Ayer se dio a conocer que la presidenta de la Reserva
Federal (Fed) de Estados Unidos, Janet Yellen, respondió en una carta que los
ahorradores estadounidenses estarían peor si ese banco central no hubiese
bajado las tasas de interés a casi cero por ciento desde 2008. Reiteró que
espera que el alza de tasas de interés,
cuando llegue, será “gradual”.
La misiva fue dirigida a un grupo de personas entre las que
se encuentra el famoso activista defensor de los consumidores, Ralph Nader, que
se quejaron por el bajo rendimiento que los instrumentos financieros
tradicionales les están otorgando.
Ante la petición de mayores tipos de interés, Yellen aseguró
que “un aumento demasiado agresivo en
las tasas cuando mucho beneficiaría a los ahorradores sólo temporalmente”.
Para la presidenta de la Fed, la política de tasas de interés en cero por
ciento (ZIRP, por sus siglas en inglés) ha protegido a los estadounidenses de
una caída dramática en el valor de sus casas y cuentas de retiro.
Apuntó que “muchos de
estos ahorradores indudablemente habrían perdido sus empleos o pensiones (o
enfrentado un incremento en la carga de mantener hijos y nietos desempleados)”,
si la institución que ahora dirige no hubiese actuado como lo hizo.
Asimismo, añadió que la reducción del costo del crédito
ayudó a hacer más accesibles las compras
de consumidores estadounidenses y a crear “millones de empleos”.
Lo anterior, no olvidemos, se da en el marco de la
especulación sobre un posible incremento de tasas en la próxima reunión del
Comité de Mercado Abierto (FOMC) de la Fed. En este espacio nos manteneos
escépticos, aunque hemos resaltado que dicha escalada de hecho DEBERÍA ocurrir, y debió hace mucho.
Como quiera, el punto es que la carta de Yellen es
histórica. Es la admisión explícita, su “confesión” de que –en última
instancia-, de lo que se ha tratado la ZIRP y las rondas de inyección de
liquidez conocidas como “flexibilización cuantitativa” (QE), es de inflar de forma artificial los
precios de los activos, como los bienes raíces. No ha sido para rescatar a
las personas, sino a los bancos en cuyas hojas de balance aparecen esos
activos.
Dichos activos por cierto, que antes la misma Fed ya había inflado con políticas análogas de tasas bajas
luego de la recesión de 2001, y que cuando reventaron en la crisis de 2008-2009,
su “solución” fue insuflar de nueva cuenta en ellos como nunca antes.
Dicho de otro modo, el banco central de Estados Unidos
justifica el sacrificio que se ha hecho de los ahorradores de ese país, al
hacerlo “por su propio bien”.
El tema es que la Fed
no ha impedido de ninguna manera que el valor de esos activos aludidos se
desplome por los suelos, sino que sólo lo ha pospuesto.
Veamos. Al decir Yellen que un alza de tasas traería solo
beneficios temporales a los ahorradores, de forma implícita dice que el
beneficio de largo plazo por mantenerlas en cero más que lo compensa. Pero esa
teoría parte de un supuesto falso: los
precios de los activos se caen “solos”, o por causas “desconocidas”, por
“desconfianza” temporal, etc. es decir, sin justificación alguna. No admiten
lo que es en realidad: culpa de una inflación artificial previa provocada por
el mismo banco central.
Los precios de nada son fijos, nunca, y tampoco tienen por
qué ir al alza siempre. Si así fuera, la acción de la Fed se justificaría, pero
eso es un absurdo.
La Fed no ve –o mejor dicho, no quiere ver y menos
confesar-, que el ciclo de auge y
depresiones crecientes es originado… ¡por ella misma!
Cuando el mercado alcanza el punto en que no puede absorber
más deuda/crédito –como por cierto le está ocurriendo a China con la burbuja
crediticia que hinchó también desde 2008-, el castillo de naipes de los precios
encarecidos por la manipulación del banco central se desploma hacia su verdadero valor.
De modo que repetir el ciclo inflacionario en activos que
antes fracasó, sólo puede tener el mismo resultado cada vez: el colapso.
Nadie quiere ser culpado por pararse junto al precipicio y
empujar a la víctima y justo por ello en este espacio estamos escépticos
respecto a la “inminente” alza de tasas. Sí, debieron comenzar a subir hace
mucho justo para pinchar las burbujas y tomar de una vez la amarga medicina. De una nueva Gran Depresión ya no es
posible salvarse, pero sí se puede evitar que los costos se sigan
agravando: entre más se cargue la bomba peor será la explosión.
Por desgracia, aquí no estamos optimistas. Si la Fed sube
los tipos en diciembre no importará, pues cuando llegue la siguiente recesión a
Estados Unidos, recurrirá de manera desesperada a cualquier herramienta para repetir la locura de reinflar burbujas. En
esa baraja no descarte tasas negativas y/o un QE4. El “juicio final” llegará
por la fuerza cuando el sistema entero se venga abajo y el oro sea el último gigante de pie.
Lo anterior debería ser suficiente para entender que basar
el crecimiento económico en el consumo solo puede tener un destino fatal. Es la acumulación de ahorro –piedra angular
del capital generador de riqueza-, la base del crecimiento sostenido.
Claro, ahorrar significa SACRIFICAR consumo presente en aras de uno mayor en el
futuro y eso no gusta a los políticos. Pero aplastar a los ahorradores es un
“pecado” económico mortal que no solo pagarán ellos, sino toda la humanidad.
No, señora Yellen, no
nos hace ningún favor.
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