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domingo, 27 de enero de 2013

LAS TRES GUERRAS PERDIDAS DE LOS BANCOS CENTRALES


Guillermo Barba / Oroplata.com 

El mundo se encuentra inmerso en una crisis económico- financiera que no ha terminado. Esto es evidente, pues a pesar de los típicos discursos sobre la “recuperación”, las acciones de los políticos gritan en sentido contrario la desesperación en que se encuentran.

Más que nunca es válida la frase de: no creas nunca en lo que te digan, sino solo en los hechos de quien te las dice.

En estos años desde el estallido de la Gran Recesión, hemos sido testigos del rebote de un “gato muerto”. 

Este, solo fue posible gracias a la inyección de trillones de divisas y déficits públicos, con los que bancos centrales y gobiernos pudieron dar la impresión de revivir incluso a un enfermo terminal como la economía global, que se sustenta en lo insostenible: un sistema de dinero fíat (divisas digitales o de papel, sin respaldo en oro).

Sin embargo, las cifras que evidencian una nueva recaída en el futuro cercano para Estados Unidos, las permanentes tensiones en Europa y la preocupante situación en Japón, por citar solo algunos ejemplos, han empujado a los tomadores de decisiones a pensar en invadir esferas que no les corresponden, para dar la impresión de que todo marcha bien.

En específico, podemos referirnos a la nueva andanada de presiones y ataques a los que se está sometiendo a los bancos centrales y su pretendida autonomía, de los que la mayoría goza. Al menos por ahora.

Para decirlo sin eufemismos, estas instituciones están bajo asedio en una guerra que, por definición, tienen perdida: la guerra de la politización.

Y es que para la mente de los gobernantes, cuando una ley estorba a sus intereses es momento de cambiarlas, y pueden hacerlo. En este sentido, su lógica será amenazar a los banqueros contrales con una consigna: o hacen lo que se les pide –por lo general  “coadyuvar” al avance de la economía por la vía de más expansión crediticia (inflación), o se les cambiarán las reglas para que no sea voluntario hacerlo, sino por fuerza.

El caso más paradigmático es reciente: el del Banco de Japón (BoJ).

No olvidemos que el entrante primer ministro japonés, Shinzo Abe, fue categórico al señalarle que si no garantizaba una “ilimitada” impresión monetaria de yenes, y elevaba al doble su objetivo de inflación, perdería su independencia.

Con esa “arma” en la cabeza, el BoJ cumplió. Este martes anunció que para 2014 cambiará a un enfoque abierto de compra de activos (13 billones de yenes), cada mes, sin una fecha ni monto límite, por lo que se equipara al QE4 de la Reserva Federal estadounidense (Fed). La diferencia está en que no se establecen, como sí lo hizo la Fed, metas específicas de desempleo ni inflación. El sueño de la creación de divisas sin fin, se le cumplió a Abe.

Es de esperarse que la sucesión en la cabeza del BoJ que se dará en abril, traiga a un funcionario todavía más agresivo y afín al gobierno, por lo que la “flexibilización cuantitativa” japonesa ad infinitum podría ocurrir antes y con montos más grandes, pues la misión que le encomendará Abe, no es fácil aún: destruir al yen.

Ahora bien, el BoJ no es el único bajo ataque político.

El Banco Nacional de Hungría está sufriendo presiones análogas, y también tendrá un cambio de titular en marzo de este año. Éste, según el ministro de Economía húngaro Gyorgy Matolcsy, será aprovechado para construir una “alianza estratégica” que ayude al crecimiento y el empleo. Discusiones como estas también ocurren en otras latitudes.

Ante esto, una voz sensata como la del presidente del Bundesbank, Jens Weidmann, advierte con razón los peligros que esto conlleva, pues de hecho será visto como una declaración abierta de guerra de divisas (devaluaciones competitivas), en las que todos quieren correr las imprentas lo más rápido posible para que su moneda, al perder poder adquisitivo, el país gane en “competitividad”.

Esto no es nuevo, pero se acelerará con la mano gubernamental. Todos sabemos que lo que tocan los políticos en materia económica termina peor de lo que empezó, por la sencilla razón que lo que les importa, es la apariencia en el corto plazo para poder ganar la siguiente elección.

En este sentido, las declaraciones de Weidmann hacen notar que entre los motivos para repatriar su oro desde Nueva York y París, como anunció este mes, el Bundesbank tuvo que haber ponderado los costos y alcances de esa guerra de divisas, pues saben de antemano que pronto se convertirá en un juego en el que, quieran o no, todas las monedas tendrán que participar. Una a una caerá como ficha de dominó.
Justo ahí radica también la similitud que tendrá este efecto con el del oro.

Tal como hizo Alemania, es cuestión de tiempo para que cada día más países comiencen a demandar la repatriación de sus lingotes. Si nadie querrá quedarse atrás en la carrera de la devaluación, mucho menos en otra más importante: la carrera por un oro que no alcanzará para todos. Los banqueros centrales, aunque lo guarden “in pectore”, lo saben muy bien.

Como en el juego de las sillas, en el que al cesar la música siempre hay alguien que se queda sin asiento, así la falsa sobreoferta de oro físico maquinada por los derivados de “oro” papel, garantiza que a alguien se le tendrá que incumplir la entrega de su metal, y que para cuando eso ocurra, no será imposible conseguirlo en el mercado, pero para ello, se tendrá que pagar un precio que habrá crecido exponencialmente.

Así pues, los bancos centrales enfrentan tres guerras perdidas: la de la politización, la de divisas y la del oro, que auguran un escenario en el que las víctimas serán cuantiosas. Por supuesto, sobre todo aquellas que por desconocimiento u omisión, no hayan recurrido al incomparable amparo del oro y la plata físicos.

4 comentarios:

  1. Tantos comentarios en los videos de Jenny Rivera, y solo esta este comentario huerfano para tan importante información.

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  2. Excelente artículo. Sin embargo lo de la politización me parece que lo llevas a un extremo. La independencia de los Bancos Centrales fue una lección dura de aprender para muchos. No olvidemos el pavor existente en Europa por la inflación y en países latinoamericanos como México, que saben que son periodos de super-inflación. La guerra de divisas sin duda comenzará, pero será en aquellas naciones que ya hayan alcanzado sus senda de estado estacionario (crecimientos de economías maduras) y no en economías en pleno desarrollo, me parece. Felicidades por el artículo

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  3. Realmente buen articulo, muchos bancos realizan prestamos digitales a sus clientes los cuales nunca ven en físico ya que solo les dan un plástico, y el préstamo es solo si eres cliente y hay garantía, pero quien me garantiza que el banco tiene realmente su respaldo en oro por lo que me está prestando ......... macabro no???

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  4. Realmente buen articulo, muchos bancos realizan prestamos digitales a sus clientes los cuales nunca ven en físico ya que solo les dan un plástico, y el préstamo es solo si eres cliente y hay garantía, pero quien me garantiza que el banco tiene realmente su respaldo en oro por lo que me está prestando ......... macabro no???

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