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lunes, 20 de abril de 2015

Tasas de interés: La economía va hacia el colapso

Imagen: cnbc.com
Toda persona a igualdad de circunstancias prefiere lograr sus metas lo más pronto posible. Dicho de otro modo, valora más el presente que el incierto futuro. Sin embargo, no todos pensamos ni sentimos igual, por lo que hay una diferencia de intensidad en la ansiedad por lograr esos objetivos que nos trazamos. A eso le llamamos diferencias en la preferencia temporal que, al existir, abren un abanico de oportunidades de intercambio mutuamente benéfico de bienes presentes por bienes futuros.

Aquellos con mayor preferencia temporal, están deseosos de ofertar una cantidad más elevada de bienes futuros a cambio de un bien presente del que puedan gozar hoy. Del otro lado, quienes valoran más los bienes futuros estarán dispuestos a adelantarles a los primeros los bienes que desean ante el compromiso de recibir más después. La preferencia temporal de estos últimos es menos alta, y por renunciar a su consumo actual les llamamos ahorradores o capitalistas. Desde la óptica de la teoría económica un capitalista no es entonces el acaudalado empresario que conocemos, sino cada uno de los millones de personas que por renunciar a parte de su consumo presente aportan de forma variable a la acumulación de ahorro y por tanto, a la formación de capital. El ahorro es por ello la piedra angular del crecimiento y desarrollo económico sostenidos.

Entre quienes demandan bienes presentes están por ejemplo, los trabajadores y aquellos empresarios que necesitan adelantar el pago a sus factores productivos hoy, y que debido al largo proceso de maduración de sus mercancías necesitan disponer de recursos de forma inmediata.

Estos intercambios que aludimos dan origen al “mercado de tiempo” –uno de los más importantes en economía– y a la llamada tasa o tipo de interés. Podemos definirla como el precio de mercado de los bienes presentes en función de los bienes futuros, que por lo general se expresa en términos porcentuales.

Como podrá entenderse, al ser un precio fruto del intercambio en el mercado, éste debe estar libre de intervenciones para no mandar señales tergiversadas a los agentes económicos. A mayor oferta de ahorro el interés ofertado será menor y, ante su escasez, para atraer ahorradores la tasa de interés tendrá que elevarse. Este proceso se da gracias a la interacción de millones de oferentes y demandantes en ese libre mercado de tiempo… cuando lo es.

En el mundo que vivimos eso no ocurre. Tenemos comités de “notables” en los bancos centrales que, en los hechos, deciden de acuerdo con su criterio –que se supone informado– el “mejor” nivel para el tipo de interés. El problema es que su actuar no es inocuo, sino que genera distorsiones y una serie de consecuencias insospechadas muy destructivas. Siempre que se fije un precio por arriba o por debajo de lo que el mercado en libertad establecería, los resultados son muy negativos.

Los banqueros centrales basan sus decisiones en información, estadísticas, gráficas y análisis macroeconómicos que desdeñan el papel del individuo actuante. Esta visión mecanicista de la economía es peligrosa, porque sus practicantes se creen capaces de comprender y abarcar de manera agregada los millones de grados de preferencias temporales que tienen cada una de las personas. Así, terminan decidiendo qué es lo más “conveniente”, según su juicio de valor particular.

El problema es que si una mente es compleja, millones son una aglomeración de complejos infinitos que ningún grupo de notables sería capaz siquiera de concebir. De este modo, los tomadores de decisiones saben la acción que ellos emprenderán, pero no tienen control alguno sobre la reacción de los demás. Cada uno puede tener diversas reacciones al mismo fenómeno, como responder distinto ante estímulos idénticos en diferentes momentos.

Como tal, la acción humana implica que la rigen leyes distintas a, por ejemplo, las leyes físicas, donde su constancia nos permite predecir que los resultados de determinados experimentos podrán ser los mismos siempre, o al menos en nuestro horizonte temporal.

De modo que la información de la que disponen los banqueros centrales será, en realidad, ínfima dentro del complejo universo del actuar de las personas.

Con lo anterior se puede entender que una señal como la de abundancia de ahorro, que provocaría la reducción de la tasa de interés, no es igual a la decisión de recortar esos tipos por voluntad oficial.

Para poder hacerlo, los banqueros del orbe se han comprometido en la actualidad a inyectar cantidades sin precedentes de liquidez mediante compras de activos que elevan sus precios, a estimular el crédito y la expansión de la deuda bajo la creencia errónea de que “hace falta demanda”, no ahorro. Grave error. La única vía para tener más consumo mañana, es manteniendo siempre un nivel de sacrificio hoy –manifestado por el ahorro, pues al transformarse en capital eleva la productividad y la abundancia de bienes y servicios, que en consecuencia, tenderán a bajar de precio y a volverse más accesibles. Habrá más consumo si primero hay ahorro.

La función empresarial, en este sentido, juega un papel eminente. El descubrimiento de oportunidades de ganancia y la garantía de que se respetará la propiedad privada de lo ganado, es el único incentivo auténtico para la creación de más riqueza. Desde luego, el financiamiento de esos empresarios debe provenir de ahorro real.

Pero en el mundo en que vivimos la abundancia de ahorro es inexistente. Pese a ello, los mercados están reaccionando como si lo hubiera. No hay ahorro suficiente para reponer el capital desgastado y acumular más, sino creación desenfrenada de dinero –como consecuencia del abandono del patrón oro– y crédito, magnificados además por el sistema bancario de reserva fraccionaria.

Los empresarios responden a ese falseado mensaje de que “hay mucho ahorro” –que en realidad es crédito generado del aire por los bancos centrales– con diferentes decisiones de inversión. Tienen en mente la creencia de que sus proyectos –dado el bajo nivel de tasas de interés, son viables. Por ser ahora rentables, se embarcan en aventuras especulativas en activos financieros –como el mercado de bonos y bursátiles– y en los de producción de bienes de capital, alejados del proceso de consumo final. Lo anterior debido a que con los tipos de interés bajos, el valor presente de esos bienes de capital se eleva, se vuelve más atractivo producirlos. En consecuencia, el flujo de fondos hacia la producción de bienes de consumo, menos rentables, se va secando.

El resultado no puede ser otro que el desastre. La razón es que mientras que se puede acumular capital de forma permanente, no se puede hacer lo mismo con la deuda, que es justo lo que se hace al expandir el consumo por medio del crédito. El momento de pagar cuentas siempre llega.

Tarde o temprano el mercado descubre que, ni había ahorro para sustentar tal creación de bienes de capital, ni se debió desviar recursos de las áreas de producción de consumo final. Al haberlo hecho, la inicial baja de precios de este tipo de bienes básicos (recuerden lo que tanto nos dicen: “no hay inflación”) se revierte y, debido a la escasez que generó el producirlos menos, se predispone que al final sus precios se disparen y millones de personas tengan que padecer por ello. Aún no llegamos a esta etapa, pero lo haremos.

Dicho de otra forma, la forma de combatir la “deflación” que siguen intentando los bancos centrales, solo eleva el valor los bienes de los ya de por sí ricos, mientras empobrece más al resto de la población. Al querer combatir un incendio con gasolina, esa baja de precios que se busca revertir con más crédito e impresión monetaria, condiciona que los precios de bienes de consumo sigan cayendo, y que llegue una crisis peor.

