Imagen: Marketwatch |
Para muchos inversores, no
termina de quedar claro por qué la expectativa de desempeño de uno de los
metales monetarios, la plata, pinta mucho mejor que la del oro. Para entender
esto, echemos antes un vistazo a la información más reciente referente a su
demanda física.
Y es que en 2013, esta se ha
disparado… al menos en Estados Unidos.
De acuerdo con datos de la propia
US Mint (Casa de Moneda), en enero y
febrero se alcanzaron cifras récord de
colocación de las denominadas Águilas de Plata Americanas (American Silver
Eagles), que son monedas que contienen una onza (31.1 gr.) de plata pura.
El mensaje que esto nos deja es
contundente: pese al ruido con el que la mayoría de los grandes medios
especializados nos aturde, aludiendo una y otra vez a una “recuperación” que no
termina de cuajar, en silencio una minoría informada prefiere ampararse en la
protección financiera, que pocos activos como los metales preciosos físicos pueden
proporcionar.
La cifra final para enero –mes
tradicionalmente de alta demanda, ascendió a la marca de 7.498 millones de onzas
vendidas. Sin embargo, pudieron ser muchas más debido a que desde mediados de
mes, la US Mint vio agotadas sus existencias. Solo hasta los últimos
días la venta se reanudó, pero de forma racionada.
Asimismo, febrero fue de máximos
históricos. La colocación de onzas de plata fue de casi 3.369 millones, un dato
sin precedentes para este mes de solo 28 días.
Para darle una idea de la
dimensión que esto representa, la suma de estos dos primeros meses, cercana a
los 11 millones de onzas, es superior a
la venta anual de todos los años anteriores a 2008.
Por supuesto, esta avidez por la
plata ha sido alentada por las repetidas e inducidas bajas de precio que ha
sufrido en lo que va del año, y que desde febrero la llevaron de nuevo a
alcanzar niveles claros de oportunidad de compra.
American Silver Eagle |
Y es que como lo ha señalado el experto
mundial en metales preciosos, Eric Sprott, un hecho relevante que está siendo
pasado por alto por la mayoría, es que a los actuales volúmenes de venta, el público está adquiriendo casi 50 veces
más plata física que oro.
Este número, no está muy lejos
del ratio oro/plata (cociente obtenido de la división del precio del primero
por el de la segunda), y que se ubica a la fecha en alrededor de 55, muy lejos también
de la clásica razón de 15 a 1 entre ambos.
Esto no diría mucho excepto por
algo: ese ritmo actual de consumo es
insostenible en el largo plazo.
¿Por qué? De entrada, el mundo
sólo produce once veces más plata que oro, y una gran cantidad de ella es
consumida en miles de usos industriales. En cambio, casi la totalidad del metal
amarillo es atesorada de alguna forma o de otra. Eso, deja muy poco del metal
blanco para saciar el apetito inversionista.
Sprott ha hecho los cálculos, y
estima que existen apenas tres onzas de
plata disponibles para inversión, por cada onza de oro, motivo suficiente
para anticipar que para corregir este desbalance, la plata tendrá que
apreciarse muy por encima de su cotización actual, y de su máximo histórico de
50 dólares, a un ritmo acelerado.
Del mismo modo, no podemos soslayar
que de la dupla de metales preciosos, el oro está hoy solo 18% por debajo de su
récord histórico nominal, mientras que la plata, casi 43% abajo. La antigua
norma de comprar barato y vender caro, nos permite ver cuál de las dos, luce como mejor opción al momento.
Como ve, hay una divergencia
notable entre lo que ocurre en el mercado de papel, dominado por el miedo y los
manipuladores en las últimas semanas, y el mercado real, el del bien tangible.
Por eso, cada caída en el precio de la plata producto de la especulación en el
mercado de futuros, se corresponderá
siempre con una respuesta contundente del lado de la demanda física.
Sobra decir que en el lejano
Oriente, los asiáticos son grandes beneficiarios de esta política occidental de
procurar mantener deprimidos los precios del oro y la plata, donde una vez
desembarcados, jamás volverán.
Que nadie se sorprenda entonces
que analistas como Stephen Leeb, estimen que en dos o tres años, China será el
mayor tenedor de oro (físico, por supuesto) del planeta.
Tampoco que al final de este mega
ciclo de expansión crediticia, acelerado a partir del rompimiento con el patrón
oro en 1971, oro y plata entren en un ciclo de auténtica burbuja que los llevará a alcanzar precios que hoy, nos
parecerían ridículos. ¿Cuáles serán estos? Dependerá de cuánto más billetes
los banqueros centrales estén dispuestos a imprimir, como lo siguen haciendo.
Entonces, y solo entonces, esos metales,
los últimos extintores de deuda, recuperarán algo de su prestigio y posición
dentro del sistema financiero internacional. Como sea, mientras eso ocurre,
ojalá que cada día sean más los que, discretos, renuncien a seguir el juego a
los beneficiarios de la corrupción de la moneda, y decidan mejor atesorar sus metales preciosos, el que les
parezca mejor, en propia mano.
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