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Guillermo Barba/ Oroplata.com
Es oficial: Alemania repatriará
sus reservas de oro. Al menos en parte. Esto constituye uno de los sucesos más
importantes de los últimos años, no solo en el ámbito de los metales preciosos,
sino en todo el mundo financiero.
En un hecho inusual por parte del
Bundesbank (“Buba”, banco central
alemán), este miércoles anunció su nuevo plan de almacenamiento, con el que
para 2020 pretende tener al menos la mitad de sus reservas de oro en bóvedas propias,
en territorio germano. La otra mitad, permanecerá en Nueva York y Londres. En
la siguiente tabla se detalla la localización actual y futura:
Ubicación
del oro
|
Al
31 de diciembre de 2012
|
Al
31 de diciembre de 2020
|
Fráncfort
|
31%
|
50%
|
Nueva
York
|
45%
|
37%
|
Londres
|
13%
|
13%
|
París
|
11%
|
0%
|
Fuente: Bundesbank
Esto significa que el Buba, retirará 300 toneladas del metal
ubicado en Nueva York, y la totalidad de las que tiene en París hasta hoy, 374
toneladas.
Cabe destacar que las tenencias
alemanas de oro, 3,391.3 toneladas, son las segundas más grandes del mundo,
solo después de las que supuestamente tiene Estados Unidos con 8,133.5
toneladas.
El Bundesbank explica que toma
esta medida, con la intención de enfocarse “en
las dos funciones primarias de las reservas de oro: construir confianza
domésticamente, y la habilidad de cambiar oro por divisas extranjeras en los
centros de comercio áureo en el exterior, en un período corto de tiempo”.
Sin embargo, lo que más llama la
atención y a la sospecha, es el repentino cambio de discurso que ha tenido ese
instituto central, y que sólo puede traducirse de esta manera: en cuestión de
semanas, el Bundesbank pasó de una
confianza absoluta y ciega en sus pares, a un pánico que se ve obligado a
contener y disimular, pero que para el público no puede pasar desapercibido.
Recordemos lo que
en octubre pasado, el propio banco central dio a conocer en una entrevista
publicada en su portal de internet bajo el título Reservas de Oro Guardadas Seguramente: “por favor, por años nuestro oro ha sido guardado por los altamente
estimados bancos centrales de los Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia sin queja
alguna, en lo absoluto (…) Parte del debate en Alemania se ha desviado hacia el
absurdo.”
Asimismo, Andreas Dombret,
miembro del Comité Ejecutivo del Bundesbank declaraba apenas el 1 de noviembre
ante el presidente de la Reserva Federal (Fed) de N.Y.: “déjenme comentar sobre esta extraña discusión pública que tenemos en
Alemania respecto a la seguridad de nuestro oro depositado fuera del país, una
discusión traída por miedos irracionales (…) Les puedo asegurar que tenemos
confianza en que nuestro oro está en manos seguras con ustedes”.
Entonces, ¿qué pasó? Esa
parte, por supuesto, jamás se hará oficial. La confianza, a pesar de que se intente atenuar la “ofensa” con una
repatriación paulatina, ya no es la de antes.
Analistas de todas partes tratan
de descubrir la gran respuesta, pero lo cierto es que una decisión de tal
envergadura, casi de la noche a la mañana, tuvo que haber sido tomada por varios
motivos muy serios, tanto internos como externos.
Entre las causas tendrá que ver
que el año pasado, Philipp Missfelder, parlamentario y miembro de la Unión
Demócrata Cristiana, visitó Nueva York con la intención de inspeccionar él mismo
las tenencias de oro, y el personal de la Fed no quiso, o no pudo, decirle con certeza cuáles lingotes eran los
de Alemania.
También, que la Oficina de
Auditoría Federal revelara en 2012, que el banco central no supervisaba de
forma adecuada sus reservas áureas, y sugirió la verificación y pureza del
metal en el extranjero, del que incluso, se duda de su existencia.
Más allá de especulaciones, la
realidad es que Alemania no debería
tardar tanto en repatriar su oro. Si ya ha dado la “bofetada” a la Fed,
debería hacerlo de una vez y en cuestión de meses, no años.
No existe una razón válida para
hacer la repatriación de manera tan lenta, menos aún cuando la propia Alemania
reconoce, con este hecho, que la situación económico-financiera global es de
tal gravedad, que el riesgo de tener su metal fuera de sus fronteras, lo expone
en demasía a un riesgo de incumplimiento y confiscación, en medio de una crisis
que dista mucho de terminar.
El “beneficio” de tenerlo fuera,
no compensa para nada el riesgo de no tenerlo en propia mano.
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Ahora, es probable que la
decisión alemana de hacer una repatriación en siete años, tenga que ver con el
conocimiento de que la Fed y la Banque
de France no tengan en existencia la totalidad de su oro por haberlo
“prestado”, pues gracias a legales trucos contables (swaps), los bancos
centrales podrían haber proveído ese metal físico al mercado, de paso
deprimiendo su precio, sin tener que reportarlo en sus balances.
Por ello sería muy importante que
el Bundesbank dejara en claro de una vez, si tiene o no las listas de sus
barras con número de serie, y las hiciera públicas. Esto permitiría indagar
cuántos “propietarios” poseen en el papel, la misma barra. Desde luego, por el
escándalo que se desataría, es casi imposible que esto suceda.
De ahí podría explicarse la
reticencia del banco central a hacer un requerimiento expedito de entrega de
lingotes, pues implicaría para los acreedores el tener que conseguirlos en el
mercado con el riesgo de disparar su cotización, algo que seguro el Bundesbank
no pretende agregar a la polémica. De “ofensa” menor, se estaría frente a un
rompimiento total. En cambio, les ha concedido un tiempo que no debería.
Por eso, este elemento debe verse como extremadamente “bullish” (alcista)
para el rey de los metales en el largo plazo. No se trata de un simple “cambio
de bóvedas” como algunos piensan, ese oro tarde o temprano se tendrá que
conseguir en físico, al precio que sea.
De lo contrario, tendrían que mermar las
existencias disponibles en las arcas de los acreedores, algo que se antoja muy
difícil que permitan, dada su ya relativa escasez. Esta, acrecentada por la posibilidad
real de que se encuentren “rehipotecadas”
no una, sino decenas de veces.
Como quiera, Alemania en pleno
ejercicio de su soberanía, ha optado por anteponer su interés nacional al de
extranjeros. Que nadie pase por alto el mensaje subliminal que conlleva, y por
el que todos, países y personas, deberíamos estar preocupados por tener a buen
resguardo, y a la mano, nuestros metales preciosos.
La situación de la economía, es más grave que nunca, y como en un barco
que se hunde, hay que tener listos los “botes salvavidas”.
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