Los precios de la plata y en
especial el del oro, han acaparado la atención de todo el mundo, desde los más
encumbrados inversionistas de Wall Street,
hasta el ciudadano que decide comprarse un centenario, un anillo o unos
sencillos aretes.
Imagen: Oroyfinanzas |
Esto después de que a mediados de
abril, ocurriera un ataque inducido de ventas masivas, que desplomó su precio
como nunca desde hace 30 años. Una vez jalado el gatillo, las órdenes para
liquidar más posiciones se dispararon en automático.
A partir de entonces, la
cotización ha oscilado con algunos altibajos entre 1,350 y 1470 dólares la onza,
pero se ha mantenido a niveles que han desatado una auténtica fiebre del oro en todo el planeta.
Mucha gente se está preguntando
si el oro subirá o bajará en el corto plazo, para tratar de atraparlo en el
mejor momento.
La realidad es que nadie tiene
una bola de cristal que prediga con certeza si se pondrá más caro o más barato
en los próximos días. Aquél que se atreva a dar pronósticos de este tipo, está
haciendo una apuesta equivalente a lanzar un “volado”, y debe ser tomado como
un apostador, no un inversor.
Claro, no es que esté mal jugar
ese juego. Para nada. De hecho, la especulación es un negocio que deja
muchísimo dinero en las bolsas de valores... y claro, también pérdidas.
Por eso mejor que ese trabajo lo
hagan los que saben –o creen saber lo que hacen, y más importante, que pueden
soportar los descalabros.
Del otro lado, está la mayoría de
inversionistas pequeños, que más que fijarse en el precio, lo que les importa es acumular el oro y la plata por su valor.
Así, en el día a día vemos cómo
puede explotar o desplomarse la cotización de la onza en dólares, pero para entenderlo
mejor conviene verlo al revés: el precio del oro no es su medida en divisas
(dólares, pesos, euros, etc.), sino que es el precio de esas divisas medido en gramos
de oro.
La razón es que, como lo
descubrió el fundador de la Escuela Austríaca de Economía, Carl Menger, la
utilidad marginal del oro es prácticamente constante y justo por ello, se
convirtió en la materia prima-dinero por antonomasia.
El dinero real pues, el referente casi fijo de valor, el mejor y último,
frente al que las divisas de papel y las demás mercancías fluctúan.
Entonces, si la onza cerró ayer
en 1,413.50 dólares (London PM Fix), ese el precio del dólar medido en gramos
de oro (una onza equivale a 31.1 gr.).
De este modo en pesos mexicanos, si
al tipo de cambio del día, un gramo de oro puro nos cuesta el equivalente
aproximado de 580 pesos, y mañana sube a 600, debemos verlo como que los
billetes que traemos en la bolsa perdieron valor, pues nos alcanza para comprar
menos metal.
Pero si mañana baja a 500 pesos,
nuestros pesos se revaluaron de momento pues compran más.
No se necesita ir a la escuela de
economía para saber que en el mediano y largo plazos, nuestras cuentas
bancarias y ahorros, o sea nuestro dinero, seguirá
perdiendo valor, y los precios subiendo.
La razón es que de ese dinero se
imprime cada vez más y más, mientras que las existencias de oro y plata no
crecen para nada al mismo ritmo. De hecho el oro es la “materia prima” que
tiene el ratio más alto stock-to-flow (existencias sobre flujo) de todas, pues todo
se atesora.
Qué mejor forma de observar este
fenómeno, que recordando que hace 12 años, el gramo de oro puro que hoy está en
580 pesos, costaba apenas poco más de 80.
Cambió su precio, pero su valor
se ha mantenido. La gente lo busca y seguirá buscando por todos los usos que
tiene, joyería, ahorro, etc., sin reparar tanto en que ahora le cuesta más en
divisas. Por eso con bajas importantes,
la demanda estalla: gran valor, a precio de remate.
De ahí que muchas personas
guarden sus pocas o muchas joyas pues, en una emergencia, hasta las pueden
sacar de apuros.
¿Se imagina que en vez de eso,
hubiesen guardado los billetes de hace 50 años? De sacarlos hoy no serían
útiles más allá que como juguete, colección o recuerdo, pero nada más. No valen
nada.
Así que al “César” lo que es del “César”,
los especuladores a especular tratando de adivinar el precio y los demás, a
seguir aprovechando cada vez que se pone barato para acumularlo.
Y para los que opinan que no hay
dinero para tanto, siempre estará la plata.
En este blog le hemos dado cuenta de cómo surgió en abril la demanda de
onzas Libertad en México.
En próximos actualizaremos los
datos, pero lo cierto es que todo apunta a que se confirmará que los mexicanos,
cada vez que sentimos que una crisis se aproxima, corremos a la protección que
nos dan los metales preciosos.
Una lección de sentido común para
tantos y tantos economistas, que con tanto estudio piensan que la economía es
tan compleja, que solo ellos la pueden entender. Qué gran error.