Imagen: Goldalert.com |
El miedo se apodera del mercado
de metales preciosos. Enero y febrero de 2013 no han sido precisamente meses
alcistas para el oro y la plata. De hecho para el primero, podríamos decir que
han sido “malos”, al menos así lo es para los ojos no entrenados en detección
de oportunidades.
Es la regla. Miedo y ambición son las dos emociones que han movido, y moverán
por siempre, los ánimos y decisiones de los inversionistas. A nadie le gusta
sentir que va en dirección opuesta a lo que la mayoría opina, a menos que sepa
muy bien lo que está haciendo. La presión social, en este y todos los ámbitos,
suele ser más fuerte que la voluntad del observado.
Sin embargo, el inversor
considerado como “contrario”, sabe muy bien la vieja norma que a tantos les ha
redituado: ser codicioso cuando todos
tienen miedo, y tener mucho miedo cuando todos son codiciosos.
Hoy más que nunca, esto es válido
en lo que toca al mercado del rey de los metales.
En este sentido, sería un error
pensar que las recientes bajas en su cotización, como las que lo llevaron a
mínimos de seis meses este viernes, son producto solo de las libres fuerzas de
la oferta y la demanda. O peor aún, creer que su “burbuja”, como han dicho sus
conocidos detractores, ha reventado. Nada
más alejado de la realidad.
Podemos decir que el abrupto desplome
del pasado viernes 15 de febrero, es el segundo ataque artero contra el oro en más
de dos meses, luego del ocurrido el 13 de diciembre en la madrugada, con los
mercados de Londres y Nueva York cerrados.
Aquel golpe fue asestado por
“alguien”, con la capacidad y posición suficientes para causar un gran daño, requisito
que cumplen no por casualidad algunas de las más grandes corporaciones
financieras.
Cabe recordar que apenas el día
anterior, la Reserva Federal (Fed) estadounidense había anunciado la expansión
de su “flexibilización cuantitativa” (QE4,
en inglés), vía la compra de bonos del Tesoro, y con la cual estaría
imprimiendo sin límites, 85 mil millones de dólares mensuales. Las ocasiones
anteriores, cada anuncio de rondas QE
se correspondió con alzas en los metales preciosos, pues nada hay más benéfico para ellos que la creación de dinero sin respaldo.
Pues bien, la semana pasada, y en
particular el viernes, tuvieron lugar también fuertes acometidas contra el
precio del oro, en un instante en que también podían causar severos estragos.
Esto porque uno de sus mayores demandantes de metal físico, China, se
encontraba de vacaciones y con sus principales mercados cerrados casi todos los
días, por las celebraciones de su año nuevo. Un buen momento.
Prueba de ello es que la reacción
llegó. Como reportó ayer Goldcore.com, con la reapertura del Shanghai Gold Exchange este lunes, el
volumen de contratos en efectivo de oro con pureza de 99.99%, se disparó a una nueva marca de más de 22
toneladas métricas.
Ahora bien, debemos decir que
esas precipitadas e inducidas caídas, no han servido para detener al “toro”
(mercado alcista) de oro. Esta, evidencia suficiente para demostrar que, en el
largo plazo, las fuerzas del mercado siempre
prevalecen.
De hecho, 2012 fue su décimo
segundo año consecutivo con cierre positivo, incluso a pesar de haber iniciado
una esperada fase correctiva desde septiembre de 2011, después de tocar un
máximo histórico por encima de 1,920 dólares la onza troy (31.1 gramos).
Cabe agregar que ni siquiera en
ese entonces se estuvo cerca de alcanzar un nivel especulativo de burbuja: ¿cómo
puede siquiera decirse algo así, cuando ajustado por inflación oficial su récord
real de 1980, se encuentra casi en los 2,400
dólares la onza?
Por otra parte, no debemos
soslayar que esta racha de 12 años imbatibles de senda ascendente es muy poco
usual para cualquier materia prima.
No podemos descartar que 2013,
sea el primer año con cierre inferior al del año pasado, pero eso sí, asimismo
podemos estar ciertos de que luego de este descanso, la cotización del oro
retomará la escalera al cielo.
El oro, como la plata, son
“seguros de vida” contra las fallas sistémicas que continuarán afectando el
mundo económico-financiero.
A las señales de desaceleración
en Estados Unidos y Europa, los graves problemas que aquejan al Japón, etc., se
suma que cuando tengan que enfrentar la
próxima e inevitable gran recesión en unos meses, tendrán menos “cartuchos”
disponibles por sus ya de por sí elevados déficits fiscales, y expandidas hojas
de balance de sus bancos centrales.
Imagen: secretsofthefed.com |
La pasada reunión del G20
celebrada en Moscú, y el comunicado emitido al respecto no deja lugar a dudas.
No se atrevieron a condenar abiertamente la manipulación de los mercados de
divisas y su consecuente “guerra”, porque los principales manipuladores son sus naciones más influyentes, y no
están dispuestos a detenerse en esta carrera de la devaluación para ser más
“competitivos”.
¿Puede imaginarse un futuro
negativo para el oro, mientras este escenario persista? La respuesta, sale
sobrando.
Por eso, hoy que sabemos que las
apuestas alcistas (“largos”) en oro de los grandes especuladores se han
reducido, y aumentado las bajistas (“cortos”) podemos decir que sí, es el miedo
el que está conduciendo el mercado.
Vaya contradicción. Temor debería
provocar todo aquello que sí está en burbuja, cerca de sus máximos históricos
como los bonos en la mayor parte del mundo, algunos índices bursátiles y
divisas sobrevaluadas. De ellas sí hay que cuidarse, y qué mejor, que con una "espada" agresiva de plata, y un sólido escudo de oro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario