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martes, 20 de noviembre de 2012

¿CÓMO Y PARA QUÉ MONETIZAR LA PLATA EN LAS AMÉRICAS?


En épocas de crisis económica, son muy pocos los que logran sacar provecho de la situación, mientras que la gran mayoría de ciudadanos sufre inerme las consecuencias. De entre ellas, una de las más graves suele ser la aniquilación del poder de compra de su divisa, y por tanto, de los ahorros de aquellos que con mucho esfuerzo, lograron acumularlos.

Lo peor de todo es que esa pérdida de poder adquisitivo no ocurre por arte de magia. Es en cambio, una especie de robo cruel que, dependiendo de la velocidad con que se presente, puede ser lento y sigiloso o abierto y desesperado.

La pérdida de valor de esa divisa se expresa en la subida de los precios: cada día se requiere más y más billetes para comprar una misma cantidad de algo. De esta forma, en la carrera entre precios y salarios, los primeros siempre llevarán la delantera, pues se van ajustando a lo largo del tiempo, mientras que los segundos siempre irán detrás queriendo alcanzarlos.

Este fenómeno al que nos hemos acostumbrado, tiene su origen en la expansión del crédito y por tanto, en la creación de dinero fíat, es decir, de papel, digital, etc., pero sin respaldo en dinero físico, cuyo rol natural en la historia ha sido desempeñado por el oro y la plata. 

Este error es fundamental, pues los metales preciosos por más que se quiera, no pueden ser reproducidos al infinito, los billetes y sus ceros, sí.

Ello conducirá siempre a la irresistible tentación de gastar de más, pues, ¿quién quiere restringir el gasto y sacrificarse en ahorrar, cuando todo se puede pagar con divisas creadas del aire  “respaldadas” en mera deuda?

Lo malo, es que eso no se puede hacer al infinito impunemente. El castigo de las leyes naturales de la economía, es el incremento de los precios, es decir, la pérdida de valor de esa divisa, en proporción directa a la cantidad impresa y a la rapidez con que ésta se ponga en circulación.

En el largo plazo, la tendencia es a la destrucción total del valor de aquella, y de este modo, el robo se consuma.

¿Quiénes son los más afectados? Aquellos considerados como “clase media”, pues los más pobres poco tienen que perder ya, y los ricos, con sus activos, siempre podrán conservar gracias a ellos, algo de su riqueza.

Como podrá entenderse, un esquema como este basado en la expansión perpetua del crédito, no es sustentable, pues tarde o temprano las deudas se tienen que pagar. El tiempo que nos está tocando vivir es justo ese, el del pago de esas facturas que en el pasado, permitieron sobre todo al mundo Occidental vivir hipotecando el futuro.

Lo más grave, es que esto significa el fin de una gran era de la humanidad, y por tanto, profundos cambios en nuestra civilización.

Por todo ello, es más urgente que nunca volver a las bases, a lo real, a lo que la naturaleza económica ha probado que funciona: la verdadera economía de mercado libre, con dinero honesto.

La probabilidad de que esto se logre eliminando de un plumazo las divisas fíat, es nula. Sin embargo, un gran avance en el sentido correcto, sería la monetización de uno de los metales preciosos, el más popular y ninguneado con el apelativo de “el oro de los pobres”: sí, la plata.

El prominente empresario Hugo Salinas Price, es el autor original de la Iniciativa legal que permitiría monetizar este metal en México, pero la misma medida podría ajustarse para ser aplicada en todas las Américas.

En esencia, el plan consiste en usar una moneda, por ejemplo la de una onza de plata pura o de fracciones de ella, que no tenga un valor nominal en su cara. Esto haría que su circulación fuera permanente, y no ocurriera como con las antiguas monedas “con plata”, que cuando el valor de la que contenían rebasó el que tenían grabado, fueron a dar las fundiciones.

Por ley, se establecería un valor de cotización monetaria siempre ligeramente superior al del metal fino que contiene, y que solo se podría ajustar hacia arriba conforme aumente el precio de la plata en el mercado internacional. Si este bajara, permanecería sin cambios hasta que volviera a subir.

En otras palabras, estas monedas flotarían para conservar, en todo momento, el poder adquisitivo de sus tenedores. Algo así, por supuesto, lo que alienta es el indispensable ahorro de la manera más sencilla que puede haber, y “a la antigua”.

Es importante destacar que en caso de caída del precio de la plata, no se ajustaría a la baja el valor legal de las monedas en circulación, pero esto no afectaría en absoluto. Como cualquier otra que vale más que su valor metálico, seguiría circulando sin problemas para realizar pagos, sin dejar de tomar en cuenta que en realidad, se utilizarían muy poco.

La llamada “Ley de Gresham” así lo asegura. Como las divisas de papel y el dinero real estarían “compitiendo”, la gente atesorará la plata y gastará los billetes. La primera, solo sería usada como último recurso, pues su finalidad será guardarla para después, cuando valdrá más.

Ojalá que estas propuestas muevan la conciencia de muchas mentes brillantes en nuestro continente, y las empujen en sus respectivos países. Tener dinero auténtico en nuestras manos, en definitiva, es algo que todos merecemos.

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