Este anuncio no sería ninguna
sorpresa, si no fuera porque evidencia que, pese a contar con un diagnóstico
correcto de la situación económico-financiera internacional y del país, titubea a la hora de tomar las decisiones
adecuadas.
Esto es notorio cuando comparamos
las conclusiones de sus dos últimos Anuncios de Política Monetaria, el del 30
de noviembre de 2012 y 18 de enero de 2013, pues en este lapso de solo mes y
medio, dieron un vuelco de 180 grados, que nos llevó de la posibilidad de “un ajuste al alza en la tasa de interés de
referencia”, a la ahora eventual reducción de la misma “para facilitar el ajuste de la economía a una situación de menor
crecimiento económico y menor inflación.”
¿Por qué Banxico ahora sí
comienza a considerar actuar? ¿Qué cambió en cuestión de semanas para la Junta
de Gobierno? Mucho en lo político y poco
en lo económico, en realidad.
Y es que si en la primera reunión
citada se aludía a los riesgos del llamado “Precipicio Fiscal” en Estados
Unidos, y a la “posibilidad” de mayores estímulos monetarios por parte de otros
bancos centrales, en la sesión de este año ya era una realidad que no hubo tal
abismo y sí, en efecto, se confirmaron los nuevos estímulos monetarios tanto a
cargo de la Reserva Federal de Estados Unidos, como del Banco de Japón. Todo
esto, en línea con lo esperado por casi todos los analistas serios.
En este sentido, aquí hemos dicho
repetidamente que Banxico debió bajar más los tipos de interés en lugar de
dejarlos en el mismo nivel desde hace más de tres años y medio, para al menos atenuar
la colosal entrada de capitales golondrinos y sus efectos indeseados –consecuencia
de ese “tsunami” de liquidez inyectado por los principales bancos centrales, que han inflado burbujas en el país que por
ahora nadie quiere ver, pues se sabe que tarde o temprano tendrán que reventar.
Entre ellas se encuentra la del
peso mexicano, que se expresa en la
artificial apreciación del tipo de cambio frente al dólar, y la de los
bonos mexicanos, cuya elevación de precios ha comprimido los rendimientos para
acercarlos a sus mínimos históricos. Una más es la de nuestro mercado bursátil.
Por otra parte, debemos tener en
mente que después de la gran crisis que tocó fondo en 2009, una de las formas
de “amarrar” la inflación ha sido justo a través del tipo de cambio. Un dólar barato
ayuda sin duda a quitar presión al Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC),
que terminó 2012 con una cifra de 3.57%, dentro de los límites tolerables para Banxico
(hasta 4%).
Aquí podemos especular con cierto
margen de certeza, que la mala decisión de “vitaminar” al peso a toda costa, pudo
incluso haber venido de la oficina del entonces presidente Felipe Calderón. No
podemos dejar de lado que en materia cambiaria, el Banco de México debe sujetarse a las directrices que le marque una
Comisión de Cambios, que encabeza no el gobernador del Banco, sino el
Secretario de Hacienda.
Por desgracia, toda la
información relativa a las actividades de dicha Comisión, está clasificada como
“reservada”. Sin embargo, las acciones del Banxico, como intervenir en el
mercado cambiario cada vez que se “disparaba” el dólar, bien podrían hablarnos
de una directriz muy clara de no permitir que cayera el peso.
Imagen: Antenasanluis |
Ello porque un peso artificialmente
fuerte, afecta a la planta exportadora nacional, que genera gran número de empleos
y divisas al país, en un ambiente en el que nuestro principal mercado, Estados
Unidos, es afectado por una innegable desaceleración que nos golpeará muy
pronto. De haber subido la tasa de interés, estos desbalances y las burbujas a
reventar, se habrían vuelto más grandes aún.
Ahora bien, no todo es miel sobre
hojuelas. El escenario que prevé Banxico de “menor inflación” para poder bajar
su tasa, en realidad se refiere solo a la inflación general y la subyacente. El
componente “no subyacente”, que abarca combustibles y productos agropecuarios, seguirá disparándose fuera del objetivo del
Banco, lo que afectará más a los más pobres.
Más allá de ello, por lo aquí
expuesto, la ponderación de costos entre subir o bajar las tasas, inclina la
balanza a favor de la segunda opción, lo que significaría el fin de la fiesta del “súper
peso” y el comenzar a desinflar las otras burbujas. Solo esperemos que esta
vez, Banxico no demore más de la cuenta como es su costumbre. Para estos
cambios Dr. Carstens se requiere valor, y ya no podemos perder más tiempo.
Muy ilustrativo tu análisis y creo que como dices . . "ya no hay mucho tiempo para actuar", las burbujas son casi siempre complicadas. En eso, en algún momento hubo algunos procesos semejantes de demora en Chile, y suelen traer consecuencias poco acotables. Ojalá no continúe encareciéndose mucho Mexico para el turismo y poder visitarlo. Slds, Edo.
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