La trama no termina ahí, pues al inflar los precios de los bienes de capital por la especulación generada, se condiciona un nuevo proceso agravado de deflación auténtica (definida como contracción del crédito) cuando el mercado es incapaz de absorber tal cantidad de bienes de capital producidos. De manera que gran parte de los nuevos proyectos de plantas industriales, maquinaria, proyectos inmobiliarios, etc., terminarán desiertos. Del otro lado, los mercados de consumo estarán devastados y los gobiernos en quiebra. Un desastre que se pudo evitar.

La economía global está enferma por los repetidos ciclos de auge y recesión que cada vez se agudizan más. La causa se encuentra en la “mano negra” de autoridades políticas y monetarias que, guiadas por teorías equivocadas, pretenden sacarla adelante con dosis cada vez más grandes de lo que la enfermó: creación monetaria, crédito y consumo. El ahorro, piedra angular del desarrollo económico, es ninguneado y aniquilado mientras se sigue deprimiendo por decreto las tasas de  interés.

La peor parte de esta historia es que esas burbujas en activos que crean, revientan, vuelven a inflar y a estallar de nuevo en otros sectores, alcanzan en punto de quiebre tras el cual ya no es posible continuar el proceso y la depresión se vuelve casi permanente. Hay signos de que nos acercamos a ese punto y maneras de resolverlo, pero los abordaremos en la siguiente entrega.

miércoles, 11 de marzo de 2015

OLVIDEN AL DÓLAR, ¡AMEN AL ORO!

Como sabe, los últimos meses ha prevalecido una fortaleza del dólar que se ha acentuado en semanas recientes. Los 16 pesos mexicanos por unidad están a la vuelta de la esquina, y no se ve hasta dónde podría parar. En este espacio anticipamos desde el año pasado que los “sólidos fundamentos” de la economía mexicana no eran tales. Debido a diversos factores como la deuda creciente, el déficit público del gobierno no visto en décadas y los números rojos de Banco de México en su balance general, entre otros, nuestra divisa debía ser evitada. Quien tomó posiciones ahora celebra y llena sus bolsillos. El resto, seguirá lamentando el no haberse posicionado a tiempo contra la devaluación de nuestra moneda.

En fin, en este contexto no han dejado de multiplicarse las voces de “expertos” que tratan de explicarnos que no es que el peso esté débil, sino que es el dólar el que está ganando fuerza. De esto último no hay ninguna duda. El Índice Dólar –que es calculado con base en su tipo de cambio frente al euro, yen japonés, dólar canadiense, libra esterlina, corona sueca y franco suizo–, se encuentra en niveles alrededor de 100 puntos, no vistos desde 2003. En el gráfico siguiente (cortesía de Bloomberg) puede apreciarse su subida desde mediados del año pasado.

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Pese a lo anterior, se equivocan quienes buscan justificación o consuelo para la divisa mexicana. Tanto el gobierno Federal como el Banco de México (Banxico) no han hecho bien las cosas. Por desgracia, el primero aunque ya anunció un recorte al gasto, la realidad es que resulta insuficiente para balancear las finanzas públicas y, por si fuera poco, el secretario de Hacienda, Luis Videgaray, dijo ya que bajar los impuestos está descartado. Eso sí le daría impulso real a nuestra economía, pero no lo quieren hacer porque implicaría que dejaran de derrochar el erario, un impensable.

Banxico por su parte, sigue dormido frente a una realidad que le demanda una subida de su objetivo de tasa de interés interbancaria a un día, a niveles muy por encima de la tasa inflacionaria. Para quien dice que esto dañaría la “recuperación” en marcha, cabe responderle que no hay tal recuperación, y que mantener las tasas a niveles mínimos históricos no ha servido para impulsar el crecimiento, ni en México ni en el mundo. Lo único que han conseguido los banqueros centrales con estas políticas es expandir aún más los niveles de endeudamiento y que los ahorradores sean aniquilados.

Una economía que destruye el ahorro, destruye también capital y por tanto, está condenada no solo al estancamiento, sino a caer en el hoyo negro de la depresión. Tratar de resolver un problema de exceso de deuda, créditos, consumo e impresión monetaria con más de lo mismo, es simplemente estúpido.

A propósito, como recordará, la Reserva Federal (Fed) –banco central estadounidense, concluyó el año pasado su programa de “flexibilización cuantitativa” (QE por sus siglas en inglés). Con él, lanzó un “tsunami” de dólares al mundo que, en el caso de México, trajo consecuencias como la sobrevaluación del peso y que los valores gubernamentales mexicanos en poder de extranjeros alcanzaran niveles récord. Hoy, la estafeta de la impresión monetaria ha sido pasada a otras latitudes con serias tribulaciones económicas como Europa y Japón, motivo por la cual la oleada se está revirtiendo y el dólar apreciando.

Dicho de otro modo, todo el esfuerzo de la Fed para devaluar al dólar fue en vano. Lo único que logró fue desencadenar una “guerra de divisas”, que pese a sus esfuerzos, ha perdido de manera contundente: el billete verde está “vitaminado”.

Este hecho, sumado a una baja inflación y a que la economía estadounidense muestra signos de estancamiento y posible recesión, hace que la tan esperada “alza de tasas” de interés de la Fed que el consenso espera para este año, los deje esperando sentados. Un breve recordatorio de que nunca es buena idea seguir a la masa.

Subrayamos lo anterior porque hoy casi todos aman al dólar y desprecian al oro. Es cierto que debido a esta temporal fortaleza de la divisa americana, puede llegar a niveles insospechadamente altos frente a otras monedas y al oro. Pero que nadie se confunda. Si con el empujón de la manipulación del mercado el oro se quiebra y rompe el soporte todavía lejano de los 1 mil dólares, la bandera de la oportunidad de compra estará ondeando a todo lo que da.


De manera análoga a como advertimos en julio que el peso se devaluaría –y que por cierto pocos creyeron, recordamos que en el fondo la economía global y el sistema financiero no son hoy más fuertes que en 2008-2009, sino más débiles. Después de este auge de duración desconocida, una crisis de divisas está garantizada y el dólar, será el protagonista. Por eso mejor olvídenlo, amen al oro.

lunes, 12 de enero de 2015

Nunca más petróleo a 100 dólares por barril

Imagen: USA Today
Ayer, María Bartiromo de USA Today publicó una entrevista exclusiva con el príncipe saudí Alwaleed bin Talal, quien además de ser miembro de la familia real, es considerado como el árabe más influyente y rico del mundo. El texto ofrece la óptica oficial desde la que podemos advertir que los precios del petróleo continuarán bajos –y quizá cayendo, durante los próximos meses, si no es que años. Una señal de advertencia para el gobierno de Enrique Peña Nieto, pues la apuesta principal de su sexenio es la atracción de inversiones en el sector energético.

Bin Talal explicó que Arabia Saudita y todos los países fueron tomados por “sorpresa”, refiriéndose al colapso de los precios del crudo que hace seis meses estaban por encima de 100 dólares por barril, y hoy se ubican –como en el caso de la mezcla mexicana, a menos de 40 dólares. En este sentido, la decisión de no reducir la producción árabe de petróleo habría sido “prudente, inteligente y sagaz” según el príncipe. Esto porque de haberlo hecho, dice, ese millón o dos de barriles hubiesen sido producidos por otros, y Arabia habría perdido por partida doble: por producir menos y por bajos precios.

