En este espacio hemos comentado los claros riesgos de una
escalada bélica que podría derivar en la
temida Tercera Guerra Mundial. Los dos bandos en disputa –la OTAN,
alianza encabezada por Estados Unidos- y Rusia del otro, continúan rozándose en
Medio Oriente. Ya hubo incluso un artero y premeditado derribo
de un bombardero ruso por parte de Turquía, lo que se suma a la larga
lista de provocaciones contra Moscú.
Sin embargo, esta semana el enfrentamiento alcanzó un nuevo
nivel con la decisión del Fondo Monetario Internacional (FMI) de modificar su política de no financiar países con moratorias de pago de deuda soberana.
En cuestiones de poder las casualidades no existen. No
podría entenderse ese giro sin el contexto del pago que Ucrania tendría que
hacer el 20 de diciembre a Rusia por 3 mil millones de dólares.
Kiev no ha tenido empacho en anunciar que no va a cumplir, lo que por supuesto, ha provocado el enojo de Moscú, que ha calificado la medida adoptada por el Fondo como “apresurada y tendenciosa”. No hay duda de ello.
Consultamos al respecto la opinión del ex funcionario del
FMI y columnista de El Financiero, Sergio Negrete Cárdenas, quien nos dijo que
“es muy difícil que ahí se mueva una hoja con la oposición de Estados Unidos”.
Dicho de otro modo, una medida de este tipo sólo puede entenderse con la venia y auspicio de Washington. El
también académico del ITESO, agregó que le llamó la atención que los cambios
apliquen “con efecto inmediato”, sobre todo, si en los próximos días se concreta
un préstamo a Ucrania. Esto confirmaría la dedicatoria con miras a apoyar a
Kiev a sabiendas de la oposición rusa.
De ocurrir, dos cosas habrán quedado claras: primero que
Estados Unidos estuvo detrás de la decisión, y segundo, que en los hechos para
el FMI sólo son importantes las deudas
contraídas en dólares o divisas de países amigos de Washington. Las demás,
son prescindibles.
En este contexto, Michael Hudson publicó el miércoles en el
blog de The Saker, un interesante artículo titulado “The IMF forgives Ukraine’s
debt to Russia” (El FMI perdona la deuda de Ucrania a Rusia). El autor señaló que
el Fondo ha sido atraído, con toda intención, a la órbita de la “Nueva Guerra
Fría”. Acusa que le ha estado prestando dinero a Ucrania a pesar de ser un país
que no tiene posibilidades visibles de
pagarle.
Hudson recordó cómo la directora gerente del FMI, Christine
Lagarde, cuando autorizaron el “paquete de ayuda” a Kiev en marzo de este año,
expresó su esperanza de que hubiera paz. No obstante, “el presidente Poroshenko
inmediatamente anunció que usaría los recursos para intensificar la guerra
civil contra la población de habla rusa en el Este, en Donbass”, escibió Hudson.
Dado que Kiev se niega a pagar a Rusia, antes del ajuste de
política anunciado esta semana por el FMI, hubiese
sido imposible que recibiera más financiamiento del organismo. Estamos a
días de ver si, en efecto, lo recibe.
Como quiera, el punto –sostiene Hudson- es que en los hechos
el Fondo “anunció su nueva política: `sólo respaldamos deudas debidas en
dólares a aliados de Estados Unidos”. Tiene razón.
El FMI pues, ha dado un nuevo golpe como “brazo armado” financiero de la OTAN.
Todo lo anterior confirma que para fines prácticos, Rusia ya
está en guerra. Pese a todo, ni ese país ni China abandonarán el FMI, pero sí
deberían tener claro estas potencias que, en el sistema monetario global del
futuro, tendrá que constituirse una institución central distinta. Las reformas obstaculizadas
por Estados Unidos no parece que puedan ser suficientes, y menos, cuando sin ellas el FMI puede seguir siendo
usado como arma por los aliados.
Esta nueva provocación –de la que nada se habla en los
medios predominantes- debe preocuparnos mucho. Como es evidente, del lado de Occidente
alguien parece muy interesado e
insistente en que el conflicto escale a niveles insospechados. Debemos
evitarlo exhibiendo sus intenciones.
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