Esta semana causó sorpresa una
declaración del gobernador del Banco de México (Banxico), Agustín Carstens,
quien dijo en una ponencia presentada en Singapur, que temía que se pudiera
estar formando una “tormenta perfecta”
en la economía mundial, a causa de los enormes flujos de capital que están
saliendo de economías avanzadas como la de Estados Unidos y Japón, a países
emergentes como el nuestro.
Esto para los amables seguidores
de este blog no es novedad, pues aquí lo hemos comentado hace varios meses. Sin
embargo, llama la atención que ahora sea un funcionario de tan alto rango en el
sistema financiero y monetario, el que admita aunque sea con modales, la gravedad de las cosas.
El titular de nuestro banco central,
nos deja muy claro que es un hombre inteligente al que no le hacen falta buenos
diagnósticos, pues ya los tiene. No obstante, debemos decir que ese mérito
pierde puntos si consideramos que a la hora de la toma de decisiones, ha
actuado muy lento.
De entrada, no bajó la tasa de
interés cuando debía para evitar que esos capitales de los que ahora habla,
vinieran a inundar tanto como lo han hecho a nuestro país, para ganar
rendimientos sin hacer ningún esfuerzo en
nuestro mercado de bonos, de divisas y en la bolsa de valores.
Es justo esto lo que nos está
haciendo creer que estamos mejor de lo que realmente podemos presumir, y por
eso debemos tener cuidado.
Hoy que ya es tarde, cualquiera
que fuera la decisión de Banxico, subir o bajar las tasas, tendría más tarde
consecuencias que no van a gustarnos a los mexicanos. Es decir, estamos en una
trampa sin salida, y todo por esos titubeos.
Lo mismo ocurrió cuando el Banco
de México optó hace dos años, por comprar cien
toneladas de oro para fortalecer nuestras reservas, y un año más tarde en 2012,
casi 20 toneladas más.
En su momento reconocimos que
esas habían sido buenas decisiones pero también a medias, pues el oro adquirido
se encuentra a miles de kilómetros de distancia, en la ciudad de Londres, Inglaterra, por lo que es como si no lo tuviéramos.
La peor parte no termina ahí,
pues que como le informé este martes, lo que hace dos años anunciaban como un
“escudo de oro” contra la crisis, está perdiendo calibre.
Y es que Banxico, por razones que
debería explicar, no solo no ha comprado más, sino que acumula ya ocho meses vendiendo oro de nuestrasreservas.
Sí. En este período no ha sido
poco, sino casi una tonelada según sus propios datos.
En otras palabras, la noticia del
miércoles acerca de que alcanzamos un nuevo máximo histórico de reservas
internacionales por 165,427 millones de dólares, no es tampoco tan buena como
parece, pues guardamos más divisas, sí, pero
tenemos menos oro.
Tampoco sabemos si esos lingotes
vendidos son de los muy pocos que ya teníamos en territorio nacional o de los
que se supone tenemos en el Reino Unido.
En otras palabras, el buen
discurso del Dr. Carstens, por el que sabemos que conoce el diluvio que viene, no está del todo respaldado en los hechos.
No vale la pena que acumulemos
tanto billete verde, pues allá los están imprimiendo a velocidades de casi tres
mil millones diarios, y justo por eso su valor se irá perdiendo frente al
dinero real que no puede ser reproducido a voluntad: el oro.
Urge por tanto, que eso mismo que
se debe aplicar a escala macroeconómica, lo llevemos a cabo nosotros. Si no nos
alcanza en oro, pues en otro metal monetario popular como la plata. Como dijo
Carstens, la “tormenta perfecta”, está por llegar.
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