De este modo, Bin Talal agrega que está en completo desacuerdo con el gobierno saudí, en particular con los ministros de petróleo y finanzas en la mayoría de los aspectos, pero que en este caso particular, coincide en que se hizo lo correcto.

A pregunta sobre qué es lo que está moviendo los precios, si una sobreoferta o una débil demanda, afirma que son ambas las que se están presentando y provocaron el colapso. “Eso es lo que pasó, es una obviedad”, sentenció.

Debido a lo anterior, el príncipe saudí considera que si estas condiciones se mantienen, lo mejor es pensar que las cotizaciones seguirán a la baja todavía más. Eso sí, matiza diciendo que si se recorta la oferta y hay un cierto crecimiento en la demanda, los precios podría subir. Pero Bin Talal agrega: “estoy seguro que ya nunca vamos a volver a ver los 100 dólares. Dije hace un año que el precio del petróleo por encima de $100 era artificial, no es correcto.”

Para no dejar lugar a dudas de que no harán esfuerzo alguno los árabes por recortar la producción, señala que es casi imposible lograr un acuerdo entre los países productores, sean o no de la OPEP. La razón, asegura, es que ningún país es confiable y se engañarían entre sí, como ha ocurrido en el pasado. Asimismo, asevera que aunque ni Arabia Saudita ni la OPEP maquinaron este colapso del precio del crudo, este tendrá un efecto colateral positivo para ellos: a determinado nivel, muchas empresas de petróleo de esquisto (shale oil) quebrarán y muchos de los nuevos proyectos serán inviables.

Sobre la teoría de que hubo un acuerdo secreto entre Estados Unidos y Arabia Saudita para mantener deprimidos los precios y así castigar a Rusia por el conflicto en Ucrania, dijo: “Dos palabras: son tonterías y basura”. Según Bin Talal, sería una locura que los árabes hicieran algo así pues ambos países salen afectados simultáneamente. “Sería dispararnos en el pie si lo hacemos”, concluyó.

Pese a ello, de lo dicho por el influyente y bien informado príncipe saudí, podemos obtener varias conclusiones interesantes. Primero que nada, su empeño en tratar de dejar en claro que los árabes no tuvieron “nada que ver” con el desplome de los precios del crudo, sumado a que entrelíneas exhibe su verdadero propósito –el de combatir la nueva oferta de crudo proveniente del “fracking”, no deja lugar a dudas de que sí, hubo presiones políticas que solo pudieron provenir de Washington para tirar las cotizaciones. De este modo, Estados Unidos ejerce durísima presión contra Irán y Rusia, sus rivales, al tiempo que “estimula” la economía americana abaratando el combustible. Los daños a las compañías nacionales dedicadas a extraer shale oil, son un daño menor que les tiene sin cuidado. Al mismo tiempo, debido a la relativa peor forma en que se encuentra el resto del mundo, más la (equivocada) expectativa de que la Fed comenzará a subir sus tasas de interés este año, el dólar se fortalece.

Con la versión de la conspiración coincide el gurú de las inversiones en materias primas, Jim Rogers, quien asegura que los árabes tienen razones tanto económicas como políticas para tirar los precios, debido a que “Estados Unidos es una especie de amo que les dice qué hacer y cómo vivir la vida”.

Pero Rogers también recalca algo muy importante: la producción del Mar del Norte está declinando, la de los rusos comenzará a declinar este año y la de todos los mayores campos petroleros conocidos está estancada o en declive. Así que en el mediano y largo plazos, el mercado alcista del petróleo, de la mano del resto de las materias primas, retomará su curso. Es una mentira que no se volverán a ver precios de 100 dólares por barril.


Sin embargo, dado que no será pronto, países como México deberían poner manos en acción y prepararse ya para esta “nueva normal”. Recortar fuerte el gasto público y equilibrar las finanzas debe ser el paso inmediato, luego bajar los impuestos mientras Banxico eleva las tasas de interés de forma paulatina hasta superar el nivel de inflación, entre otras medidas urgentes que hemos propuesto una y otra vez en este espacio. No llevarlas a cabo implica que los mexicanos sufriremos los efectos de la inevitable crisis que viene de la peor manera posible. Un lujo que sin duda, no nos podemos dar.

miércoles, 29 de octubre de 2014

UNA GRAN DEFLACIÓN SE APROXIMA (IV)




Imagen: Reuters
En el artículo anterior describimos el proceso de destrucción de capital que la política de operaciones de mercado abierto de la Reserva Federal (Fed) estadounidense –en esencia compra de bonos para monetizar la deuda gubernamental–, está trayendo al mundo. Como resultado de ello, se prepara el terreno económico para una devastadora gran deflación que, en el fondo, era lo que se supone buscaban evitar a toda costa los banqueros centrales con sus “estímulos” de creación ilimitada de dinero.

Como ya se explicó, a través del mecanismo de transmisión de la especulación “libre de riesgo” en el mercado de bonos, producto de aquellas intervenciones en el mercado abierto, las tasas de interés tienden a caer en todos los vencimientos. Las consecuencias centrales que comentamos en el artículo anterior son tres: el incremento en el valor de liquidación de la deuda, el deterioro de los términos de intercambio del trabajo y el desvanecimiento de las cuotas de depreciación.

De manera que la reposición a tiempo del capital desgastado se vuelve imposible. El Prof. Antal Fékete, fundador de la Nueva Escuela Austríaca de Economía (NASOE, por sus siglas en inglés), explica que lo mismo le ocurre a los bancos, que ven cómo su capital es insuficiente en un ambiente de tasas descendentes de interés. Critica asimismo que la práctica de la contabilidad pase por alto los mencionados efectos de esta manipulación del mercado. A causa de ello, las pérdidas pasan disfrazadas como ganancias, y falsas utilidades son pagadas como dividendos y compensaciones. Este proceso se acelera cada vez más conforme empeora la caída en los tipos de interés. El resultado no puede ser otro que la deflación.

El desgaste del capital, su destrucción, provoca que cada vez más empresas cierren sus operaciones, y las que quedan, se vean obligadas a competir más ferozmente por la menguante demanda en un ambiente recesivo, a través de la baja de precios. La Fed volverá cada vez a intentar crear inflación comprando bonos del Tesoro, pero como ya vimos, eso solo empeora las cosas al tirar aún más los tipos de interés, y el capital productivo se erosiona cada vez más rápido.

Fékete argumenta que la especulación juega un papel principal en la formación de los precios, y de este modo, las bajas de estos en el mercado de materias primas por erosión de capital, se ven agravadas en la medida en que los especuladores saquen sus fondos de éste hacia el mercado de bonos, donde existen las citadas ganancias “sin riesgo”, desconocidas en la esfera de las “commodities”. En suma, el círculo vicioso se cierra así: la “mano negra” de la Fed empuja la especulación “libre de riesgo”, que es el impulso inicial para la caída en las tasas de interés, las estructura descendente de estas causa una erosión del capital que dispara la baja de precios, y esto, aumenta la presión sobre las tasas de interés que se comprimen más. El banco central quiere catapultar la inflación, pero en ese afán, sus operaciones de mercado abierto solo crean más especulación y el ciclo se repite.

