Hace un par de semanas le
informamos que China
estaba “contraatacando” a Estados Unidos y su Reserva Federal (Fed)
vendiendo en masa bonos del Tesoro de ese país. No quieren que la Fed suba las
tasas. El “contraataque” ha quedado confirmado. De acuerdo con cifras oficiales
reveladas el lunes, la caída en estos activos internacionales chinos fue de
93.9 mil mdd, un desplome histórico que no podrá mantener ese ritmo. Aquí hemos
sostenido que esa “defensa” del yuan es inútil y contraproducente. Es cuestión de tiempo para una nueva caída de
esa divisa.
Así, luego de alcanzar un total
de 4 billones de dólares el año pasado, las reservas chinas se encuentran en un
mínimo de más de dos años, 3.56 billones de dólares, por debajo de los 3.65
billones del mes anterior.
No sabemos todavía a ciencia
cierta cuántos de los casi 94 mil mdd vendidos en bonos correspondieron a
valores del Tesoro estadounidense, pero sin duda se trató de la mayoría.
Asimismo, seguramente también se
liquidaron bonos alemanes como aquí también le señalamos de manera
oportuna.
¿Para qué los chinos están
deshaciéndose de sus reservas? La razón es muy sencilla: están tratando de
defender a su moneda que no deja de verse presionada a la baja por la huida de
capitales que padece China. Su burbuja ha reventado y el gobierno no tiene el
poder para detenerlo.
Aunque hay quien aplaude sus
medidas, la realidad es que se trata de una
oportunidad más que el gobierno de Beijing perdió para abrir su cuenta de
capitales y dejar que sea el mercado el que establezca el tipo de cambio.
En vez de ello, han preferido quemar sus activos y reforzado los controles de
capital para intentar detener la sangría financiera. El resultado no solo no ha
sido el esperado, sino que ha empeorado todo.
No es para menos. Nadie tiene más
dinero y poder que el mercado, y ante la previsión de una inevitable
devaluación más fuerte del yuan, los inversores querrán salir más y más del
país asiático.
Como hemos explicado antes, la
venta de reservas es equivalente a una
“retracción cuantitativa” (Quantitative
Tightening, QT, como la llamó el Deutsche
Bank) porque al recortarlas, resta liquidez al país que lo hace. Esto puede
presionar al alza las tasas de rendimiento de los bonos estadounidenses ante la
mayor liquidación por parte de los chinos. Sin embargo, un desplome bursátil o
temores de una nueva recesión podrían disparar la demanda de tal manera que las
tasas de los bonos podrían comprimirse más. De hecho, la
curva de rendimientos se sigue aplanando.
Si la Fed no sube los tipos el
próximo 17 de septiembre, y los países emergentes se unen a China en su
liquidación masiva de reservas, habrá un auténtico juego de vencidas en el
mercado de bonos que se reflejará en sus tasas de rendimiento. Los emergentes
tienen las de perder, pues la economía global se está desacelerando y las presiones
deflacionarias se seguirán sintiendo –haga lo que haga la Fed- en todos los
mercados que huelan a riesgo como las divisas, las bolsas y materias primas.
Por ello, los bonos podrían seguir
subiendo de precio (lo que comprime sus tasas).
Pero si acaso la batalla la comenzaran
a ganar los emergentes, las tasas comenzarían a dispararse. De ocurrir, que
nadie dude de que la Fed saldrá al “rescate” con el QE4 como comprador de
última instancia.
En este espacio le seguiremos
poniendo un marcaje personal al tema de la “retracción monetaria” y sus efectos,
pues por mucho, es el escenario que definirá el curso de la próxima crisis que,
de todos modos, habrá de llegar. Manténgase atento.
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