Imagen: sexenio.com.mx |
No hay espacio económico en el
que no se aborde el tema de la posible
alza de tasas de interés que la Reserva Federal (Fed), banco central de
Estados Unidos, podría efectuar en su reunión de junio próximo. Conviene
recordar que desde diciembre de 2008, la Fed bajó su rango objetivo para la
tasa de fondos federales de 0 a 0.25% –un mínimo histórico, y se puso a
inyectar dólares para tratar de estimular el crecimiento a través de la compra
de activos.
Así las cosas, la economía
estadounidense logró maquillarse y lucir
mejor en apariencia, y países como México, se beneficiaron de flujos de
capital que no dejaban de llegarnos. Pero claro, la expectativa comenzó a
cambiar el año pasado cuando la Fed, contuvo la inyección de dinero y lo que se
espera, es que las tasas comiencen a subir.
Con motores como Japón, China y
Europa en serios apuros y con la imprenta de dinero en marcha, los capitales han comenzando a regresar al
dólar, que todavía es visto como
refugio. Esa es la razón principal de que haya subido tanto y de que
economías emergentes como la mexicana estén padeciendo las consecuencias.
Sin embargo, podría venir un
respiro, porque a diferencia de la mayoría de analistas, en este espacio hemos sostenido desde hace un año que la Fed no subirá
las tasas, no porque no quiera, sino porque de hacerlo, provocaría una
auténtica estampida de capitales hacia el dólar, tumbaría las bolsas y el
mercado de bonos, y entonces sí, entraríamos de golpe a una recesión global.
Este analista consultó con tres
expertos internacionales al respecto: Jim
Rogers, el gurú de las materias primas; Jim Rickards, autor del best
seller “Currency Wars” y al Prof.
Antal Fékete, fundador de la Nueva Escuela Austríaca de Economía (NASOE por
sus siglas en inglés).
En exclusiva para Inteligencia
Financiera Global, Rogers opinó que aunque no tiene idea de si la Fed subirá o
no las tasas, en realidad “casi siempre sigue al mercado, a pesar de la
sabiduría convencional que cree que son ellos los que están a cargo”. De ocurrir,
asegura, “la mayoría de los mercados emergentes
se vendrían abajo primero, pero subirían después”. Para protegerse de esa
eventualidad, recomendó “aprender de coberturas como la venta ‘en corto’ y/o sobre
otras divisas y/o activos reales, como la agricultura.”
Por su parte, Rickards considera
que la Fed es probable que no suba tasas este año, porque al abandonar la
política de orientación hacia adelante, “sólo les quedan los datos como guía
para su política. Los datos que vienen son muy débiles y la inflación está
cayendo. El resultado será que no haya alzas de tipos”. Eso sí, aclara que si
sucediera, quien esté endeudado en
dólares tendría problemas porque la divisa se fortalecería, sobre todo en
mercados en desarrollo como México. Rickards
recomendó comprar bonos del Tesoro a 10 años como protección para esa
contingencia, pues si la Fed actúa, “empeoraría la deflación y esos bonos se
desempeñarían aún mejor”.
Antal Fékete fue mucho más
profundo y explícito: Janet Yellen “insinuó que un aumento de tasas no está
considerado. Es ‘flexibilización cuantitativa’ (QE) por los siglos de los
siglos, amén.” Para el profesor, la Fed ha perdido todo margen de maniobra que
pudo haber tenido alguna vez, “Janet está moviendo una palanca de velocidades
que no está conectada a la transmisión.” Aún así, opinó que si escalara los
tipos, las consecuencias serían terribles
y rompería la columna vertebral de la economía, que colapsaría.
Fékete advirtió que la única
manera de elevar las tasas de interés sería eliminando la compra de bonos –recordemos
que aunque ya terminó oficialmente el QE, la Fed mantiene las compras de
reinversión para mantener expandida su hoja de balance–, lo que tiraría por la
borda sus precios. De este modo “el capital del sistema sería aniquilado y la economía
se hundiría en depresión. El oro es el
único refugio bajo esas circunstancias”. Por lo anterior, para el fundador
de la NASOE, es más probable que la Fed mantenga el curso actual, haciendo libre de riesgos la especulación en el mercado de bonos, que a la larga, también nos
dirige hacia la deflación y la depresión.
Por eso, en un ambiente en que la
economía está condenada, insistió en que “el
oro es una de las dos formas de capital que pueden sobrevivir la destrucción de
capital, la otra, es la plata.” Su recomendación para México y otras
economías emergentes es que incentiven a que la gente compre estos “seguros”
como escudo contra la depresión.
En suma, aunque la mayoría de
analistas espera el alza de tasas en junio, lo cierto es que la Fed no tiene
mucho margen de maniobra. Los futuros de la tasa de fondos federales anticipan
que la subida podría llegar en septiembre, pero como vemos, la realidad es que la Fed no tiene vías de escape que no impliquen
un colapso del sistema. Si espera,
malo, si desespera, peor.
La Fed entonces está ante el
dilema de si saltar al precipicio o esperar, caminando a la orilla del barranco
hasta que también se acabe el camino. Si opta por esta segunda vía, llegará el
respiro al que nos hemos referido para divisas y mercados sobre todo de países
como México. Será entonces la última oportunidad de preparase para lo que
vendrá, porque, como podrá entenderse, una
nueva crisis ya no se puede evitar.
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