Y no es para menos. Unas, se resisten a soltar el liderazgo y preeminencia de la que han gozado desde el fin de la segunda guerra mundial; otras, exigen se haga valer el mayor peso específico que se han ganado, y que les ha permitido encabezar el crecimiento económico global en los últimos años.
En este escenario, hasta el momento hay dos candidatos formales a la vacante que dejó DSK: la ministra francesa de Finanzas, Cristine Lagarde, y el mexicano Agustín Carstens, gobernador del Banco de México. La realidad es que ambos por currículum vítae, poseen los méritos suficientes para el cargo. No obstante, la posición a la que aspiran no es meramente administrativa sino política, o sea, de poder real. Por eso, las credenciales y méritos no bastan en este juego.
No podía ser de otra manera, cuando estamos en el ojo del “huracán” de la mayor crisis desde la Gran Depresión, y el FMI es el protagonista de los rescates financieros que necesitan países enteros como Grecia, Irlanda y Portugal.
En México, los medios están sobredimensionando las probabilidades de que Carstens llegue a la cabeza del FMI. Y es que la verdad se antoja muy complicada su llegada, más cuando México no forma parte de ninguno de los dos grandes grupos en disputa: Estados Unidos-Europa y los BRICs (Brasil, Rusia, India y China). Desde luego, los europeos ya han anunciado que votaran en bloque, y no es muy difícil adivinar por quién lo harán.
Por otra parte, si vemos los adjetivos con que se han expresado por ejemplo, el secretario estadunidense del Tesoro, Tim Geithner, que calificó a ambos candidatos como “creíbles”; o los de fuentes del gobierno brasileño que ven al mexicano como “demasiado ortodoxo”, podemos percatarnos que nadie pone en duda la calificación de Carstens, pero que tampoco lo respaldan. En este contexto, fuentes diplomáticas afirman que China y Estados Unidos estarían por dar su apoyo a Lagarde, con lo que arrasaría en la elección.
En el FMI, las cuotas que aporta cada país miembro determinan en gran medida el número de votos que le corresponden. Así, Europa en conjunto posee la mayor participación seguida de Estados Unidos. China, segunda economía del planeta, jugará el papel de oposición principal al frente de los BRICs. Está claro que estos últimos por sí solos no podrán imponer aún sus condiciones, pero también que los occidentales no pueden ignorarlos. Menos, cuando se sabe que los chinos poseen los recursos que los europeos necesitan, y con los que de hecho participarán a través de la compra de grandes cantidades de bonos que financiarán el rescate de Portugal.
Visto así, ¿qué puede ofrecer México o Carstens para ganarse los sufragios mínimos necesarios? ¿Alguien cree que Europa quitaría a Lagarde por Carstens, o que los BRICs apoyen a alguien que no es de su grupo? Honestamente, no es imposible, pero al parecer la única oportunidad del Gobernador del Banxico sería como un eventual “tercero en discordia”, ante una negociación muy tensa y la ausencia de acuerdos concretos. Ojalá tenga suerte, pues como mexicano me gusta la idea de ver uno dirigiendo el FMI, aunque luce difícil.
Por último, Carstens en una entrevista dijo que lo suyo son las “Ligas Mayores”, que tiene toda la intención de irse y hasta hizo una analogía con el fútbol, diciendo que preferir quedarse, sería “como decir que el ‘Chicharito’ se quede a jugar en las Chivas”. Lo malo es que esta vez, nuestro “Chicharito” financiero no parece ser del todo del agrado de los “visores” y dueños de los equipos. Eso sí, ya que todo indica que se quedará, ojalá aquí siga anotando buenos goles como el de la compra de las 100 toneladas de oro para las Reservas.
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