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En la entrega anterior varias
personas reclamaron que la deuda no es “mala”, y que países como Estados Unidos
se siguen endeudando a altas tasas y continúan creciendo. De eso no hay duda,
pero toda expansión basada en el crédito es insostenible.
Lo que se debe entender es que la
deuda no es “mala”, ni podría serlo per se. El verdadero problema está en
el comportamiento financiero de las personas, empresas o países.
Si estos no son capaces de ser
disciplinados y evitar gastar más de lo que tienen de ingresos, tarde o
temprano la acumulación de deuda llega a un tope, tras lo cual todo se
desploma. No por nada se le llama quiebra. A causa de esto muchos países
“ricos”, en realidad ya no lo son.
Lo anterior no significa que no
sea posible que la deuda sea utilizada de manera productiva para ir liquidando
los compromisos. Pero nada de esto quita
un punto de validez a nuestro argumento, pues incluso quien use los
créditos de este modo, tiene que contemplar que sus nuevos ingresos en el
tiempo sean como mínimo iguales a sus gastos –que ya incluirán la amortización
de la deuda, pues de lo contrario se entra en la mencionada espiral de quiebra.
Si una persona, por mencionar un
simple ejemplo, compra un departamento y adquiere una hipoteca bancaria, inclusive
si planea rentarlo para ir pagando las mensualidades necesita, en efecto, que
el inmueble sea rentado por alguien que cumpla puntual. Si esto no sucede,
tendrá que ejercer garantías (proceso largo y costoso), utilizar recursos
propios (ahorros personales o de la sociedad en que se está, si es el caso) o
ajenos de cualquier índole para amortizar la deuda. Sólo así podrá quedar bien
con el banco. El punto de nuevo es que si los ingresos en el tiempo–de la
fuente que sea, no son superiores o mínimo iguales a los egresos, la quiebra llega por fuerza tarde o
temprano. Todo depende de la fortaleza financiera del deudor.
Nótese que la acción empresarial siempre conlleva un gran riesgo de que
las cosas no salgan como uno espera. Así es el mundo y debería seguir siendo: a
los quebrados se les debe permitir quebrar, los acreedores toman los activos,
se “purga” el sistema y todo vuelve a comenzar desde bases sólidas.
Los malos
proyectos no deben continuar por las pérdidas que implican.
Lo anterior es válido también
para empresas o países en sus planes de nuevas plantas, infraestructura, etc.,
por más que los burócratas y sus “intelectuales” insistan en que las leyes de
la economía aplican para todos, menos para los gobiernos.
Desgraciadamente en este mundo al
revés en que vivimos, gobernantes y banqueros –privados y centrales- quieren
basar el crecimiento en la perpetua expansión de la deuda. No es posible: siempre hay malas inversiones y deudores
quebrados. Lo que pasa es que las autoridades quieren seguir derrochando
con cargo a los contribuyentes, y los bancos disfrutar de pingües ganancias que,
cuando son pérdidas, exigen que alguien más las absorba.
Para eso impusieron el sistema
monetario actual basado en dinero de papel/deuda, e hicieron a un lado al oro.
Este castillo de naipes solo
puede sostenerse cada vez con mayores
emisiones de deuda, crédito y dinero. Y es que cuando viene la natural
“purga” que ya explicamos, y sus consecuencias –crisis y recesión, banqueros y
empresarios privilegiados salen a gritar que se acabará el mundo, llaman a sus amigos
en el gobierno y ni tardos ni perezosos llegan al “rescate”. Se le da vida
artificial a empresas y proyectos que no deberían seguir existiendo.
Sobra decir que su “solución” es:
más crédito, deuda y consumo para “revivir” la economía. Para eso usan su
monopolio de emisión de dinero, pero no
sin graves consecuencias. No es casual que las crisis cada vez sean más
pronunciadas y cueste más salir de ellas, pues cada vez son más los
emprendimientos inviables.
De manera que todo crecimiento
sustentado en expansión crediticia y monetaria, es por definición insostenible. Posponer la “purga” no es
solución sino patear la bomba para después, con peores resultados.
Las deudas pues, no son buenas ni
malas. En el fondo, la irresponsabilidad
e indisciplina financieras que nos llevan a creer que se puede vivir
siempre de prestado, sí es perniciosa. Las leyes de la economía son iguales
para todos en cualquier época. En vez de que el ahorro/capital, la verdadera
fuente de la riqueza nos siga llevando al progreso, el consumismo y la deuda
creciente a perpetuidad nos condenan a la pobreza. El capital pues, nos hace libres.
La deuda perpetua, esclavos.
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