata), aquellas que poseían el
menor diferencial (spread) entre el precio de compra y de venta, gracias al
apetito humano por aceptarlas de manera prácticamente ilimitada.
La vieja frase de que una
“monedita” de oro cae bien a todos, resultó cierta. Y todo, por la razón de que
esa aceptación o capacidad de ser vendida con el menor “castigo” (spread) de
entre todas las mercancías, gracias a su valor, convirtió al oro en el medio de
intercambio por antonomasia: el mejor
dinero de todos.
De ahí que quienes se sorprenden
de que algo tan “inútil” como el oro sea tan valioso, a pesar de no aportar
flujo de efectivo y de solo ser extraído de la tierra para almacenarlo en
bóvedas, dejen ver su ignorancia de que su función principal en el mundo, es la
de ser dinero, un pago en sí mismo, y por tanto, fungir el último extintor de
deudas.
Quien lo entrega, y quien lo recibe, dan sus cuentas por saldadas.
Vaya contraste con respecto al
dinero “fíat”, que es justo lo contrario: una deuda en sí misma, una mera
promesa de pago que requiere ser canjeada por bienes tangibles y/o servicios para
ser liquidada.
Lo malo es que a diferencia del
dinero metálico de oro y plata, el dinero papel puede ser creado sin límites, lo que ofrece una ventaja a quienes lo
reciben primero, pero sacrifica a los que se encuentran en la base de esa
pirámide.
Esta última condición es la que
dirige al mundo hacia un colapso económico como nunca se ha visto, pues esa anomalía,
la de usar y aceptar como dinero lo que no lo es, tiene consecuencias
gravísimas: expande al infinito lo que por definición no se puede, el consumo y el crédito.
La corrupción de ese sistema, se
detecta a propósito en lo comentado en un inicio: la Base y la Cobase del oro.
El cálculo de ambos, parte justo
de la relación o “spread” (diferencial) existente entre el precio spot (al
contado) del oro, y el futuros.
Y es que el análisis económico de
Menger se basa justo en términos del “spread”, y no en el concepto de “precio”
único o de equilibrio de un bien.
La Base tiene su origen en el mercado de materias primas agrícolas.
Una Base alta y creciente indica abundancia de existencias, y una Base baja y
descendente, lo contrario.
El Prof. Fekete fue el primero en
señalar la importancia de observar la Base
del oro como signo de las aflicciones del sistema financiero global, pues
otros indicadores como las tasas de interés interbancarias y los rendimientos
de bonos soberanos, pueden ser, como lo son, manipulados para enviar señales tergiversadas,
a favor por supuesto, de las principales divisas como el dólar, el euro, etc.
En términos simplificados, la
Base es la diferencia que hay entre el
precio del contrato de Futuro más cercano y el del metal al Contado (spot).
La Cobase es la que se obtiene de deducir del precio “spot”, el del futuro
correspondiente.
Si la base es positiva, que es lo
normal, la condición de mercado es de “contango”,
y lo opuesto, donde estamos ahora en el mercado del oro, “backwardation”.
En el gráfico para el contrato de
oro de agosto (cortesía de Sandeep Jaitly de Feketereaserch.com), se observa
cómo al acercarse el vencimiento, la condición de la Base (línea azul) se precipita
a la baja, incluso, en terreno negativo.
Este síntoma evidente de
“escasez” de oro, es una anormalidad. El oro, como ya se vio, no puede ser escaso
en el mercado pues sus inventarios se acumulan, siempre hay suficiente.
Si escasea, se debe a que las “manos
fuertes” que lo continúan atesorando, cada vez están menos dispuestas a
enajenarlo: la backwardation tiende así
a la permanencia, y por tanto, se vuelve inevitable un eventual colapso del
mercado de futuros, cuando la entrega se haga imposible.
No es posible conocer con certeza
cuándo ocurrirá, pero sí hay elementos suficientes para anticipar el suceso.
Por eso cada vez la gente
prefiere pagar al contado hoy más caro,
para tener su metal a la mano, que esperar a una promesa de entrega más barata en
el mañana. Incluso así, el valor que obtiene es alto, a precio de oferta.
Esa backwardation se hace notar también en los amplios y crecientes “premios”
(sobre precio) que el público está teniendo que pagar en el mercado físico. En
India, por ejemplo, reportes indican que los premios se han duplicado, y la
historia se repite en China, Dubai, y en casi todas las latitudes.
La novedad quizás es Japón, donde
por primera vez desde 2004, Tanaka Kikinzoku Kogyo K.K, la mayor minorista de
oro en el país, proyecta que venderá más oro del que compre, pues el interés de
los japoneses ha crecido con la caída de
precios.
En suma, el sistema monetario se
dirige al abismo, en silencio, mientras el “mainstream” y los detractores del
oro, lo denuestan y se mofan del desplome de sus cotizaciones, sin percatarse
de la gravedad de su mensaje esotérico.
Lo más relevante es que, a
diferencia de desplomes anteriores como el de abril, el oro no nada más no ha
salido de la condición de backwardation, sino
que ésta se ha pronunciado.
Al buen entendedor, pocas
palabras. Los ojos que lo quieran ver, que lo vean.
Sigo el blog como si fuese una de las tantas telenovelas que sigue la poblacion pero con la diferencia de que aprendo a pasos agigantados, no pierdo mi tiempo en basura televisada. En verdad que es excelente esta II parte Guillermo, muchas gracias yo creo que ademas de educar, haces que mucha gente despierte del marasmo en que nos tienen los medios. Sigue asi por que ya somo muchos los que seguimos tu blog. Saludos
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