Este
jueves se vivió una euforia real en los mercados financieros de todo el mundo,
cortesía de Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo (BCE), que
anunció una medida que, para muchos, por fin cumple con su compromiso de hacer “todo
lo que sea necesario” para defender la existencia del euro: la compra ilimitada
de bonos soberanos de países en problemas, conocidas como “transacciones monetarias
directas”.
La
decisión, con dedicatoria especial para España e Italia, tiene como objetivo la
reducción de tipos de interés, y por ende, de los costos de financiación a que
están expuestos. Las adquisiciones, que serán en bonos con vencimiento de uno hasta
tres años, se supone que están sometidas a una limitación estricta que, de
entrada, exige que los interesados deban solicitar un rescate a sus socios
europeos y cumplir con las condiciones que para ello se les impongan.
Esto
en el caso de la Unión Económica y Monetaria, no es más que palabras que se
llevará el viento. No podemos olvidar que, justamente, es el incumplimiento de
compromisos asumidos por los integrantes de la misma, desde su constitución, lo
que nos trajo hasta aquí.
Grecia
es el ejemplo perfecto de aquel que se dice dispuesto a todo hoy, con tal de
recibir su “medicina” financiera, pensando en que mañana ya verá cómo vuelve a
convencer a sus socios de que le den una nueva oportunidad. Así pues, esta
dependencia llevará siempre a la práctica de estirar la mano en espera de
ayuda. Un “modus vivendi” que durará
hasta que, los que brindan el apoyo, se cansen.
En
este sentido, Draghi podrá tener razón en que “el euro es irreversible”, pero
no con la totalidad de sus miembros. Rajoy, Monti y compañía, solo han ganado
algo de tiempo, y en Grecia, pueden ver el futuro que les aguarda.
La
medida del BCE, como es obvio, no resuelve por sí misma ningún problema de
fondo, porque atiende nada más a un efecto o síntoma –la subida de tasas de
interés, y no a las causas que han generado todas las tribulaciones económicas.
Entre ellas, desde luego, está el descomunal derroche público y el sobre
endeudamiento de gobiernos, empresas y personas. Las cláusulas que les impongan
los rescates, no ayudarán mucho a resolver esto.
El
caso griego es un referente que nos muestra lo poco dispuestos que están los
gobiernos a someter a más presión a sus electores, cuando estos tampoco están
en el ánimo de mantener administraciones, que los castiguen más en tiempos de imparables
aumentos en precios de alimentos y desempleo histórico. Con el tiempo, no hay
duda que cuando menos tres de los llamados PIIGS
(Portugal, Italia, Irlanda, Grecia y España), tendrán que tomar la única salida
que desde el principio tuvieron: salir del euro.
Por
otro lado, debemos señalar que estas “transacciones monetarias directas”, contribuirán
y no disminuirán, a la especulación en el mercado de bonos. Resultado idéntico
al que ha empujado la Reserva Federal estadounidense (Fed) con sus
flexibilizaciones cuantitativas (QE,
en inglés).
Y
es que si bien es cierto que el BCE
renunciará a su condición de acreedor preferente, y que a diferencia de la Fed estas
operaciones serán “esterilizadas” (es decir, que se retirará una cantidad de
liquidez igual a la que se inyecta con las compras), lo que se está cometiendo es una artera y cínica manipulación del
mercado.
La
excusa de que lo hacen para reducir distorsiones en los tipos de interés, causadas
por los “especuladores”, es un sofisma. Esos inversores no son responsables del
mal manejo económico- financiero que han hecho políticos populistas de todas
las corrientes políticas, causa real de la caída en el valor de los títulos de
deuda soberanos. Su trabajo, en cambio, es ganar dinero en el mercado, sea que
este vaya hacia arriba o hacia abajo.
De
este modo, esos especuladores agradecerán el trabajo de Draghi, pues el mensaje
que ellos reciben es que el riesgo “no existe”. Cada vez que se disparen las
tasas de interés, comprarán bonos que, casi de inmediato, podrán vender más
caros al BCE. Un negocio redondo y sin esfuerzos. Más especulación patrocinada
desde el banco central.
Vaya
forma de financiar, o mejor dicho, de disfrazar la monetización de deuda de los
estados miembros más irresponsables. No por nada Jens Weidmann, presidente del Bundesbank, ha votado en contra de las decisiones del BCE. Tal
parece que la capacidad de estos políticos para eludir la ley, es tan infinita
como su estupidez.
El ultimo párrafo lo cerraste con broche de oro.
ResponderEliminarEl mantenimiento del Euro es fundamental. Bajar las tasas de los bonos tambien. El problema son los brokers que primero las tiran arriba y despues que el BCE compra van para abajo. Imponer impuesto a las ganancias sobre transacciones de bonos y acciones compradas y vendidas en un rango de tiempo. Esto limitará la especulacion. Prohibir los programas electronicos de trading, esto dara estabilidad. El problema es que los gob. estan a la merced de los grandes bancos y no terminan por cerrarle el circulo. O sea, no hay una verdadera voluntad.
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