Las últimas semanas han estado
cargadas en los medios financieros, de información que, según nos dicen, supone
un fin inminente a la oleada histórica de flexibilizaciones cuantitativas (QE, por sus siglas en inglés),
principalmente, desde la Reserva Federal (Fed), banco central de Estados
Unidos.
La CNBC reporta un caso típico,
como el de un estratega de J.P. Morgan, Geoff Lewis, quien asegura que su
visión es que “no habrá más QE desde los
Estados Unidos después de diciembre de este año.”
Sin embargo, esta equivocada conclusión es producto de un análisis “cortoplacista”,
típico de aquellos que solo se dejan influir por las noticias del momento, por
la coyuntura económico-financiera.
Conscientes o no, le hacen el
juego al optimismo oficial de autoridades políticas y monetarias que, en cada
oportunidad, exaltan los datos que consideran buenos y desdeñan los que no les
convienen.
Poco les importa que la mayoría
desinformada del público, sea inducida de este modo a tomar decisiones
equivocadas.
Estos “expertos” citan una y otra
vez, lo positivos que han sido los últimos datos de la economía más grande del
mundo, como los del empleo en abril, que reportaron un incremento en la nómina
no agrícola de 165,000 puestos de trabajo, superando el esperado de 145,000
plazas, y que se supone permitieron que la tasa de desempleo disminuyera a
7.5%.
No obstante, la realidad es muy
distinta. Ni hay recuperación real ni
los estímulos monetarios serán retirados.
Para decirlo claro, la estrategia
de salida de la Fed es una: no hay estrategia de salida.
Y no la hay porque esta política
acomodaticia global no tiene precedente, y en el fondo, como lo hemos expuesto
en este espacio, cada día existen más indicios de que la peor pesadilla de los
banqueros centrales, la deflación
–lo opuesto a la inflación, se está
presentando.
El actual fenómeno de “backwardation” en el mercado del oro,
que tiende a hacerse permanente, es el más prominente de los síntomas (los
detalles y explicación de esto los encuentra aquí)
La fórmula que dictan los libros
monetaristas y keynesianos, asegura que la vía para contrarrestar la
destructiva deflación, es la impresión monetaria y la expansión del gasto
público. Por eso ambas herramientas han sido utilizadas al extremo desde el
inicio de la crisis de 2008-2009, y a la fecha, siguen cruzando los dedos para
que den resultado.
Sus esfuerzos, no solo serán inútiles, sino además agravan el problema deflacionario.
No hay duda de que el rebote
económico que propiciaron con esos instrumentos, es solo eso, nada más.
Retirar los estímulos QE no ocurrirá, en tanto que estos son los alfileres que sostienen la
maltrecha economía del planeta.
La Fed, el Banco de Japón, el de
Inglaterra, etc. pretenden en cambio llegar hasta las últimas consecuencias en
su expansión crediticia y monetaria, con el único fin real que tienen: destruir
sus divisas. ¿Qué otra cosa puede ser el aspirar a que los precios suban y
suban?
Ahora bien. Los optimistas y
promotores del “inminente” retiro o recorte de las rondas de flexibilización
cuantitativa, deberían dejar de esconder que omiten a propósito las propias
palabras de la Fed, que en el último comunicado de su Comité de Mercado Abierto
(FOMC), dijo sentirse “preparado para
incrementar o reducir el ritmo de sus compras (de activos), para mantener una
adecuada política acomodaticia conforme cambien la perspectivas del mercado de
trabajo o la inflación.”
En todo caso, con la debilidad
económica de fondo, la Fed estaría más cerca de expandir sus rondas QE –con la están “imprimiendo” 85 mil
millones de dólares mensuales, que de detenerlas.
Más allá todavía, la Reserva
Federal asegura que esta política monetaria expansiva, permanecerá por un “tiempo
razonable” después de que concluya su
programa de compra de activos.
En suma, de la misma manera que
una golondrina no hace verano, “buenas cifras” económicas temporales no hacen
una recuperación auténtica.
Lo único cierto, es que este
experimento universal, cuyo sistema monetario está basado en dinero fíat (de
papel, digital, etc.), que comenzó con el abandono formal del patrón oro en
1971, tendrá un desenlace fatal de consecuencias insospechadas.
Así ha sucedido cada vez que se
ha intentado en el pasado crear “dinero”
para intentar salir de una crisis, y ésta, no será la excepción. La novedad en
todo caso, es que sucede a escala mundial.
Solo aquellos que cuenten en sus
manos con dinero real, oro y plata,
serán capaces de ver en retrospectiva el bien que se hicieron a sí mismos al
tenerlos. Ellos, como medios de pago en sí mismos, serán el último refugio de pie, cuando llegue
el inevitable colapso de las deudas impagables, ese gran cáncer económico, que
nos tocó vivir.
El Dolar y las "monedas fuertes" son EL MAYOR FRAUDE DE LA HISTORIA RECIENTE.... el tiempo dirá. Saludos
ResponderEliminar...los engaños y el dinero de "papel"
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