COLUMNA INVITADA: PESOS
Y CONTRAPESOS
La economía mexicana ha crecido en el
siglo XXI, en promedio anual, al 2.1 por ciento,
crecimiento que se mide por el comportamiento de la producción de bienes y
servicios, y que ha resultado mediocre, y que se espera siga siendo mediocre.
Centro la atención en lo sucedido entre 2011 y 2014 y en lo que se espera para
los próximos años.
En 2011 y 2012, antes de las reformas
estructurales, la economía mexicana creció, respectivamente, 4.1 y 4.0 por
ciento. En 2013, el año del “atorón”, el crecimiento fue de solamente 1.4 por
ciento. Un año después, durante 2014, ya con las reformas estructurales
aprobadas, pero todavía no en marcha, la economía mexicana creció 2.1 por
ciento, el promedio registrado de 2001 a 2013.
Según los resultados de la Encuesta
sobre las Expectativas de los Especialistas en Economía del Sector Privado,
correspondiente a abril, para 2015, 2016 y 2017 se prevé un crecimiento de la
economía mexicana, respectivamente, del 2.9, 3.4 y 3.8 por ciento, cada vez
mayor (bien), en cada año por arriba del promedio del 2.1 por ciento (bien),
pero en todos los años por debajo del 4.1 y 4.0 por ciento ya alcanzados en
2011 y 2012, antes de las reformas estructurales, de las cuales no se espera
eficacia alguna en materia de crecimiento (preocupante).
Para los próximos diez años, del 2016
al 2025, los economistas encuestados por el Banco de México prevén un
crecimiento promedio anual de la economía mexicana del 3.8 por ciento, por
debajo del 4.1 del 2011 y del 4.0 del 2012, todo ello con las reformas
estructurales, no solamente aprobadas, sino en marcha.
Al margen de que se cumplan o no las predicciones
lo que importa es que los economistas encuestados por el banco central no
consideran que las reformas vayan a tener ningún impacto sobre el crecimiento,
mismo que seguirá siendo bajo. ¿Por qué? ¿Por falta de ánimo e impulso de la
iniciativa privada o por exceso de lastres y obstáculos del gobierno?
Twitter: @ArturoDammArnal
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