Ayer el Banco de México (Banxico)
consideró lo obvio: que las acciones de política monetaria de Estados Unidos,
podrían tener “repercusiones sobre el tipo de cambio, expectativas de inflación
y la dinámica de precios en el país”. Esto al mismo tiempo que informó que su
Junta de Gobierno decidió mantener en 3 por ciento, un mínimo histórico, el
objetivo de su Tasa de Interés Interbancaria a un día. En esta ocasión, dejaron
muy claro que "no puede descartarse
un nuevo incremento en la volatilidad internacional", y que la
actividad económica en México ha tenido un desempeño que calificó como “un
tanto débil”.
Lo que en español nos quiso decir
la institución que gobierna Agustín Carstens, es que por ahora no piensa subir
tasas de interés, debido a que observa que la actividad económica en el país no
es vigorosa, y teme que si encarece el crédito pueda ser una especie de empujón
a la orilla del barranco de nuestra economía. Aunque esa concepción es equivocada,
la parte positiva de su análisis es que cuando menos se nota que sí está
consciente de que en los próximos meses, el
dólar podría irse de nuevo para arriba, sobre todo, si acaso la Reserva
Federal (Fed) de Estados Unidos actúa y sube sus tasas de interés.
Como recordará, la mayoría de
especialistas esperaba hasta antes de la más reciente reunión de la Fed, que el
alza de tasas en ese país llegara en junio. Sin embargo, después del encuentro
ahora se dice que podría ser en septiembre o quizá hasta finales de año cuando
eso ocurra. Nuestra apuesta sigue siendo que ese escalamiento de tipos no ocurrirá. La Fed está en un callejón sin
salida y, lo más probable, es que prefiera llegar hasta las últimas
consecuencias lo más tarde posible, a ser acusada de precipitar una recesión
con un alza de tasas. Ya veremos.
En este sentido, es posible que
el respiro que han tomado divisas como el peso mexicano continúe durante varios
meses. Será momento de tomar posiciones
de defensa financiera, pues aquí hemos señalado que de cualquier manera,
una nueva recesión global está más que garantizada.
Pero Banxico también advirtió que
la producción de petróleo de México sigue a la baja y que algunos de los indicadores
más relevantes relacionados con el consumo, siguen sin levantar. En suma, es un
avance que el Instituto Central haya moderado el tono casi siempre optimista
que maneja y se note más realista: el
entorno internacional este y los años próximos será bastante adverso.
La parte no tan buena es que Banxico
se nota autoconvencido –como la mayoría de analistas, de que debe esperar a ver
lo que hacen en Estados Unidos. Pero ir
siempre a la zaga es un error. Al propiciar bajos tipos de interés, Banxico
está dañando severamente a los ahorradores y así, no puede haber crecimiento
sostenido de la inversión en el país.
Banxico ya intentó “estimular” la
economía bajando las tasas y no funcionó porque no puede funcionar. Una
economía que pretenda basarse en la expansión del crédito –como lo ha declarado
de manera abierta el gobierno Federal, tendrá pies de barro. No fue casual que
el banco central comprimiera su tasa objetivo a un mínimo histórico, se lo
ordenaron. Así que ya es hora de que la Junta que lo gobierna ejerza su
presunta autonomía y vaya hacia el otro lado –subiendo ya las tasas, pues mientras no fomentemos el ahorro y más
en un momento internacional adverso, nunca podremos crecer como lo necesitamos.
Claro está que las tasas de
interés, como cualquier otro mercado, deberían funcionar sin ningún tipo de
intervención oficial. Pero como en México y el mundo eso no es más que un sueño
por el momento, menos dañino sería mover las tasas al alza que deprimirlas.
Entre más nos tardemos, más duras serán
las consecuencias que tendremos que pagar.