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Ucrania sigue jugando con fuego… ruso. Después de la tragedia ocurrida en Odesa el 2 de mayo pasado –cuando 46 opositores al gobierno de Kiev murieron a causa del incendio ocurrido en la Casa de Sindicatos tras duros enfrentamientos con ultranacionalistas ucranianos– Rusia comienza dar nuevas pistas de sus planes a seguir si la escalada de violencia continúa, algo más que probable.
Y es que los últimos días tanto voces del gobierno como de la Duma han insinuado la convicción rusa de actuar “en caso necesario”. El ministro de Exteriores Serguéi Lavrov, por ejemplo, exige a Europa y Estados Unidos que condenen decididamente las acciones de los radicales nacionalistas, pues aunque las han lamentado, los acusa de “intentar pasar por alto sus causas reales”.
Entre ellas cuente que se han constituido en la práctica en un brazo armado del ejército ucraniano, razón por la cual el gobierno del presidente ruso, Vladimir Putin, insiste en señalar que no se debe perder de vista que lo más grave, en el fondo, es que se está usando a las tropas militares contra la población civil en varias regiones del este del país. Para Lavrov, Occidente pasa por alto que se ha ordenado a las Fuerzas Armadas ucranias “luchar contra su propio pueblo con el apoyo de los neonazis”. No es casual entonces que el gobierno de Kiev no haya hecho nada por encontrar y castigar a los responsables de la tragedia de Odesa.
En el mismo sentido, el portavoz de la Duma Estatal rusa –cámara baja del parlamento, Serguéi Naryshkin, advirtió que se trató de un “genocidio” en contra tanto del pueblo ruso como ucraniano y que los culpables “recibirán lo que merecen de su pueblo”. Esas duras palabras han sido acompañadas nada menos que de un reforzamiento de la flota rusa del Mar Negro con submarinos y barcos de nueva generación, según reporta RIA Novosti, como respuesta también al incremento de la actividad de la marina armada estadounidense. Cabe recordar que el Pentágono envió su fragata USS Taylor a la región junto con la nave USS Mount Whitney.
De lo dicho por Lavrov y Naryshkin de deduce que Putin, que hasta ahora ha ido un paso delante de Obama y sus contrapartes europeos, continúa acumulando elementos de justificación para una eventual intervención (invasión) armada en el Este de Ucrania. Esto se parece cada vez más al proceso que se vio en Crimea antes de su anexión formal a la Federación Rusa, salvo por una diferencia importante: en la península se dio de hecho primero la ocupación militar y luego el referéndum que por abrumadora mayoría decidió unirse a Rusia. En las regiones de Donetsk y Lugansk, en cambio, el referéndum de “independencia” se celebrará primero –el 11 de mayo, y la separación legal o de facto, vendrá después.
Luego, Kiev tendrá que tener mucho cuidado con jugar a la ruleta rusa, pues si continúa sus operaciones de represión al lado de los ultranacionalistas en territorios “autónomos”, Putin no se quedará cruzado de brazos.
Por supuesto, Estados Unidos ha descartado reconocer los referéndums, pero en la práctica eso no tiene la menor importancia. Una vez celebrados y más aún si Rusia ocupa esas zonas, Ucrania las habrá perdido para siempre. Las sanciones económicas contra Moscú, otra vez, brillarán por su ausencia ante el temor disimulado de EEUU de un contraataque contra el petrodólar.
Por si fuera poco, el periodista Leonid Ragozin citó en su cuenta de Twitter a Lavrov asegurando que “los ucranianos que apoyan y quienes se oponen al ‘régimen’ de Kiev vivirán en un solo país.”
No por nada de la primera entrega del rescate del Fondo Monetario Internacional a Ucrania, más de mil millones de dólares serán usados para comprar oro y algunas divisas para las reservas, como lo ha informado la agencia de noticias Itar- Tass. No debería sorprendernos que ese oro termine de nuevo en arcas de la Fed estadounidense –como habría ocurrido con las reservas que tenían antes– que tanto lo necesita para satisfacer a cuentagotas la entrega del metal precioso a quien lo ha demandado en físico, como el Bundesbank. Los funcionarios ucranianos saben que lo peor de su crisis financiera, está todavía por llegar.
De manera que la estrategia rusa está más que dibujada. Como adelantamos en este mismo espacio en el artículo “Ucrania sigue perdiendo”, las probabilidades juegan en contra de que ese país mantenga su integridad territorial. A estas alturas parecen posibles solo dos opciones: o se resigna a perder los territorios orientales en paz, o a pelear sola una sangrienta guerra perdida.
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