La hora llegó. El mundo entero se mantuvo en vilo ante la expectativa del discurso de Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos. No era para menos, pues este jueves se esperaba el anuncio de la más ansiada de todas las rondas de lo que se conoce como “flexibilización cuantitativa” (Quantitative Easing o QE3, en inglés), junto con la promesa de mantener (manipular) las tasas de interés a un nivel históricamente bajo hasta 2015. Y Bernanke, les cumplió todo.
El pronóstico de esta columna hace tres meses, fue que se lanzaría “en la reunión del FOMC del 12 y 13 de septiembre, que al igual que la de junio, presentará un Resumen de Proyecciones Económicas y una conferencia de prensa de Bernanke.”
Esa tercera fase, que comprenderá la adquisición de 40 mil millones de dólares mensuales en activos respaldados en hipotecas, por un periodo abierto, en el que la Fed bien podría intervenir mucho más si las circunstancias, según su criterio, lo ameritan.
Esta ronda QE3 será la última anunciada como tal, pues de ahora en adelante solo se limitarán a dar a conocer los montos totales de compra, que a juzgar por los argumentos esgrimidos, no tendrá límites: una impresión monetaria al infinito.
La lógica es que, al vender los inversores sus activos a la Fed y recibir a cambio dinero líquido, estos lo utilizarán para gastarlo o reinvertirlo en áreas productivas, con su respectivo impacto benéfico en el crecimiento económico. Algo que suena muy bien en teoría, pero que en la práctica no solo no ha servido, sino que ha empeorado los problemas que se pretendía solucionar: el desempleo se mantiene tan elevado que cada día menos personas se sienten dispuestas a buscar trabajo, y la economía global se dirige a una nueva gran recesión.
De ahora en adelante, justo la ausencia de mejoras en el mercado laboral, será la que justifique futuras intervenciones. Es decir, si el desempleo no cede –y no lo hará, la Fed realizará “compras de activos adicionales y empleará sus otras herramientas de política monetaria según sea apropiado”. Lo que los hechos demuestran es que todas sus armas de política monetaria cada día proporcionan un alivio menos duradero, y no falta mucho para el punto en el que sean totalmente inútiles.
Llegado ese momento, no importaría nada que Bernanke prometiera tasas de cero por ciento para siempre, el mercado de bonos del Tesoro comenzará a derrumbarse con las consecuentes alzas en sus rendimientos. Algo como lo que vimos puso a temblar a España e Italia, pero de proporciones infinitamente superiores.
Llegará el día que cada vez menos inversionistas se sentirán convencidos de que esos “treasuries” sean de verdad de riesgo cero, pues aunque siempre les podrán pagar con billetes recién impresos, irremediablemente estarán perdiendo valor desde el mismo momento en que lo tengan en sus manos.
Esa devaluación se seguirá haciendo patente en la escalada del precio de los metales preciosos, oro y plata, que vieron ayer explotar al alza sus cotizaciones en el mismo momento en que se dio a conocer el comunicado de la Fed, por una razón: ambos son un dinero que nadie puede crear a voluntad.
Asimismo, su nueva medida nos anticipa que en 2013 no habrá tampoco los prometidos recortes presupuestales en el gobierno americano (no “fiscal cliff”). Pasadas las elecciones de noviembre, el Congreso se sumará a la nueva acometida de Bernanke con los mismos pretextos: “abatir el desempleo”. De este modo, lo que en el banco central es la promesa de impresión y tasas de interés ínfimas, será la garantía de déficits fiscales permanentes.
Cabe recordar que la Reserva Federal tiene un doble mandato de procurar el “máximo empleo” con “estabilidad de precios”. Esto le brinda la excusa perfecta para intentar compensar las descomunales presiones deflacionarias (de contracción del crédito) con creación de dinero. Uno que si bien pueden fabricar, no pueden decidir adónde irá a parar.
Muy pronto países como México, que pagan diferenciales positivos de tipos de interés con respecto a E.U., tendrán que hacer algo para contener este nuevo tsunami de dólares que vuelve a inundar el planeta, pues además podría crearles burbujas en sus valores.
Por eso, es indudable que los activos tangibles serán los beneficiarios directos de este QE ad Infinitum. La historia es contundente para demostrarnos que cada vez que se ha realizado este experimento de estimular la economía con dinero de papel, el resultado es la depresión total.
De este modo, Bernanke ha puesto ya la mesa para que a la vista, esté el logro de nuevos máximos históricos en oro y plata que, aunque con correcciones en el camino, se alcanzarán en cuestión de meses. La desesperación del presidente de la Fed ha llegado al punto del terror, que jamás admitirá. Un mensaje entrelíneas que nadie a quien le importe sus finanzas y seguridad debería ignorar, pues ya prácticamente no le queda nada más por hacer. El punto de no retorno, ha quedado atrás.
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Sr. Guillermo Barba, sigo su blog desde hace unas semanas, me agrada las ideas que expresa en el mismo, sigua asi!!
ResponderEliminarExito!!
No hay voluntad en controlar la especulación sobre las commodities. En los ultimos años mas del 50% de las transacciones de futuros no son fisicas. Hace años SI lo eran. Volviendo en el pasado, se limitarán grandes fluctuaciones y burbujas. Debería ser permitido solo contra fisico. Nuevamente los bancos centrales no le cierran el circulo a los bancos y brokers.
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