El miércoles pasado se llevó a
cabo en las oficinas del Banco Mundial (BM) en el D.F, una
videoconferencia-taller sobre Zonas
Económicas Especiales (ZEE) para el Senado mexicano. Al encuentro
asistieron en total 12 legisladores de los grupos parlamentarios del PAN, PRI,
PRD y PVEM. Desde Washington, especialistas del organismo internacional
presentaron algunas lecciones que se han aprendido en diferentes países, e
hicieron algunas advertencias.
De acuerdo con las presentaciones
–de las que este periodista tiene copia, los funcionarios dijeron que la
primera pregunta que debe hacerse un país antes de establecer una ZEE es: ¿de
verdad se necesita? La respuesta que parece obvia, no lo es tanto. Y es que advirtieron
que la mayoría de los proyectos de ZEE
en el mundo ha terminado en un rotundo y costoso fracaso. La razón de esto
es que la mayoría de las veces se establecen por criterios políticos, no
económicos.
Debido a ello, los gobiernos
suelen asumir riesgos excesivos que, por falta de un estudio que pondere los
costos frente a los beneficios que se obtendrán, terminan despilfarrando recursos
en espacios donde a nadie le interesa invertir. Para evitar eso, se debe
facilitar la participación de empresas privadas no solo para que ahí se
instalen, sino incluso para que ellas mismas puedan desarrollar las ZEE. Sin
son rentables, florecerán.
En este espacio advertíamos ya
desde diciembre pasado justo lo mismo: que como estaban planteadas por el
gobierno de México, nuestras ZEE podrían terminar convertidas en enormes e
inútiles elefantes
blancos.
Los analistas del BM señalaron
además que los incentivos fiscales por sí solos no son el principal atractivo para que una empresa se ubique en
ellas. Los inversores prefieren otra serie de incentivos como una
infraestructura de primer nivel, agua y electricidad permanentes, cercanía con
centros urbanos, simplicidad institucional en trámites y pago de impuestos,
etc. En pocas palabras, optan por climas de inversión que funcionan bien.
Del mismo modo, recomiendan ser
muy flexibles para que las industrias puedan vender de forma ilimitada también al mercado local, y no se
dediquen solo a la exportación.
En suma, el éxito de una ZEE
depende por completo de la demanda del
sector privado. Esto es, antes de siquiera pensar en el lugar donde se
establecerán, debe haber amplias consultas con los empresarios para ver qué
lugares son de su interés.
De manera que en México todavía
estamos a tiempo de corregir el rumbo. El gobierno ha dicho que quiere establecer
tres ZEE que estarían en los municipios colindantes con el puerto de Lázaro
Cárdenas, Mich., el corredor industrial interoceánico del Istmo de Tehuantepec
y Puerto Chiapas.
Aunque la intención política es
“desarrollar al sur”, la realidad es que podría cometerse un costoso error si antes no se evalúa con frialdad la viabilidad
de cada proyecto. Esta vez no es la voz solitaria de este blog la que lo dice,
sino la de expertos que han visto éxitos y fracasos en todo el mundo. Sus
comentarios no deben echarse en saco roto.
Aquí hacemos un respetuoso llamado
para que nuestras autoridades y legisladores no tomen decisiones precipitadas.
El criterio económico-financiero debe
prevalecer y no el ánimo político de quedar bien con determinadas regiones.
Cuando de economía se trata no se debe olvidar que se rige bajo sus propias
leyes, y que en todo caso, si se piensa en la manera de generalizar el
progreso, nada podría ser mejor que aplicar medidas como las que se pretende
implementar en las ZEE, pero en todo el país.
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