Imagen: Reuters/Gleb Garanich |
Hace justo una semana en este
espacio le dimos cuenta del mensaje que envió el gobierno del presidente ruso
Vladimir Putin: si Estados Unidos enviaba armas al ejército ucraniano, lo
consideraría una declaración de guerra y
se reservaría el derecho de contraatacarlo a él y sus aliados en otros frentes.
Quienes saben leer estos códigos saben que la amenaza no es ninguna broma ni
una filtración. No por casualidad fue el periódico The Moscow Times, el encargado de difundirlo en inglés.
En ese contexto, la semana pasada
se firmó también –por segunda ocasión– un acuerdo de cese al fuego en Minsk, la
capital bielorrusa, que entraría en vigor el primer segundo del domingo. La
notable fragilidad de la tregua era evidente y hasta el momento, ha sido un
rotundo fracaso: según reportes oficiales, las dos partes en conflicto no han dejado de combatir en buena
parte del territorio en disputa.
Como suele ocurrir, hay quienes
subestiman la gravedad de lo que está sucediendo no solo en Europa oriental, sino en Medio
Oriente y Asia. Pero la realidad es innegable: Occidente y Oriente se están preparando para pelear. Si estallará o
no una conflagración internacional está por verse. El punto en todo caso es que
donde aún la hay, lo que existe es una paz
hipócrita.
En el Este ucranio, el ejército
de ese país comenzó a rendirse hoy en la estratégica ciudad de Debáltsevo –eje
de comunicaciones entre Donetsk y Lugansk, ante el asedio de los rebeldes. Kiev
ha dicho que se trató de una “retirada” bien planeada pero lo cierto, es que
fueron derrotados y masacrados.
Las acusaciones se cruzan otra
vez. El vicepresidente estadounidense Joe Biden y el presidente ucranio Petro
Poroshenko, acordaron vía telefónica que “si Rusia continua violando los
acuerdos de Minsk, incluido el más reciente firmado el 12 de febrero, los
costes para Rusia crecerán". Atrás quedó entonces la supuesta eventual
“reducción” de las sanciones contra Moscú, pues para Washington, los rusos ya incumplieron el convenio de cese
al fuego.
Del otro lado, es muy delicado
que, como reporta Zerohedge, ahora no
sea un mensaje encubierto, sino una declaración del presidente Putin, la que
señale “armas estadounidenses ya están siendo suministradas a Ucrania”. Putin
no ha ofrecido pruebas, pero su simple dicho debe preocupar pues nos pone a
pensar: ¿habrá represalias contra
aliados americanos en otros frentes como antes amenazaron? Como sea, Putin
también ha dicho que está “más optimista que pesimista” respecto a Ucrania. Sin
embargo, una vez que tropas afines a Moscú han tomado control pleno del Este,
puede usted apostar a que bajo ninguna circunstancia querrán volver a estar
bajo la jurisdicción de Kiev. En otras palabras, es cada vez más probable que
siguiendo el camino de Crimea, organicen un referéndum para formalizar su separación de Ucrania.
Al ultranacionalista presidente ucranio
esto le debería ya quedar claro: nunca más tendrá soberanía sobre los
territorios perdidos. Así que mantener las hostilidades con apoyo americano
solo le significará un aumento de costos sin ningún beneficio.
En otro frente, ayer el Wall Street Journal reveló que la Casa
Blanca ha decidido equipar a rebeldes sirios “moderados” con camionetas armadas
con ametralladoras, GPS y radios ¡para
pedir apoyo aéreo de bombarderos americanos B-1B! Es obvio que en última
instancia se trata de una estrategia más para atacar a las tropas de Bashar
al-Assad, presidente de Siria y aliado de Rusia. Cabe recordar que la caída de
Assad es fundamental para los planes de Qatar de instalar un oleoducto en
subsuelo sirio, que afectaría intereses rusos. Así que no espere que Putin se
quede cruzado de brazos viendo cómo Washington arma rebeldes “moderados” en un
momento en que se supone, lo que quiere es combatir al Estado Islámico. Una
nueva fachada.
En el lejano Oriente, el primer
ministro japonés Shinzo Abe, ya toma previsiones ante un posible conflicto
militar. Seguro esto tiene que ver con los desencuentros territoriales que
Japón ha tenido con China, un viejo enemigo. Aunque por décadas la constitución
japonesa prohibía movilizar tropas excepto para su legítima defensa, el año
pasado el gabinete de Abe aprobó la exportación de equipo militar. Asimismo, llevó
a cabo una revisión legal que concluyó que Japón, tiene derecho a desplegar su
poderío militar en el extranjero para
“proteger a sus ciudadanos” y “aliados bajo ataque”. La Dieta Nacional
japonesa debatirá en abril un paquete de medidas propuestas por el gobierno
para que sus fuerzas armadas puedan desplegarse en el extranjero. El Ministerio
de Defensa del país nipón ha dicho que consideran ampliar sus patrullajes sobre
el Mar de la China Meridional. No es casual entonces que en enero el
presupuesto japonés de Defensa aprobado haya sido histórico.
El mundo pues, vive con la doble
cara de potencias rivales que “por si acaso”, se están armando hasta los
dientes.
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