La semana pasada abordamos en este espacio algunos aciertos
y errores de Vladimir Putin, “el más poderoso del mundo” según Forbes. Sin
embargo, dada la inteligencia y sagacidad geopolítica que ha permitido a Putin
ir siempre delante de Obama y compañía, no podríamos entender los errores
cometidos salvo por un aspecto crucial: sabe
que para fines prácticos Rusia ya está en guerra.
Por un lado podemos hablar de una Guerra Fría 2.0, pero
también del riesgo latente de una Tercera Guerra Mundial. Nadie la quiere y por
ello, no es inminente, pero se
equivocan aquellos que la descartan de plano. Si algo hemos aprendido de la
historia es que las situaciones tensas se pueden salir de control con rapidez y
facilidad.
La versión oficial en los medios predominantes de Occidente,
desde luego, es que los rusos son los agresores. La parte que omiten es que
fueron los Estados Unidos los encargados de desestabilizar políticamente a
Ucrania, para imponer un gobierno a modo y terminar por sumarla a la OTAN. Si pensaron que el “oso” ruso se quedaría
dormido sin respuesta, pecaron de ingenuos, por decir lo menos. Pero si de
antemano previeron una reacción como la que en efecto tuvo ese oso, entonces
lograron su objetivo: provocarlo.
Un objetivo similar se habrían planteado en Siria. Y es que
si bien para Moscú la presencia de Asad como tal no es indispensable, sí lo es que
no haya un gobierno que haga el juego a los árabes y cataríes. Estos aliados de
los norteamericanos pretenden construir
ductos hacia Europa atravesando territorio sirio, lo que atenta contra los
intereses económicos rusos. Así que Moscú seguirá viendo como enemigos a todos
aquellos que respalden el cambio de régimen por la vía armada en Siria, como
los árabes y la CIA, que han ampliado su apoyo armando a “selectos”
rebeldes sirios.
No por nada el Kremlin junto con Irán está ya en campaña
militar contra el llamado “Estado Islámico” (ISIS o ISIL, por sus siglas en
inglés), que por cierto, nació también a partir de grupos auspiciados por Washington.
Dado que Isis combate también a las tropas de Asad, EE.UU.
lo ve más como un enemigo menor y hasta útil contra el presidente sirio. Eso
explica los mínimos resultados que han tenido los ataques aliados sobre el
Estado Islámico que ya tienen más de un año, y que se comparan de forma muy desfavorable con lo que ha logrado Rusia en
cuestión de semanas.
Se ha recurrido a explicaciones ridículas como las ofrecidas
el fin de semana por el titular del Comando Central de la Fuerza Aérea
estadounidense en la región –el teniente general Charles Brown, quien dijo que
la disminución de sus ataques contra Isis en septiembre y octubre se debía al mal clima y a la reducción en la
actividad de tierra de dicha organización.
En fin, el punto es que hay tensiones crecientes y roces entre
las dos máximas súper potencias nucleares del orbe que tienen intereses contrarios,
y están dispuestas a defenderlos con las armas. Los dos grandes bandos
encabezados por Rusia-China y Estados Unidos-Europa-Japón, se siguen “enseñando
los dientes”.
El sábado, por ejemplo, el secretario de Defensa
norteamericano, Ash Carter, acusó a Moscú y Beijing de poner en peligro el
“orden internacional basado en principios”. Por supuesto, el orden al que se
refiere es el que quiere imponer Washington, donde Rusia y China estorban:
ambos jamás se permitirían ser estados vasallos. Eso molesta en especial a los
neoconservadores norteamericanos que ansían
la supremacía absoluta estadounidense, sin oposiciones.
Lo anterior es imposible lograrlo por la buena. La guerra se
erige entonces como la única vía para ese perverso fin. Por ello cada bando realiza
ejercicios militares en preparación.
No olvidemos por ejemplo a los bombarderos rusos que se
“pasearon” frente a las costas de California en plenas fiestas del 4 de julio,
ni la extraña luz que vieron los californianos la noche del sábado pasado.
Según el periódico The
San Diego Union – Tribune se trató de una prueba programada de misiles
Trident lanzada por un submarino estadounidense desde el Pacífico.
Preparativos o no para una Gran Guerra, en esta columna
hacemos votos para que impere la paz y estas demostraciones de fuerza no pasen
a mayores. En una nueva conflagración global, no habría ganadores.
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