Las enseñanzas de Fékete y la NASOE por supuesto, se ubican dentro de la tradición de la Escuela Austríaca fundada por el gran Carl Menger, y luego continuada por Ludwig von Mises y Hayek en el siglo pasado. En este sentido, existe plena coincidencia con la teoría austríaca del ciclo en la cual, la manipulación a la baja de la tasa de interés a través de la política monetaria resulta en malas inversiones de los empresarios. Sin embargo, Fékete va más allá en el sentido de explicar el rol protagónico que juega la especulación generada por las intervenciones del banco central, que comprime los tipos de interés en todos los plazos.

Asimismo, Fékete expone lo que llama el “talón de Aquiles” del keynesianismo, la corriente económica predominante, que predica los peligros del “exceso de ahorro” y el “subconsumo”. El profesor los califica de tonterías, debido a que no hay razón para que la sociedad no sea capaz de ajustar las necesidades de aquellos de sus miembros que tienen que ser ahorradores netos, por lo general los más jóvenes, y de aquellos que son consumidores netos –las personas mayores. Lo anterior claro está, solo es posible en un sistema de dinero sólido con mercado libre, no bajo el fraudulento dinero fíat. Ese talón de Aquiles keynesiano se halla pues en su tratamiento del capital, o mejor dicho, en su omisión al no exponer los peligros de la destrucción de capital. Cuando esta ocurre, aquel debe ser repuesto, de lo contrario, las consecuencias económicas son devastadoras.

Como advierte Fékete, la sociedad no puede seguir viviendo con el mismo nivel de seguridad y confort con menos capital. En el keynesianismo, como señala la Escuela Austríaca, no se observa en el ahorro un objetivo de incrementar el poder de compra futuro de los ahorradores. Para ellos, la inversión está en función de la tasa de interés, que entre más baja, la propicia más. Su error pues está en no comprender que esa tasa no ha ser manipulada, y que si desciende, debe ser solo en un mercado libre y gracias a la abundancia de ahorro, que por cierto, junto con el capital, están aniquilando con cada recorte artificial de los tipos. Manipularlos pues, sólo conduce al colapso. La NASOE va más allá y critica además la confusión keynesiana entre crédito y capital, y en especial, entre expansión del crédito y acumulación de capital. No son lo mismo.

Por lo anterior, es absurdo que nuestras autoridades financieras y monetarias continúen siguiendo las recetas equivocadas de solución a la crisis global actual. La siguiente entrega, estará dedicada justo a las confusiones keynesianas entre causa y efecto que mantienen a la economía global, navegando en aguas turbulentas.

viernes, 4 de julio de 2014

LOS BANCOS CENTRALES NOS ESTÁN “LAVANDO EL CEREBRO”: MARC FABER




Imagen: cnbc.com
El miércoles pasado, Kitco.com publicó una interesante entrevista con el controvertido inversor contrario Marc Faber, experto en temas monetarios y autor del afamado reporte por suscripción The Gloom, Boom and Doom Report.

Entre sus declaraciones, destaca que pese a que el precio del oro cumplirá en septiembre próximo tres años de corrección a la baja, en este período se ha observado una continuada impresión de billetes por parte de los bancos centrales, más crecimiento del crédito a nivel global así como un mayor número de millonarios y billonarios, “cortesía del Sr. Bernanke y ahora de la Srita. Yellen y otros ´payasos´ en bancos centrales alrededor del mundo”, manifestó. Todo esto, desde luego, significa no solo que los fundamentos del mercado alcista del oro se mantienen, sino que han mejorado.

Y es que para Faber, incluso todos estos banqueros centrales en algún momento tendrán algo de oro debido a que, por culpa de su impresión monetaria, “nadie, nadie confiará en el papel dinero en el largo plazo”. A pregunta expresa, explicó que medios, economistas y estrategas han estado hablando mal del rey de los metales por mucho tiempo, pero diciendo que compren acciones en los mercados bursátiles, dejando de lado que en los hechos, el desempeño del oro respecto a los activos financieros ha sido muy superior a partir del año 2000.

Asimismo, advierte que esos mismos medios no comentan que, a pesar de que los rendimientos vistos en índices bursátiles como el S&P 500 han sido positivos este año, los del oro e índices de mineras “junior” han sido mejores. “Nadie te dirá eso, solo dicen ´el oro es una pésima inversión´”, acusó.

Por otro lado señaló a los bancos centrales como la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos, de ser responsables “lavar el cerebro” al público con la idea de que hay peligro de deflación, cuando en realidad hay mucha inflación en el sistema, que se refleja en alzas de precios en la vida cotidiana de la gente. Cabe agregar que de este modo, justifican la aplicación de sus destructivas políticas de manipulación de tasas de interés. En todo caso, dice, hay una inflación monetaria que si bien no se ha expandido aún a toda la economía, está fluyendo hacia activos que sí están subiendo, pero que más tarde, se traducirá en incrementos generalizados de precios.

Como podrá entenderse, ataca la muy extendida creencia de que la deflación es “mala” y la inflación es “buena”. “El siglo XIX en Estados Unidos transcurrió en un ambiente deflacionario (…) y el crecimiento real per cápita para los americanos avanzó a un ritmo más acelerado que desde la creación de la Fed en 1913”, explicó.

En coincidencia con este espacio, Faber considera que es probable que durante el otoño la Fed decida no dar por concluido su estímulo monetario y anticipa que incluso podría incrementarlo. Lamenta que entre más liquidez inyecten estos institutos centrales, la calidad de vida de los hogares en el mundo será peor.

En este sentido, además del oro, afirma que está invirtiendo en algunas acciones, bonos y propiedades, pero como ya ha advertido con anterioridad, no le emocionan los mercados bursátiles debido a que la mayoría están caros o sobrevaluados.

Por último, al referirse al fraude descubierto en China por 15 mil millones de dólares respaldados en falsas transacciones de oro, bromeó diciendo que deberían enviar a la Fed a los auditores que lo descubrieron, para que confirmen si es que todavía queda algo de oro en sus arcas. Sin duda alguna, Faber tiene las mismas sospechas que aquí hemos expuesto: ya no queda oro en la Reserva Federal estadounidense.

Como ve, los más incisivos críticos coinciden en que, pese a lo que se diga en los discursos oficiales americanos, mexicanos o europeos, la economía mundial no está mejorando sino que va de mal en peor. El maquillaje que le están poniendo a través de la impresión monetaria, no durará por mucho tiempo.

domingo, 23 de febrero de 2014

G20, UN TEATRO GUIÑOL




Este domingo terminó un encuentro más de los ministros de finanzas y banqueros centrales del G20, celebrado el fin de semana en Australia. Este grupo es un foro cuyos miembros, incluyen a las 19 mayores economías del mundo más la Unión Europea.

En su comunicado oficial, el G20 sigue dando muestras de que se comporta solo como un teatro guiñol, en el que los que mueven los hilos, están muy contentos haciendo que esos líderes financieros repitan sin cesar el discurso que les han diseñado.

