El título de este artículo corresponde a una de las frases
más destacadas que el gurú de la inversión en materias primas, Jim Rogers, nos
dijo en la
más reciente entrevista que sostuvimos con él. Afirmó también que contrario
al consenso del mercado energético, la crisis de precios en este sector está
tocando fondo.
El argumento central es muy claro: en el corto y mediano
plazos, la energía proveniente del gas y
el petróleo no dejará de usarse. Anticipa por eso que vendrá un alza que se
prolongará por varios meses o incluso años. Estamos de acuerdo.
La caída de precios en las materias primas tiene causas
fundamentales, entre las cuales, destacan una
desaceleración de la economía china y la política de tasas de interés en cero
por ciento, acompañada de la “flexibilización cuantitativa” (QE) por parte
de la Reserva Federal estadounidense (Fed). Sobre esto último abundamos en el artículo
del lunes.
En el caso del petróleo, súmele una gran abundancia cortesía
de la producción de Estados Unidos y un ritmo de extracción que –incluso por
razones geopolíticas-, ha echado por la borda cualquier posible acuerdo de
recorte al suministro por parte miembros y no miembros de la OPEP.
Ahora bien, todos los
mercados se mueven en ciclos alcistas y bajistas pero que nunca van en línea
recta. Esto es, uno bajista (bear
market) tendrá episodios de alzas que harán parecer que la tendencia
cambió. Lo mismo sucede a la inversa: un mercado alcista (bull market) tendrá correcciones (bajas) que a algunos hará pensar
que la fiesta terminó.
En ese contexto, desde 2011 ha tenido lugar una nueva corrección
mayor en el mercado de commodities
(materias primas) que ha catapultado el pesimismo sobre su futuro.
A ese pesimismo abonan las expectativas del inicio de alzas
de tasas de interés por parte de la Fed este mes, que la fortaleza del dólar da
por descontado. De confirmarse la subida de tipos es posible que el billete
verde siga ganando fuerza: lo que es
bueno para el dólar no lo es para el oro, la plata, el petróleo y todo lo
demás.
Pese a ello, no debemos perder de vista el bosque por
contemplar un árbol. La economía global y en particular la estadounidense no
está mejor hoy que antes del inicio de la crisis de 2008. De hecho, está mucho
peor. La peor recuperación post recesión de que se tenga registro tiene
cimientos de papel. El raquítico
crecimiento alcanzado requirió una expansión enorme de la deuda a escala
global.
Así que es sólo cuestión de tiempo para que una nueva
recesión en Estados Unidos se haga presente, y cuando llegue, el dólar y los
bonos del Tesoro podrían alcanzar niveles insospechados de burbuja. Pese a no
serlo en realidad, el público todavía los percibe como refugios “seguros”.
El desastre que han creado la Fed y otros bancos centrales
deprimiendo tasas e imprimiendo dinero al por mayor, terminará con una crisis peor que la que buscaban evitar. Será
entonces cuando lo que será malo para el dólar y el resto de divisas de papel,
sea bueno para los precios de las materias primas. Como todos los ciclos
alcistas, concluirá cuando algún día también se hayan inflado en burbuja.
Estamos lejos todavía.
Los inversores que hayan tomado previsiones a tiempo sacarán
los mayores beneficios. Petróleo, oro,
plata, etc., retomarán el camino alcista que por ahora toma un descanso.
El futuro de México puede ser positivo. Aunque tarde, la
reforma energética llegó y ya es ganancia.
De nuevo, es válida aquella vieja recomendación
del inversor contrario: sea codicioso cuando otros tengan miedo, y tenga miedo cuando
otros sean codiciosos. La inversión en el sector energético y en general en el
de materias primas, no tiene más riesgos ahora que los precios son bajos, sino precisamente por eso, el riesgo es
menor y las perspectivas, mejores. Habrá que aprovechar.
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