Existe en el planeta una ola
gigantesca, más grande que cualquier tsunami que jamás se haya producido, y que
amenaza con destruir el mundo civilizado como lo conocemos. Esa onda
devastadora, por primera vez en la historia de la humanidad, se está generando
simultáneamente desde varias latitudes, y es justo por ello, que sus
consecuencias serán también sin precedentes.
Se trata, ni más ni menos, de la
inundación global de dinero fíat (dinero de papel y/o digital), que los
principales bancos centrales están inyectando a la economía, con la supuesta
intención de estimular el crecimiento y la generación de empleos.
Esa gran mentira, será la versión
oficial que escucharemos siempre, pero que esconde una realidad: jamás la
impresión de billetes sin control ha creado riqueza, pues si así fuera ni el
aumento interminable de los precios, ni la pobreza, existirían. Bastaría con
repartir billetes a todos cada vez que lo necesitaran, incluso, sin tener que
trabajar.
Un sueño tan maravilloso como
absurdo, que existe gracias a la batalla temporal que ganaron los apologistas
del sistema de reserva fraccionario, los adoradores de la deuda y los adictos
al consumismo, cuando en 1971 el dólar –y por ende todas las demás divisas, abandonó
por decreto el patrón oro.
Ese molesta “reliquia barbárica”
que les impedía expandir a su entera voluntad la cantidad de circulante, aunque lo hicieron, pues para ello hacía
falta antes tener su respaldo en el escaso metal físico.
Una vez removido ese estorbo,
pocos se atreverían a desafiar la idea que en otros tiempos hubiese parecido
ridícula, de aceptar como pago por mercancías ya no otras mercancías, sino
meros billetes pintados de verde que los americanos podrían crear sin límites, y
que los demás países estarían obligados a acumular como “reserva”.
De ese experimento que ya cumple
más de 41 años, puede conocerse de antemano el resultado volteando a ver lo que
ha pasado con todos los que antes intentaron hacer lo mismo, como la Francia de
finales del siglo XVIII (descargue el libro gratis: http://bit.ly/ojPJDU). Esta vez, no solo no será diferente, sino que la ruina y miseria
que acarreó, serán mundiales.
No es casualidad entonces, que el oro y la plata físicos, el dinero real, se sigan escondiendo en las manos de
aquellos que buscan guarecerse de esas calamidades.
Los ejemplos de esta creación
monetaria, llamada ahora “flexibilización cuantitativa” (QE en inglés), son tan
inmediatos que en menos de una semana tenemos dos: la Reserva Federal (Fed) estadounidense
y su tercera ronda QE3 o QE ad infititum; y el Banco de Japón (BoJ) que
decidió ampliar su “estímulo” monetario aumentando sus compras de activos a 80
billones de yenes.
La siguiente gráfica de Steen Jakobsen, economista en jefe de
Saxo Bank Dinamarca (tomada del blog de “Mish” Shedlock), es muy clara al
exhibir los crecientes porcentajes de las hojas de balance de la Fed, el Banco
Central Europeo (ECB), el de Japón (BoJ) y el de Inglaterra (BoE) respecto al
PIB nominal de sus países. Pura creación monetaria.
La Fed, que se había rezagado,
tardará solo algunos meses en alcanzar niveles cercanos a los del ECB y el BoJ.
No sería una sorpresa entonces, que el siguiente en la lista de anuncios de inyección
de liquidez, sea el Banco de Inglaterra. Más agua y fuerza para el “tsunami”
financiero.
No podemos olvidar que el ECB,
aunque en teoría no puede hacer lo mismo, se ha comprometido en la compra
ilimitada de bonos de naciones en problemas, que en los hechos, es una monetización disfrazada de su deuda, un fraude.
Todo esto, en medio de un
contexto en el que una nueva recesión global es inminente, como lo anticipan
los pésimos datos económicos revelados esta semana en la eurozona, que ha
sufrido su peor contracción desde junio de 2009; en Japón, cuyas exportaciones
se han hundido por tercer mes consecutivo; en China, que ve su índice de
producción manufacturera en mínimos de 10 meses; y en los propios Estados Unidos, cuyas manufacturas
tuvieron su peor trimestre en tres años.
En suma, pese a que los
resultados demuestran que las flexibilizaciones cuantitativas no solo no
solucionan nada, sino que agravan el problema de fondo (el exceso de crédito,
deuda y consumo), la recurrencia e intensidad de las crisis, los bancos
centrales no se detendrán. No es lo correcto, pero es lo único que saben y se
sienten dispuestos a hacer, pues las presiones que reciben tras bambalinas son
inimagibnables.
Ojalá que gobernantes y
presidentes de esos institutos centrales, entendieran que la “borrachera” de expansión
crediticia se ha terminado, y que cuando se llega a este punto no queda más que
resentir la depresión y pagar las consecuencias de sus excesos. Cuanto más
pronto ocurra esto, por la buena o por la mala, más cerca se estará de iniciar la verdadera recuperación económica.
Guillermo Barba
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Siguiendo con mi razonamiento anterior, la expansion monetaria es necesaria (por ahora), pero peligrosa por no ser bien canalizada, El costo de crédito al consumo debe aumentar y el costo de crédito a la inversión de en industria y construcción debe bajar. Beneficio por x años a las empresas que toman nacionales y extranjeros (en particular) que tengan diplomas secundarios y universitarios. Desconozco el estado (%) del nivel de estudios de los jovenes que si estudia,>> de ser bajo incentivar.
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