Lo malo es que esas palabras se transforman en equivocadas acciones políticas y económicas que no nos conducen a una salida real de la crisis que inició en 2008, cuyos orígenes reales por cierto, se remontan tan lejos como a la desmonetización de la plata en el siglo XIX, y a la del oro en el siglo XX.

En este largo proceso, que un científico monetario como el Prof. Antal E. Fekete considera un hecho artero y planificado, el concepto de crédito fue entremezclándose con el de dinero hasta fusionarse por completo. Por eso hoy el “dinero” es en realidad dinero fíat, es decir, un papel o dígitos en cuentas bancarias que no son otra cosa que una deuda, pero que a la gente se le educa para que crea que es dinero de verdad.

La diferencia estriba en que ese dinero de verdad es un extintor de deuda, un pago en sí mismo.

Por ello el oro y la plata sí lo son, pues quien los recibe se da por pagado con una mercancía de valor real que puede atesorar para siempre. Esto no sucede con el “dinero” de papel del que las personas tienen que deshacerse lo más pronto posible, pues su valor aparente disminuye a gran velocidad y no puede ser guardado por mucho tiempo. Los gobiernos corrompen su propia divisa.

Por todo ello, la idea de impulsar la economía con deuda, consumo y crédito que se expanden de manera exponencial, solo puede existir en un sistema de dinero fíat, pues a diferencia del oro y la plata, este sí puede ser creado ilimitadamente a costa de sus defraudados tenedores, y de todos los que día con día se esfuerzan cada vez más por ganar cada vez menos de ese falso dinero.

Hoy vivimos la fase final de este largo experimento universal de dinero fíat y deudas al infinito, pues alcanzamos el punto en el que ya ni siquiera con dosis históricas de “estímulos monetarios” –eufemismo que se refiere a la impresión masiva de billetes- en las economías más grandes del orbe, ni con permanentes déficits fiscales, es posible seguir expandiendo el crecimiento económico.

Así lo confirma una vez más el propio G20, que en su declaratoria asegura que “A pesar de estas mejoras recientes, la economía global continúa lejos de alcanzar crecimiento fuerte, sostenido y balanceado. Estamos de acuerdo en que la economía enfrenta todavía debilidades en algunas áreas de la demanda, y que el crecimiento está aún por debajo de las tasas necesarias para que hacer que nuestros ciudadanos regresen al empleo y cumplan sus aspiraciones de desarrollo”.

El punto 3 del comunicado continúa haciendo explícitas sus falsas teorías: “Reconocemos que la política monetaria debe seguir siendo acomodaticia en muchas economías avanzadas, y que debe normalizarse a su debido tiempo, mismo que estará condicionado a la perspectiva de estabilidad de precios y crecimiento económico.” Énfasis agregado.

En pocas palabras, el G20 renueva votos en su compromiso de estimular la demanda global por medio de más “flexibilización cuantitativa”, y se fija como meta un crecimiento del PIB colectivo de más de 2 por ciento durante los próximos 5 años, o sea más de dos billones de dólares en términos reales.

Para lograrlo, el G20 dice además que tomará acciones concretas como “incrementar la inversión, elevar el empleo y la participación, incrementar el comercio y promover la competencia además de las políticas macroeconómicas.”

Todo ello nos habla de que las erradas teorías monetaristas y keynesianas se encuentran al mando: las primeras, dominando bancos centrales, y las segundas, gobiernos de estos países. Un intento de planificación central evidente, ha sustituido al libre mercado.

No han sido suficientes todos estos años de fracasos en levantar el crecimiento económico mundial, para darse cuenta de que si siguen empleando las mismas políticas obtendrán siempre idénticos resultados: más deuda, dispendio, burbujas de activos (índices bursátiles, bonos, divisas, etc.) y acumulación de oro y plata en manos privadas, pero menos producción, empleo y desarrollo.

La “debilidad” de la demanda como la llama, y su temor a las “presiones deflacionarias”, son síntomas de un mal mayor y no la causa de la enfermedad económica, pero eso no es capaz de verlo el G20.

De este modo, los países miembros –incluido México, se han convertido en meros títeres de las malas ideas impuestas por una élite, que tras bambalinas, continúa beneficiándose del statu quo y de su brazo ejecutor: el dinero de papel.

Por eso veremos pasar decenas de encuentros y cumbres, pero que no traerán cambio alguno de fondo. El G20 y otros foros, seguirán repitiendo lo mismo como si de rezos inmutables se tratara. Solo cavan más profundo el agujero donde estamos.

Mientras tanto, esa misma élite a la que hemos aludido, seguirá solapando la colosal transferencia de oro de Occidente hacia Oriente –en  particular hacia China, para empoderarse a tiempo y otra vez sacar provecho del nuevo sistema que resurgirá de las cenizas del actual, cuyo final trágico, es inevitable.

En ese reinicio, como hemos adelantado, quedará claro que no hacía falta más deuda, consumo y crédito, sino lo opuesto: más ahorro, austeridad y formación de capital. Para entonces, las naciones que sí lo hicieron y atesoraron dinero auténtico, el oro, pondrán las nuevas reglas, desplazarán al dólar y serán las voces más fuertes en el Fondo Monetario Internacional.

Ojalá que dentro de la academia y la intelectualidad, las pocas voces que hoy criticamos y cuestionamos a las corrientes predominantes, seamos acompañados. La auténtica solución a las tribulaciones económicas que nos aquejan, pasan por dejar de lado los viejos dogmas que nos trajeron hasta aquí, y construir sobre cimientos sólidos.

De no hacerlo, el cáncer del dinero fíat que corrompe el presente de nuestra sociedad, a la par que carcome el progreso y futuro de la humanidad seguirá avanzando, condenando a cientos de millones de personas a un final que no merecen, pero del que no los podremos salvar.

martes, 21 de enero de 2014

¿CÓMO MEDIR CORRECTAMENTE LA #DEFLACIÓN?




Imagen:
www.cmi-gold-silver.com/
Antes de entender lo que es el “precio” de algo, debe tenerse claro qué es qué no es lo que conocemos como dinero, pues el primero siempre será entendido en términos de determinada cantidad del segundo.

El dinero es una institución social y no una creada por el Estado. El origen de éste fue perfectamente explicado por Carl Menger –fundador de la Escuela Austríaca de Economía, en obras como “El Origen del Dinero” y “Principios de Economía”. En este espacio hacemos una invitación a conocer la valiosa obra de Menger, que ha sido ninguneada por las actuales escuelas predominantes: la monetarista y la keynesiana.

Pues bien, el dinero se define en términos de “mercadeabilidad”. Así pues, es el bien más vendible en determinado tiempo y espacio el que tenderá a convertirse en el medio de intercambio general. Es por eso que a lo largo de la historia de la humanidad, mercancías tan diversas como la sal, el cacao, conchas de mar, té o ganado han jugado este importante rol.

La razón es que el ser humano económico se dio cuenta de la necesidad de minimizar sus pérdidas a la hora de comerciar. Al principio, un sujeto A solo podría cambiar sus mercancías con el sujeto B si éste, a su vez, estaba dispuesto a entregar las suyas en reciprocidad.

Las complicaciones y problemas de este mecanismo directo conocido como trueque son obvias: si la persona B no quería recibir las mercancías de A, ni viceversa, tendrían ambas que salir a encontrar no solo quien sí las quisiera, sino además, que esa persona a su vez estuviera ofreciendo lo buscado por A y por B.

