El mes pasado escribimos en este espacio que la “escasez” de
oro (y plata), que se mide utilizando la Base y la Cobase –indicadores
exclusivos de la Nueva Escuela Austríaca de Economía-, había desaparecido. La
razón principal para que regresara la abundancia de metal físico al mercado fue
el alza de precios observada sobre todo durante la primera quincena de octubre,
que propició que el precio al contado (spot) regresara a ser más bajo que el
del contrato de futuros a diciembre, como es normal.
Cuando lo opuesto sucede, es decir, que el precio “spot” (al
contado) se vuelve más alto que el de futuro –una condición anormal conocida
como “backwardation”-, es un indicio claro de que la demanda por lingotes es muy
abundante, sobre todo, a causa de los precios bajos. Hay escasez. Por ello es
que gracias a las alzas aceleradas de octubre –que lo llevaron a máximos de
cuatro meses-, los especuladores regresaron a revender su oro físico al mercado
hasta generar una nueva abundancia.
Aquí hemos explicado que desde la crisis de 2008-2009, el
rey de los metales ha oscilado entre abundancia y escasez, con una tendencia
observada en la base y la cobase hacia la escasez permanente.
Debido al exceso de lingotes en circulación, previmos en octubre un posible desplome inducido por grandes ventas de oro papel. Así
ocurrió de nuevo como una copia fiel de lo que ha pasado en ocasiones anteriores.
Por si fuera poco, la baja de precios se ha acentuado luego
del viernes pasado, cuando el buen dato de empleo estadounidense disparó las
probabilidades de un inicio de alza de tasas de interés por parte de la Reserva
Federal (Fed) de ese país. Lo que es
bueno para el dólar, no lo es para el precio del oro.
Pero lo relevante es que el desplome de precios que ha hecho
perder al oro casi 100 dólares desde su máximo del mes pasado, en automático ha
hecho reaparecer la “backwardation” (escasez). De nuevo, el precio spot es más
alto que el del futuro activo (diciembre).
Lo anterior confirma que aún hay allá fuera una buena
cantidad de “manos débiles”, como se les denomina a los tenedores de oro físico
para propósitos meramente especulativos y no de inversión en valor, que cada
vez que sube regresan a liquidarlo.
Pero la verdadera historia se está dando del lado de los
inversores en valor. Estos son aquellos que adquieren oro como protección
financiera de su patrimonio, como seguro contra un posible colapso económico-financiero.
Estos NO venden el oro ni siquiera con alzas a máximos de varios meses, y en
cambio, esperan a que vuelvan las fuertes caídas como las recientes para seguir
ampliando sus posiciones. Eso explica
que la backwardation regrese cada vez que los precios se abaratan.
Es falso, por tanto, que el interés por el oro se esté acabando o perdiendo "brillo".
Cuando el sistema monetario se sigue hundiendo ante el exponencial peso de la
deuda y la impresión monetaria, los inversionistas más avezados se siguen
preparando silenciosamente comprando más y más oro. A estos inversores es a los
que hay que imitar, pues mientras que el valor de activos en papel puede
desaparecer de un plumazo, el oro no. El metal precioso seguirá aquí incluso cuando todos nos hayamos ido.
Si en efecto llega el alza de tasas de la Fed en diciembre,
es posible que la caída de precios continúe para regocijo de las manos fuertes
que, lejos de preocuparse, estarán felices de adquirir tanto valor a precio de
ganga. Seguimos considerando como posible ver un piso de precio por debajo de
los mil dólares, quizá a nivel de los 900. Pero que nadie se confunda, llegado el mínimo, la racha hacia
arriba de largo plazo será retomada. El
mercado alcista del oro está más vivo que nunca.
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