Como sabe, los últimos meses ha
prevalecido una fortaleza del dólar que se ha acentuado en semanas recientes.
Los 16 pesos mexicanos por unidad están a la vuelta de la esquina, y no se ve
hasta dónde podría parar. En este espacio anticipamos desde el año pasado que
los “sólidos fundamentos” de la economía mexicana no eran tales. Debido a
diversos factores como la deuda creciente, el déficit público del gobierno no
visto en décadas y los números
rojos de Banco de México en su balance general, entre otros, nuestra divisa debía ser evitada. Quien
tomó posiciones ahora celebra y llena sus bolsillos. El resto, seguirá
lamentando el no haberse posicionado a tiempo contra la devaluación de nuestra
moneda.
En fin, en este contexto no han
dejado de multiplicarse las voces de “expertos” que tratan de explicarnos que
no es que el peso esté débil, sino que es el dólar el que está ganando fuerza.
De esto último no hay ninguna duda. El Índice Dólar –que es calculado con base
en su tipo de cambio frente al euro, yen japonés, dólar canadiense, libra
esterlina, corona sueca y franco suizo–, se
encuentra en niveles alrededor de 100 puntos, no vistos desde 2003. En el
gráfico siguiente (cortesía de Bloomberg)
puede apreciarse su subida desde mediados del año pasado.
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Pese a lo anterior, se equivocan
quienes buscan justificación o consuelo para la divisa mexicana. Tanto el gobierno Federal como el Banco de
México (Banxico) no han hecho bien las cosas. Por desgracia, el primero
aunque ya anunció un recorte al gasto, la realidad es que resulta insuficiente
para balancear las finanzas públicas y, por si fuera poco, el secretario de
Hacienda, Luis Videgaray, dijo ya que bajar los impuestos está descartado. Eso
sí le daría impulso real a nuestra economía, pero no lo quieren hacer porque implicaría que dejaran de derrochar
el erario, un impensable.
Banxico por su parte, sigue
dormido frente a una realidad que le demanda una subida de su objetivo de tasa
de interés interbancaria a un día, a niveles muy por encima de la tasa
inflacionaria. Para quien dice que esto dañaría la “recuperación” en marcha,
cabe responderle que no hay tal
recuperación, y que mantener las tasas a niveles mínimos históricos no ha
servido para impulsar el crecimiento, ni en México ni en el mundo. Lo único que
han conseguido los banqueros centrales con estas políticas es expandir aún más los niveles de
endeudamiento y que los ahorradores sean aniquilados.
Una economía que destruye el
ahorro, destruye también capital y por tanto, está condenada no solo al
estancamiento, sino a caer en el hoyo
negro de la depresión. Tratar de resolver un problema de exceso de deuda,
créditos, consumo e impresión monetaria con más de lo mismo, es simplemente estúpido.
A propósito, como recordará, la
Reserva Federal (Fed) –banco central estadounidense, concluyó el año pasado su
programa de “flexibilización cuantitativa” (QE por sus siglas en inglés). Con
él, lanzó un “tsunami” de dólares al mundo que, en el caso de México, trajo
consecuencias como la sobrevaluación del peso y que los valores gubernamentales
mexicanos en poder de extranjeros alcanzaran niveles récord. Hoy, la estafeta
de la impresión monetaria ha sido pasada
a otras latitudes con serias tribulaciones económicas como Europa y Japón,
motivo por la cual la oleada se está revirtiendo y el dólar apreciando.
Dicho de otro modo, todo el
esfuerzo de la Fed para devaluar al dólar fue en vano. Lo único que logró fue
desencadenar una “guerra de divisas”, que pese a sus esfuerzos, ha perdido de manera contundente: el
billete verde está “vitaminado”.
Este hecho, sumado a una baja
inflación y a que la economía estadounidense muestra signos de estancamiento
y posible recesión, hace que la tan esperada “alza de tasas” de interés de
la Fed que el consenso espera para este año, los deje esperando sentados. Un breve recordatorio de que nunca es
buena idea seguir a la masa.
Subrayamos lo anterior porque hoy
casi todos aman al dólar y desprecian al oro. Es cierto que debido a esta
temporal fortaleza de la divisa americana, puede llegar a niveles
insospechadamente altos frente a otras monedas y al oro. Pero que nadie se
confunda. Si con el empujón de la manipulación del mercado el oro se quiebra y
rompe el soporte todavía lejano de los 1 mil dólares, la bandera de la oportunidad de compra estará ondeando a todo lo que da.
De manera análoga a como
advertimos en julio que el peso se devaluaría –y que por cierto pocos creyeron,
recordamos que en el fondo la economía global y el sistema financiero no son
hoy más fuertes que en 2008-2009, sino más débiles. Después de este auge de
duración desconocida, una crisis de divisas está garantizada y el dólar, será
el protagonista. Por eso mejor olvídenlo,
amen al oro.
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