El desarrollo mismo del mercado, sin la intervención del Estado, permitió que aquellos más perspicaces notaran las ventajas de intercambiar sus mercancías primero por una más comúnmente aceptada por la mayoría, aunque ésta solo la deseara y utilizara para canjearla a su vez, por el bien que quería desde un principio. Un intercambio indirecto.

Esa segunda mercancía, usada como medio para llegar a un fin, es la que fungiría como dinero.

Ese proceso de ir descubriendo el mejor de los “dineros”, tanto en distintos lugares al mismo tiempo, como en los mismos lugares en diferentes momentos, ha concluido siempre en el descubrimiento de los metales preciosos, oro y plata, como los más convenientes para esa función.

Sus características y propiedades pues, los elevaron al rango de dinero por excelencia, como las mercancías más vendibles de todas y con el menor diferencial (spread) entre el precio de compra y de venta, gracias al apetito humano por aceptarlas y hasta acumularlas de manera casi ilimitada, en una palabra, por su valor.

La vieja frase de que una “monedita” de oro cae bien a todos, resultó cierta. De hecho, el comienzo de la acuñación de moneda, esta sí por parte del Estado al establecer contenidos y grado de pureza de las mismas, elevó aún más la por sí “vendibilidad” más alta de los metales preciosos.

Siendo el oro el dinero supremo, cualquier precio verdadero tiene que ser expresado en función de él. 
Imagen: www.coinnews.net
Todo “precio” (así entrecomillado) medido en dinero fíat (pesos, dólares, euros, etc.), es aparente, pues para conocer su precio real, debe ser comparado a su vez con el “precio” fíat del oro para saber su equivalencia en masa del metal.

Recordemos que por lo general, el “precio” fíat que se da a conocer es el de la onza de oro puro (31.1 gr.) en dólares de Estados Unidos.

En este entendido, nada importa la desmonetización forzada del oro que hicieron los gobiernos del mundo para imponer sus esclavizantes divisas de papel, cualquier “precio” para ser entendido en términos de precio verdadero o real, debe ser a su vez convertido a precio en oro (sea en gramos, onzas, etc.).

Por lo tanto, cuando se va a analizar el desarrollo futuro de los “precios”, o sea si habrá inflación (subida) o deflación (baja), debe examinarse si las mercancías en el comercio serán intercambiadas por más oro (precios verdaderos al alza), o por menos (precios reales a la baja).

Deflación no es otra cosa entonces que los precios verdaderos (cantidad de oro) desplomándose.

Aquí le he explicado cómo por medio de la utilización de dos herramientas de análisis como la Base y la Cobase del oro –que miden de diferente forma inversa la relación que guarda el precio al contado o spot del metal con el de los contratos de futuros más próximos, podemos darnos cuenta de que éste se encuentra desde el año pasado en una situación de “backwardation” que tiende a la permanencia.

En términos simplificados, esa backwardation nos dice que el oro tiende a salir de la circulación, por la creciente montaña de deudas impagables en dinero fíat que se acumulan en el mundo, cortesía del derroche universal de los gobiernos, y de la monetización que de ella hacen los bancos centrales al imprimir billetes “de la nada”.

Otra cara de esas deudas impagables es por cierto el sobreapalancamiento que hay de oro en el planeta.

En palabras sencillas, hay más oro del que es posible entregar en físico (a causa de los derivados de oro, préstamos de bancos centrales y el sistema de reserva fraccionaria con que operan los especializados Bullion Banks), y ante esta anomalía, de nuevo los más avezados están corriendo apresurados para acumularlo en manos privadas, antes de que se “agote”.

Imagen: Oroyfinanzas.com
Como en el juego de las sillas, cuando la “música” de la recuperación económica deje de tocar y de pronto todo el planeta descubra el monstruo deflacionario que ha nacido, todos correrán a por sus lingotes y monedas

Para desgracia de la mayoría, el oro ya no estará ahí, ni en el Comex (Commodity Exchange) ni en el Banco de Inglaterra ni en ninguna parte, o sí, pero lo estará en manos de quien no lo enajenará jamás a ningún “precio” fíat.

¿Quién en medio de un naufragio a mitad del océano querría vender el bote salvavidas de su familia, así le ofrecieran a cambio todo el dinero del mundo?

Ese colapso de los “precios”, su desaparición de facto, la imposibilidad convertir dólares, euros, pesos, etc. en oro contante y sonante, o dicho de otro modo, que no valgan nada en términos del metal, es hiperdeflación: el cese del intercambio de “dinero” fíat por dinero real, la extinción de su “precio”.

Ese que aquí podríamos llamar el Gran Colapso Original, que ha sido predicho por el análisis científico del Prof. Antal E. Fekete, fundador de la Nueva Escuela Austríaca de Economía, de inmediato se trasladará a todos los demás mercados, y más que nada al de materias primas.

A eso se refiere el gurú de las commodities Jim Rogers, cuando ha hablado de que “no habrá comida a ningún precio”. Sí, a ningún “precio” fíat. Los tenedores de materias primas solo aceptarán trueque, es decir, ser pagados a precios reales a cambio de dinero real, verdadero (oro y plata físicos), para a su vez tener capacidad de canjearlo por lo que necesiten.

Esta deflación puede verse como encarecimiento del oro en términos de mercancía, o bien, como que a cambio de “X” o “Y” bienes como pueden ser petróleo o trigo, podrá obtenerse menos oro, y mucho menos del que se puede obtener hoy. Un desplome de los precios verdaderos.

Con esto presente, puede comprenderse mejor que el que los asiáticos –sobre todo China- se estén llevando el oro y vaciando las arcas occidentales, no implica nada más un cambio de lugar de almacenamiento para el metal, sino una transferencia colosal de riqueza y poder real, que marcará sin duda el inicio de una nueva era para la humanidad.


Una, en la que por desgracia, habrá solo dos bandos: los que anticiparon el cambio… y los que se quedaron atrás.

martes, 14 de enero de 2014

LA FALSA RECUPERACIÓN ECONÓMICA DE EEUU




Imagen: usa.chinadaily.com.cn
En las últimas semanas de 2013, los principales medios financieros estuvieron cargados de dos cosas: notas positivas respecto a la “buena forma” en que se encontraba ya la economía estadounidense, y de noticias negativas sobre el pésimo año que tuvo el oro: “el peor en más de tres décadas”, sentenciaban.

Sin embargo, con la llegada de 2014 incluso esos mismos medios informativos, han comenzado a cargar su atención en si los índices bursátiles –con los de Estados Unidos a la cabeza, se encuentran o no en una fase de burbuja especulativa.

Ambos enfoques, el de la “recuperación” y el de la burbuja bursátil, están muy relacionados entre sí, tanto, que gran parte del público los asume como sinónimos: si avanza una, crece la otra. No obstante, nada está más alejado de la realidad.

De hecho es todo lo contrario.

La subida hacia nuevos máximos históricos que recientemente han observado índices como el S&P500, está relacionada nada más que con la continua impresión monetaria de la Reserva Federal (Fed, banco central de EE.UU.).

