Algo grande está sucediendo en
los mercados de divisas y tiene mucho que ver con la volatilidad que la gente
en México y en otras partes del mundo observa todos los días en el tipo de
cambio. El gran jugador que ha sido acusado de provocar estas turbulencias
financieras es China, que por el momento es el villano favorito.
Como aquí ya hemos comentado, las
decisiones de su gobierno han ido de mal en peor. La regla número uno para
salir de un agujero es dejar de cavar. Pues bien, Beijing ha hecho justo lo
contrario: se siguen hundiendo, pues lo que comenzó tras la crisis de 2008
-2009 primero con una macro expansión crediticia, una gran acumulación de
reservas e inflación de burbujas, ahora se ha comenzado a revertir.
La burbuja de la bolsa reventó en
junio en Shanghái, y desde entonces la torpeza de ese gobierno lo ha intentado
de todo –desde la compra directa de acciones hasta una auténtica “cacería de
brujas” contra periodistas que le estorben en los medios-, con tal de evitar
que los desplomes continúen. El resultado han sido más caídas, un empeoramiento
de la estampida de capitales y presiones crecientes sobre el tipo de cambio del
yuan frente al dólar.
En este contexto, el mes pasado Beijing
decidió devaluar su moneda y comenzar
a vender en masa bonos de Tesoro de Estados Unidos para “defenderla”. Como
resultado, se estima que pudieron huir de China hasta 200 mil millones de
dólares (mdd) en agosto. Esto es, perdieron más del 100 por ciento del total de
reservas actuales del Banco de México en unas cuantas semanas.
Ese es justo el punto medular de
la crisis que está comenzando: China ha marcado el principio del fin de la “Gran
Acumulación” de reservas por parte de los mercados emergentes. Esto, al tiempo
que sus datos de manufacturas
y servicios
han sufrido la mayor contracción desde principios de 2009. Un síntoma más de
cómo la economía global se sigue “enfriando” rápidamente.
El punto aquí es que una
desacumulación de reservas de los mercados emergentes –liderados por China- equivale
a la reversión de la llamada “flexibilización cuantitativa” (Quantitative Easing, QE), hacia una “retracción cuantitativa” (Quantitative Tightening, QT)
como lo ha bautizado el Deutsche Bank
(DB) en un reciente reporte. De mantenerse el ritmo actual, hacia finales
de 2016 se estima que las reservas de mercados emergentes habrán caído en 1.5
billones de dólares desde su pico (continúa después del gráfico).
Así, todo lo que huela a riesgo
tiene un panorama muy complicado enfrente, en especial, si la Fed a pesar de
esta retracción de facto, decide de todos modos subir su tasa de interés.
De ocurrir podemos esperar un dólar mucho más fuerte, más liquidación de bonos
por parte de emergentes –los del Tesoro y de otros países como los “bunds” alemanes- para
“defender” sus monedas, y gran volatilidad en todos los mercados. México por
supuesto no sería la excepción. Hay fuertes vientos en contra.
Evidentemente, la “retracción cuantitativa” sí complica a la Fed y los demás mayores bancos centrales del orbe
la “normalización” de sus políticas monetarias que, en realidad, no tienen
puerta de salida. A estas alturas en la Fed, el BCE, el BoE, BoJ, etc. ya deben
saberlo, pero jamás lo admitirán.
Ahora que si Janet Yellen recula y no mueve aún los tipos, es posible que se presente una breve calma temporal, pero ni siquiera eso detendrá el éxodo de capitales desde los emergentes. Este podría acelerarse de todas maneras en especial como consecuencia de lo que pase con China.
Al final, no debe descartarse una
posible fase QE4 de flexibilización cuantitativa, pues la gran desacumulación
requerirá un comprador de bonos de última instancia, y no podrá ser otro que la
Fed. Bienvenidos pues a la “retracción cuantitativa”, ¡abrochen sus
cinturones!
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