PESOS
Y CONTRAPESOS
El poder del gobierno es el poder para
prohibir, ordenar y castigar, mismo que en manos poco escrupulosas, como por lo
general son las de los gobernantes, degenera en arbitrario: el gobierno prohíbe
lo que no debería; ordena lo que no debería; castiga lo que no debería, lo cual
nos lleva a la pregunta ¿qué debe hacer
el gobierno? o, dicho de otra manera, ¿en qué casos se justifica que el
gobierno prohíba, ordene y castigue?
Para responder ¿qué debe hacer el gobierno? hay que contestar, primero, ¿qué puede hacer el gobierno? El gobierno puede, en primer lugar, prohibir que le hagamos daño a los demás, y castigarnos si lo hacemos. En segundo término, puede prohibir que nos hagamos daño a nosotros mismos, y castigarnos si nos lo hacemos. En tercer lugar, puede obligarnos a hacerle el bien a los demás, y castigarnos si no lo hacemos. Por último, puede obligarnos a hacernos el bien a nosotros mismos, y castigarnos si no nos lo hacemos. En cada caso está presente su poder para prohibir, ordenar y castigar.
En el primer caso el gobierno exige la virtud de la justicia: no dañar a los demás. En el segundo la de la prudencia, en sentido negativo: no dañarnos. En el tercero, la de la beneficencia: hacerle el bien a los demás. En el cuarto, la de la prudencia, en sentido positivo: hacernos el bien. Así las cosas, la pregunta ¿qué debe hacer el gobierno? se convierte en esta otra: ¿qué virtudes debe exigir el gobierno por la fuerza? ¿Con relación a qué virtudes debe el gobierno, legítimamente, prohibir, ordenar y castigar?
Si se ha de respetar la libertad individual, la propiedad privada, y la responsabilidad personal, ¡y tal respeto es el fundamento de la convivencia civilizada!, la única virtud que el gobierno debe exigir por la fuerza es la justicia, no hacer daño a los demás, respetar los derechos de los otros, dejando a la decisión de cada cual la práctica de las otras tres.
Continuará.
Twitter: @ArturoDammArnal
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