La semana pasada se publicó en el periódico El Horizonte un
interesante artículo de mi amigo Guillermo Fárber, que dio cuenta de que los
billetes de 100 dólares no están siendo aceptados por los consulados de Estados
Unidos en México para pago de trámites. De manera correcta, explicó que esto
forma más parte de una campaña contra el uso de efectivo que de otra cosa. Desconozco
desde cuándo esta decisión se haya tomado pero eso es lo de menos.
Llama mucho la atención porque los dólares, de cualquier
denominación, son la moneda de curso legal en el vecino país del Norte. Es como
si una autoridad mexicana se negara a aceptar billetes de 1 mil o de 500 pesos.
No hay justificación válida.
Parece que uno de los pretextos oficiales es que los
billetes de 100 dólares son muy falsificados. Sin embargo, es una explicación
absurda. Todos los billetes tienen elementos de seguridad que hacen muy fácil,
para quien los conoce, reconocerlos y saber si un billete es bueno o no.
¿Cuál sería la razón de fondo entonces? Que en todo el mundo
hay una tendencia creciente hacia la prohibición del dinero en efectivo a la
que nos hemos referido con amplitud en este blog (ver serie “El
Estado policíaco y la guerra contra el efectivo”).
A los gobiernos no les gusta que sus ciudadanos usen billetes
porque les da confidencialidad en sus operaciones, y a ellos, les gusta ser el “Gran
hermano”.
Un pago en efectivo no se puede rastrear tan fácil como una
transferencia o pago con tarjeta de crédito. Así que a nivel internacional se
están estableciendo mecanismos –bajo la justificación de combatir el lavado de
dinero-, para ampliar los controles sobre la población. Por culpa de unos
cuantos delincuentes, se encuentra el pretexto perfecto para vigilarnos a
todos.
Además, al ser guiados por teorías económicas equivocadas, esos
burócratas piensan que la economía se estimula forzando a la gente a gastar, en
vez de ahorrar, como es.
Así que los bancos centrales por eso han bajado las tasas de
interés a mínimos históricos. No puede descartarse que en el futuro incluso
recurran a tasas de interés negativas, o sea, que en vez de pagarle le cobren a
uno por tener su dinero “depositado” (prestado) con ellos.
Para que dicha medida pudieran implementarla necesitan
eliminar del efectivo. ¿Por qué? Porque de este modo evitarían que la gente –llegados
los tipos de interés negativos-, retirara su dinero para guardarlo “debajo del
colchón” o en una caja de seguridad, y así, evitar el costo de tenerlo en el
banco. Además, no hay billetes y monedas suficientes para cubrir todas las
obligaciones bancarias con sus clientes.
Es así como debemos entender de fondo la no aceptación de
los billetes de 100 dólares en consulados estadounidenses. Es una muestra de
que, con una simple orden, el “refugio seguro” del dólar o de cualquier moneda puede
llegar a no valer nada.
Por eso, hay que tener cuidado, pues uno puede creer que algo
vale y a la hora buena descubrir que no.
El efectivo siempre es necesario tenerlo para emergencias y
compras de oportunidad en diversos activos de inversión. No obstante, con una
campaña global contra los billetes y monedas es mejor considerar divisas y
activos reales, tangibles como el oro y la plata que, aunque no les guste a los
políticos, su valor no depende de lo que ellos quieran. Usted decide con cuál
se queda.
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