Sí. Pese a haber reducido sus estímulos (QE) el mes pasado a 75 mil millones de dólares (mdd) mensuales desde 85 mil mdd en que se encontraba, lo cierto es que el monto de estímulos continúa siendo muy alto, y en vez de ceder más y más este año como es el consenso, podría prolongarse e incluso ampliarse, ahora, con la Fed bajo la dirección de Janet Yellen.

Su impresión monetaria no está creando inflación, pero sí incrementando la propensión de los inversores a acumular activos. Por ahora solo los más avezados persiguen nada más que los activos reales –tangibles y no financieros, pero llegará el momento en que todos huyan hacia ellos, pues la vorágine deflacionaria, será brutal.

De este modo, con el programa QE es como han logrado mantener a flote la maltrecha economía estadounidense. No hay recuperación real.

Una simple pero contundente prueba de esta mala percepción es que el mes pasado, al anunciar y justificar su recorte de estímulos, la Fed dijo en su comunicado oficial que veía:

"la mejoría en la actividad económica y las condiciones del mercado laboral como consistentes con la creciente fortaleza subyacente de la economía en general. A la luz del progreso acumulado hacia el máximo empleo y la mejora de las perspectivas de las condiciones del mercado de trabajo, el Comité decidió reducir modestamente el ritmo de sus compras de activos.”

Para desgracia de la Fed, hoy sabemos que de nuevo, sus percepciones fueron erróneas.

En diciembre, aunque la tasa de desempleo bajó de 7.0 a 6.7 por ciento, la realidad es que esa caída no se debió a una pujante generación de puestos de trabajo, sino a un desplome en la tasa de participación laboral a 62.8 desde 63.0 por ciento en que se encontraba. Más gente se dio por vencida.

Según datos publicados por Zerohedge, esto significa que de 155.3 millones de personas que participaban en la fuerza laboral, en diciembre hubo solo 154.9 millones, mientras que las excluidas de ella ascendieron a un récord de 91.8 millones.

Por si fuera poco, de las decepcionantes 74 mil plazas laborales creadas en Estados Unidos ese mismo mes, el 55 por ciento fueron temporales.

Vaya, si a eso le llama la Fed una “mejora en las perspectivas” de trabajo, entonces tal vez sepa algo que nosotros no, o de plano no tiene idea del rumbo que ha tomado la economía real. En este espacio apostamos todo a esta última posibilidad.

Así que ahora podemos entender por qué esos mismos “analistas” y “expertos” de corto plazo, que se habían convertido en defensores de la “recuperación”, ahora digan que están muy preocupados por la valuación de las bolsas, sobre todo, tras las caídas observadas en este inicio de año.

El oro –verdadero refugio financiero por excelencia, se ha visto beneficiado de momento por este pesimismo parcial, pues a mayor temor de una burbuja reventada, los inversores corren hacia él.
Reserva Federal (Imagen: Wikipedia)
Pese a ello, debe tenerse precaución. Ya sabemos que la economía está prendida de alfileres, pero también que la Fed con Yellen a la cabeza, seguirá muy preocupada por maquillar la fachada, elevando todavía más esos mismos índices bursátiles.

El teatro buscarán sostenerlo el mayor tiempo posible, pues estos indicadores son seguidos muy de cerca por el público inversionista en aquel país, que tiene interés en no verlos descender.

De manera que la burbuja de las bolsas, como suele ocurrir con la mayoría de ellas, podría seguir inflándose más de lo que hoy se cree posible en la primera mitad de 2014. Más allá de este año, se antoja muy difícil.

Por eso no se preocupe. El próximo mes o el siguiente, los datos lucirán “mejor” de nueva cuenta como por arte de magia, y ya nadie se acordará de las malas nuevas de hoy. Seguirá la fiesta.

Lo malo para quien se lo crea, será que una vez pinchadas por la causa que sea, el reventar de esas burbujas bursátiles tomará a muchos desprevenidos.

Para cuando eso suceda, los reflectores estarán acaparados por los metales preciosos monetarios, que como hemos anticipado en esta columna, concluirían este año su periodo de corrección (baja) para retomar el camino al cielo.


Ojalá que los lectores de este espacio, no formen parte de los que no estarán preparados. Los demás, están avisados.

miércoles, 11 de diciembre de 2013

ORO Y PLATA, ¡JUNTOS EN BACKWARDATION!




Imagen: bullionmarketthinking
El oro y la plata están de forma simultánea en backwardation. A manera de recordatorio y explicación para nuestros estimados lectores, cabe subrayar que en este blog se expone un análisis del mercado de metales preciosos monetarios muy diferente a los tradicionales: el de la llamada Base y Cobase de ambos.

La razón es que los típicos análisis técnicos no ofrecen un panorama completo, como el que es indispensable tener, para una correcta toma de decisiones.

Aunque útiles, por desgracia no nos revelan algo mucho muy importante: cuánto ha aumentado en el mercado la propensión de los inversores a acumular oro y plata físicos, con independencia del nivel de precios que se observe, ya que este es determinado (todavía) sobre todo en el mercado de “papel” (futuros).

Dicha propensión queda expuesta cuando comparamos las diferencias entre los precios de ambos metales al contado (spot), y los que se observan en sus contratos de “futuros”, o sea, en los que se promete la entrega del metal adquirido en fecha posterior.

De esa observación se obtienen la Base y la Cobase.

La Base es el resultado de restar del precio del contrato de futuro, el “spot”. Dado que la normalidad es que los futuros sean más caros que el precio corriente, la cifra debería ser positiva. Esto se conoce como “contango” (curva ascendente). Pero si el resultado obtenido es negativo, muestra una inversión en la curva que se conoce como “backwardation” (curva descendente).

Por su parte, la Cobase se obtiene restando del precio “spot” el del contrato de futuro que corresponda. Por eso se está en “contango” cuando el resultado es negativo, y en “backwardation” cuando hay lectura de Cobase positiva.

Esto último es señal de que hay en el mercado una “escasez” de existencias del metal, ante una amplia demanda física. Justo esto es lo que se está presentando al mismo tiempo en el mercado del oro y la plata, pues como dijimos al inicio, ambos están en backwardation.

En el gráfico siguiente (cortesía de Sandeep Jaitly de feketeresearch.com), se observa el comportamiento de la base (líneas azules) y la cobase (líneas rojas) para los contratos de oro con vencimiento en febrero y abril 2014 (éste en líneas difuminadas). La última lectura para la cobase de febrero es de +0.24%.

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El mes pasado le informamos que por primera vez en el año, la plata había entrado en backwardation hacia el 5 de noviembre. No obstante, esta condición persiste.

El contrato de plata a diciembre (no se muestra en la gráfica) ha dado paso al de marzo, que ya muestra asimismo una backwardation con una lectura positiva de 0.17% anualizada. El hecho de que la backwardation en la plata se presente con tanta anticipación al vencimiento del contrato, no tiene precedentes.

Tampoco que en el oro el contrato de febrero ya esté (de nuevo) en backwardation como se muestra en el primer gráfico.

¿Por qué es importante recalcar todo esto?

Porque como también hemos advertido aquí con anterioridad, el oro y la plata se están “escondiendo” de la circulación.

