La historia está repleta de casos
en los que la insensatez, ha conducido a graves episodios de lo que se conoce
como hiperinflación. Esta, ocurre cuando hay una pérdida absoluta de confianza
en una divisa, y ante la caída en su aceptación, los precios medidos en ella se
disparan rápido y a niveles inimaginables: para recibir un pago, se exige cada
vez más y más cantidad de ese falso dinero para tratar de compensar la devaluación
inmediata que sufre, incluso, mientras apenas se pasa entre las manos.
Una carrera sin control provocada
por la creación masiva de dinero de papel, que a diferencia del real, el oro y
la plata, puede ser creado “de la nada”. Visto desde otra óptica, no es que los
precios suban, sino que es el valor de la divisa el que se diluye, en proporción
a la velocidad con que ésta se imprime e inyecta al mercado.
La respuesta que dan las leyes de
la economía es muy claro: “podrán crear las divisas a voluntad, pero
no así la riqueza”. De ser tan fácil, la pobreza no existiría en el
mundo, pues bastaría con entregar o depositar en efectivo una determinada
cantidad a las personas, para satisfacer todas sus necesidades y deseos, un absurdo.
La hiperinflación suele
presentarse a causa de algún acontecimiento violento, de gran impacto, como una
guerra civil o contra otro país, por lo que juega también un rol fundamental la
decisión política de financiar de forma directa, gastos con billetes recién
impresos y sin respaldo en metal. El impacto es inmediato, pues la puesta en
circulación es instantánea.
El caso de la China de mediados
del siglo XX, es uno de los más representativos de entre los fenómenos
hiperinflacionarios. Un reciente estudio de Steve H.Hanke y Nicholas Krus,
editado por el “Cato Institute”, ha podido estimar que entre octubre de 1947 y
mediados de mayo de 1949, tomaba en promedio solo 5.34 días para que los precios, medidos en yuanes, se duplicaran.
Con su cálculo, en el mes de
inflación más alta (abril de 1949), la tasa fue de un impresionante 5,070%.
Cabe recordar que esto sucedía en medio de la cruenta lucha interna por el
control del país, entre Nacionalistas y Comunistas, que culminaría con la
victoria de estos últimos, y que dio pie
a la fundación formal de la República Popular China, por Mao Zedong, el 1 de
octubre de ese mismo año.
De ahí que los gastos que ambos
bandos financiaron con papel, fueron sobre todo los bélicos. Los comunistas incluso
pusieron en circulación divisas locales en las zonas que fueron controlando.
Del mismo modo, cabe señalar también
que durante los 10 últimos años que los nacionalistas ostentaron el poder,
mantuvieron siempre elevados déficits fiscales, en parte también, para hacer
frente a los gastos militares producto de la guerra con Japón, que duró de 1937
a 1945. No es casual por tanto, que en ese periodo China hubiera sufrido un
periodo hiperinflacionario previo, aunque menor, entre julio de 1943 y agosto
de 1945, cuando la duplicación de
precios tomaba solo 15.2 días.
Llama la atención que justo a la
mitad de la segunda gran hiperinflación china, el 19 de agosto de 1948, fue
introducida una reforma monetaria que reemplazó los viejos billetes por nuevos
“yuanes de oro”, a una razón de tres millones a uno. Desde luego, la palabra
“oro” solo era una idea para dar más “confianza”, pues en realidad no se
trataba de billetes amparados, redimibles en el metal. Era simplemente otra
divisa que correría luego la misma suerte que la anterior.
En realidad, lo más relevante de esa
reforma fue que se prohibió la tenencia
de oro y plata a los individuos, que tenían que entregarlo al banco central
de forma obligatoria a cambio de “yuanes de oro”. Tanto precios como tipos de
cambio fueron congelados a los niveles vigentes en esa fecha, y se impusieron
castigos severos contra “especuladores” y aquellos que fueran descubiertos
realizando transacciones en el mercado negro.
Todas estas medidas, son típicas
de todo gobierno que se ve inmiscuido en procesos inflacionarios, sin saber que
además de absurdas, son inútiles, pues el mercado y el dinero real, al final,
siempre prevalecen.
La prueba está en que desde mediados
de octubre la presión social creció a tal grado, que los controles de precios
fueron hechos a un lado, sin remedio, el 1 de noviembre, pues los comerciantes
ya se negaban a vender sus productos a los precios oficiales. Llegó el caos.
Solo la centralización del poder
en toda la China continental, alcanzada con la victoria de los comunistas sobre
el decadente gobierno nacionalista, habría de traer mayor estabilidad hacia el
primer trimestre de 1950.
En preparación para esto, el
recién fundado por ellos Banco Popular de China (PBOC por sus siglas en
inglés), había comenzado en diciembre de 1948, a emitir los billetes de la
nueva divisa que comenzó a unificar todas las locales que circulaban en
territorios dominados por las tropas de Mao, y a remplazar los moribundos y
rechazados “yuanes de oro”.
El titular del PBOC en julio de
1949, estimó que la emisión total de estos últimos, en mayo de ese año, habría
alcanzado los 60 billones de yuanes
áureos, cuando unos meses antes, en noviembre de 1948, oficialmente estaban
circulando solo 3.4 mil millones.
Como vemos, la trágica historia
de la hiperinflación china es otra muestra de lo que sucede cuando se prueban
los límites de la creación de dinero fíat, y de que se diga lo que se diga, el
resultado nunca es la creación de riqueza, sino la generalización de la
miseria. Un cuento de nunca acabar, que seguirá sorprendiendo en la actualidad
a los que, por no protegerse con activos tangibles como el oro y la plata, les
seguirán robando sin darse cuenta.
Argentinos.... escuchen!
ResponderEliminarDesde la desvinculación del dolar estadounidense con el oro y aceptada esta para el comercio internacional; toda papel moneda que es aceptado es por una cuestión de fe.
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