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viernes, 9 de noviembre de 2012

URGE MONETIZAR LA PLATA: UN SALVAVIDAS EN TIEMPOS DE CRISIS


Hace unos días, al recibir una serie de brillantes monedas de 10 pesos de nueva emisión, alguien dijo a este periodista que lo único malo de ello, es que se “sentía feo” desprenderse de ellas, y que prefería guardarlas, o bien, gastar primero las más viejas. Creo que todos alguna vez habremos sentido más o menos lo mismo, pero pocos saben que precisamente eso es lo que dio origen a lo que hoy se conoce como laLey de Gresham”.

Para decirlo sencillamente, esa ley dice que en presencia de dinero “malo”, el dinero “bueno” tenderá a desaparecer de la circulación. En otras palabras, cuando a la par se pueda liquidar un pago indistintamente con algún tipo de divisa, billetes o monedas, esto dará pie a que se prefiera hacerlo con aquellos que sean de la menor calidad.

Esto significa que uno preferirá deshacerse de los más deteriorados antes que los nuevos, pero también que optaremos por pagar con tarjeta de crédito, débito, cheque o billetes corrientes, antes que hacerlo, por ejemplo, con una moneda de oro o de plata, pues también se “sentirá feo”.

Estas se utilizarían solo cuando no hubiera de otra, como último recurso para su tenedor o bien, cuando por alguna razón ya nadie aceptara la divisa de curso legal, como los pesos en México.

Intuitiva o naturalmente, los seres humanos valoran un bien tangible y bello como estos, mucho más que cualquier divisa ordinaria, quizás por la diferencia de que jamás llegarán a tener un valor de cero.

Esto último por cierto, ha ocurrido en innumerables ocasiones a lo largo de la historia con el dinero de papel, en diversos rincones del planeta. Más en momentos críticos como aquellos cuando se han presentado fenómenos de hiperinflación al estilo de la república de Weimar en Alemania, o de aquella China de 1948 en plena guerra civil.

No es ninguna casualidad que no exista divisa que sobreviva al paso del tiempo, mientras que el oro y la plata fueron desde hace miles de años, son y serán por siempre, dinero.

Hoy que nos ha tocado ser testigos de cómo el mundo está en quiebra, a causa por cierto de la expansión sin límites del crédito (inflación) luego del abandono del “patrón oro” en 1971, es más urgente que nunca que no solo en México, sino en todos los países del orbe, se discutan y aprueben medidas monetarias que permitan que la gente, pueda con libertad ejercer su derecho a la protección de su poder adquisitivo y patrimonio.

Una propuesta en extremo sencilla para lograrlo, es justo la monetización de la plata, que en el país se materializaría a través de las muy conocidas onzas “Libertad”.

Desde 2003, el prominente empresario Hugo Salinas Price ha impulsado esta medida a través de una Iniciativa en el Congreso federal, de la que ya se prepara una nueva que, esperemos, sí sea aprobada en la actual Legislatura.

Para su puesta en práctica, se usaría la onza de plata “Libertad” porque no tiene un valor nominal grabado en su cara. Esto permitirá que no salga de circulación, pues en la ley se establecerá para la onza un valor de cotización monetaria siempre ligeramente superior al de la plata que contiene, y que solo se podrá ajustar al alza, conforme se vaya incrementando el precio de esta en los mercados internacionales.

Es decir, al ir “flotando” como un salvavidas sobre la marea, se convertirá en un dinero que no se devaluará, y que gracias a la Ley de Gresham, casi no se usará para el comercio, sino que se atesorará como ahorro que preservará su poder de compra.

Cabe recordar que las antiguas monedas con plata, dejaron de circular cuando el valor de la que contenían, por la subida en su precio, rebasó al que tenían grabado. Ya no fue viable acuñarlas y en cambio, la mayoría fue a dar a la fundición.

Mientras la cotización de la plata contenida fue menor que el valor nominal de la moneda en cuestión, no pasaba nada, era viable seguirla acuñando. Por eso es que en caso de caída del precio de este metal, no se ajustaría a la baja el valor legal de la onza Libertad, no afectaría en absoluto ni habría para qué, y podría seguir siendo usada sin problema para pagos, como cualquier otra moneda que vale más que su valor metálico.

Todo esto haría la gran diferencia respecto a las monedas de pesos comunes. Recordemos por ejemplo que las nuevas monedas de 50 centavos, son ahora mucho más pequeñas, más ligeras que antes y ya no contienen ni cobre ni aluminio en su aleación. Después, desaparecerán como las de 5 y 10 centavos. Con los años, sucederá igual con las monedas de 1, 2, 5 y 10 pesos. Una historia de devaluación sin fin.

En suma, en una época de crisis económico-financiera global, que antes que mejorar amenaza con ponerse peor muy pronto, más vale poner manos a la obra, y devolverle a la gente su derecho a contar con dinero real en sus manos. Es algo, que todos merecemos.

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