De manera discreta pero consistente, mientras el precio del metal se mantenga cerca de los niveles actuales a causa de ventas masivas de contratos de “papel”, alguien más seguirá aprovechando, sobre todo en India y China, para tomar todo lo que puedan a precio de ganga. Eso sí, en metal contante y sonante.

Dado que en lo que va del año el contrato de oro más activo ha estado fuera de backwardation solo durante pocos días (ver siguiente gráfico de Sandeep Jaitly), puede afirmarse que hemos llegado a la tan temida fase de backwardation (cobase positiva) permanente.

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De aquí en adelante, salvo algunas fluctuaciones, observaremos cómo esa condición tiende a agravarse.

Cada día más inversores optan por comerciar con operaciones de pago al contado contra entrega física de oro y plata. Esto que debería ser siempre de lo más normal del mundo, no lo es por una sencilla razón: no hay metal precioso que alcance para todos.

El sistema de reserva fraccionaria con que operan los “Bullion Banks” y hasta los inventarios del Comex (Commodity Exchange), que cuentan a la fecha con 108 “dueños” por cada onza de oro en sus almacenes, son muestra de ello.

De ahí que la aparentemente atractiva operación de “ganancia con riesgo cero” para los tenedores de oro y plata cuando hay backwardation, no se esté efectuando.

Y es que en teoría ese inversionista con metal físico podría venderlo hoy con una ganancia (gracias a que el precio spot es más alto que el del futuro a febrero), y de forma simultánea comprar ese futuro con vencimiento en febrero 2014. Vendió caro y compró barato en un solo instante, por lo que ahora solo tiene que esperar sentado unos meses a que le entreguen de vuelta metal equivalente a lo que enajenó.

Ese tiempo de espera puede ser mortal, pues llegará el momento en que al inversionista, no le puedan cumplir. Alcanzado ese punto, no es difícil imaginar el caos que se generará, ni lo que ocurrirá con los precios de los metales preciosos expresados en divisa fíat (dólares, euros, etc.).

Así que mientras los bajos precios ahuyentan a la mayoría en Occidente, muy pocos se están preparando para ese momento, en silencio, acumulando más dinero real (oro y plata) con cada baja que se presenta.

Es la reacción natural a la manipulación global a la baja de las tasas de interés e impresión monetaria, que los bancos centrales están realizando para intentar estimular con más deuda la economía planetaria, enferma justo por el exceso de deuda, consumo y crédito.

Esa colosal montaña deflacionaria que nos caerá encima, y que pocos ven venir, es la que los fuerza a repudiar cada vez más las divisas fíat en favor del oro y la plata, que no deja de irse al lejano Oriente. El mensaje de su base y su cobase, está ahora descifrado y a la vista de todos. Ojalá, que no lo ignoren nuestros lectores.

jueves, 7 de noviembre de 2013

BCE: BAJAR TASA EN GUERRA DE DIVISAS




Imagen: eastwebside.com
Ayer el Banco Central Europeo recortó sorpresivamente su tasa de interés de referencia a un nuevo mínimo histórico de 0.25%. Con ello, se supone que la autoridad monetaria de la zona euro pretende dar un impulso al crecimiento económico de sus países miembros, con un pequeño em
pujón que deprecia su moneda y les ayuda a ganar en “competitividad”.

El presidente de ese instituto central, Mario Draghi, en sus declaraciones dejó claro que su preocupación principal en primer lugar, es que están experimentando un período de muy baja inflación.

Un reporte publicado el 31 de octubre, mostró que la inflación anual en la región cayó de modo inesperado a 0.7 por ciento el mes pasado, la menor tasa desde noviembre de 2009. Ese fue el detonante.

En segundo término, al descartar que en su decisión influyera el tipo de cambio, podemos dar por hecho que sí tuvo mucho que ver. Y es que en lo que va del año el euro se ha fortalecido un 5.3 por ciento, algo totalmente contrario a sus intereses.

No por nada el mundo está enfrascado en una auténtica “guerra de divisas”.

Como sabe, por primera vez en la historia, la mayoría de los bancos centrales del planeta, incluida la Reserva Federal de Estados Unidos y nuestro Banco de México (Banxico), están en una carrera por ver quién devalúa más su moneda, con la creencia de que de esta manera benefician a sus propias economías, abaratando sus exportaciones y encareciendo los productos importados.

No por nada en menos de un año, aquí Banxico pasó de decir que consideraba aumentar su tasa de interés, a bajarla ya en tres ocasiones en 2013, imitando los movimientos de sus homólogos mayores.

La constante pues en el mundo “desarrollado”, donde Europa tiene un papel principal, es que con sus elevadas cargas de endeudamiento tanto público privado, lo peor que puede pasarles es que haya baja inflación. El aumento de los precios se vuelve así no solo una meta, sino una urgencia.

El extremo, el peor de sus miedos, es que se materialice una deflación que volvería aún más pesadas sus impagables cuentas. Como quiera, lo cierto es que esa crisis deflacionaria, como le he explicado en este blog, es justo adonde nos dirigimos de forma inevitable.

Ante su desesperación, los bancos centrales recurren a la única fórmula que conocen o que se atreven a usar, que es a la de bajar más los tipos de interés e imprimir dinero, con la esperanza de que por fin su plan funcione. Fracaso garantizado.

Si mayores bajas acumuladas en el pasado no sirvieron, es de esperar muy poco de un recorte adicional de 0.25 por ciento, o de medidas más desesperadas como el cobro de un porcentaje a los depósitos que podría darse más adelante.

En suma, lo que estos señores banqueros centrales no entienden, o no quieren ver, es algo de sentido común: no se puede curar a un alcohólico queriendo comprarle más botellas de licor, y menos si aquel ya decidió que le vendría bien dejar de beber.
Imagen: Etceter.com

Si lo que nos trajo hasta una crisis global que no se veía desde la Gran Depresión fue una bomba de exceso de deudas, consumo y crédito que estalló en 2008, no saldremos del agujero mientras no estimulemos todo lo contrario: más ahorro que genere capital.

Solo éste hace posible la creación de riqueza y empleo, que no se pueden crear por decreto. Así de claro.

De esta forma, como en la analogía del bebedor, podrán bajar todo lo que quieran las tasas, pero no podrán obligar a que la gente y las empresas, muchas de ellas en quiebra o con cuentas por pagar hasta el cuello como sus propios gobiernos, a que salgan a tomar más préstamos para elevar la demanda que ellos quieren.

Deberían de bastarles todos estos años en que han probado la misma receta sin éxito, pero la verdad es que no saben qué más hacer.

Como hemos explicado en este blog, manipular a la baja por más tiempo las tasas de interés solo agravará el problema, pues incluso si se llegara a castigar a los depositantes, estos optarán por guardar su efectivo en casa o “debajo del colchón”, pero no saldrán a gastarlo. Aumentará cuando más su propensión a acumular, pero fuera del sistema.

Los que sí gasten se dividirán en dos grupos: aquellos que se protejan comprando activos tangibles que seguirán existiendo a pesar de un colapso financiero (tierra, metales preciosos, obras de arte, etc.), y por tanto conservando algo de valor; y los que preferirán adquirir falsos “activos” financieros en burbuja, que por el mismo derrumbe, absorberán terribles pérdidas.

Ojalá, los lectores de este espacio, dondequiera que estén, sean solo de los primeros.