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Guillermo Barba/Oroplata.com
El año nuevo ha iniciado con gran
emoción en los mercados bursátiles del mundo, que celebraron la llegada de 2013
con alzas muy importantes tras la aprobación del acuerdo, que “evitó” eldenominado “precipicio fiscal” en Estados Unidos. Según nos dicen, éste habría
llevado a la economía de aquel país y del mundo a una dolorosa recesión.
Sin embargo, varias verdades se
esconden detrás de ese optimismo, como que el fondo del problema no se ha
resuelto en absoluto: el excesivo gasto
deficitario del gobierno estadounidense y su endeudamiento sin fin.
Es más, según la propia Oficina
Presupuestaria del Congreso (CBO, por
sus siglas en inglés), el decreto firmado por Obama, agregará cuando menos, casi
cuatro billones de dólares al déficit fiscal en los próximos 10 años.
Por supuesto, debemos considerar
que esa previsión podría ser mucho peor, pues al revisar viejas proyecciones de
esa oficina, encontramos que también suelen pecar de optimistas.
En 2001, por ejemplo, la CBO estimó que a finales de 2011 el
gobierno tendría un superávit de casi 900 mil millones de dólares, cuando en
realidad, producto de los “estímulos” inyectados por la crisis de 2008-2009, hubo
un déficit de 1.3 billones.
Estos desequilibrios se han
mantenido toda la actual administración federal, y continuarán.
Por otro lado, el propio Fondo
Monetario Internacional (FMI), en un
comunicado emitido el 2 de enero, da cuenta sin querer de la gravedad de la
situación: “Si el Congreso no hubiese
actuado, habría descarrilado la recuperación económica”.
Y es que ¿acaso puede ser
sostenible una “recuperación” que se fundamenta en algo que por definición no
puede aumentarse al infinito, como el gasto público y la deuda? Por supuesto
que no. En otras palabras, el rebote vivido luego de la caída de la gran
recesión, tiene los trimestres contados.
Quizás se haya ganado algo de
tiempo, pero no hay duda de que la economía se dirige a un nuevo abismo, del
que para intentar salir, se recurrirá a las mismas herramientas de utilizadas
hasta hoy.
Como quiera, el acuerdo de todas
formas implica el aumento de impuestos tanto para familias de altos ingresos, como
para los de niveles medio y bajo.
Para los primeros, cuyos ingresos
sobrepasen los 400 mil dólares individuales al año, o 450 mil para parejas
casadas, la tasa impositiva subirá de 35 a 39.6%.
Mientras tanto, la afectación
para el resto será sobre todo a través del impuesto sobre nómina (payroll tax),
cuya reducción temporal de 2% quedará sin efecto. Se estima que esto golpeará
al 77% de los hogares norteamericanos.
Lo que es un hecho, es que de
nada servirá fortalecer en apariencia los ingresos, si el cáncer del dispendio
se mantiene sin cura.
Podemos explicar esto, con lo que
análogamente se suele escuchar en las finanzas personales: entre más se gana dinero, más se gasta.
Pongamos el caso de un
profesionista que percibe 100 mil dólares de ingreso anual, pero cuyos gastos
ascienden a 150 mil, y que cree que sus dificultades financieras se
solucionarán consiguiendo un empleo que le pague 200 mil al año. Cuando por fin
lo logra, pronto descubre que su desbalance no solo no se corrigió, sino que
ahora consume 300 mil dólares.
El ejemplo es una muestra de que
más allá del nivel de sus ganancias, su destino será la quiebra si no corrige
sus malos hábitos de consumo, de manera que equilibre su balance hasta poder ahorrar, y salir de la
esclavizante carga de la deuda.
Este simple principio de
inteligencia financiera, es el que pretende hacerse a un lado por los gobiernos
y bancos centrales más influyentes del orbe, que insisten en perpetuar los
déficits fiscales y la creación de divisas (impresión monetaria) como
“estímulos” económicos.
Un síntoma más de esta
enfermedad, es la discusión que en menos de dos meses, se estará presentando de
nueva cuenta en el Congreso estadounidense, esta vez, para volver a elevar el
tope de endeudamiento de la administración Obama.
Con todos estos antecedentes, lo
que debe quedarnos claro es que Estados
Unidos se dirige a una crisis fiscal y de divisas en los años por venir,del tipo que también impactará antes al Japón.
Asimismo, que la más alta
calificación crediticia que todavía algunas firmas calificadoras de riesgo
otorgan a ese país, debe ser irrelevante para los inversionistas preocupados
por la protección de sus activos, pues lo único que lleva a sus bonos a no ser
considerados aún como “basura”, es la capacidad americana de fabricar la
principal divisa de “reserva”, o sea todos los dólares que desee, para
“pagarlos”.
Lo malo, es que eso significa que
la devaluación del dólar, en el largo plazo, será constante. Cada billeterecién impreso le restará valor frente a aquellos activos que por naturaleza, no
pueden ser reproducidos sin límites.
Ese es el “secreto” del por qué
los alimentos, energéticos y materias primas suben de precio más que otros
productos.
Que nadie se sorprenda tampoco,
que 2012 haya significado el décimo segundo año consecutivo al alza para el
dinero real, el oro, que acumula así su racha más larga desde hace casi un
siglo.
La voz del oro –y de la plata,habla así para quien la quiere escuchar, con una voz de advertencia de que, acumularlo de forma regular, es una
buena manera de prepararse para el verdadero precipicio que viene.
Clarito, clarito!
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