Las leyes de la oferta y la
demanda nos dicen en términos generales que, entre mayor sea la segunda, el
precio de determinado activo también tenderá a ser más alto, mientras que lo
opuesto ocurrirá si esa demanda disminuye. No obstante, en el caso de los
metales preciosos monetarios está ocurriendo una paradoja: el apetito de los
inversores por adquirir metal en físico va en aumento, mientras que los precios
continúan a la baja.
La razón de esto es que buena
parte del mercado donde se “descubren” los precios es de papel, es decir, no
implica transacciones que concluyen con la entrega material del oro o la plata
negociados. En el mercado de futuros la mayoría de posiciones se cierran antes
del vencimiento de los contratos, y a esos inversores no les interesa tener
lingotes en realidad.
Sin embargo, más allá del mercado
especulativo, en materia de metales preciosos monetarios la regla número uno
es: si no los tienes en tu mano, no son tuyos. Para el selecto grupo de
inversores en valor que compran oro y plata como lo que principalmente son
–dinero real, un seguro financiero en caso de un colapso mayor del sistema
financiero y monetario, y una inversión de largo plazo-, la posesión de sus
lingotes, barras y monedas sí es fundamental.
Esas llamadas “manos fuertes”, en
el caso de la plata –que por cierto tiene la doble virtud de ser dinero real y
un metal muy utilizado por la industria- siguieron elevando la demanda en el
primer trimestre de 2015.
Según The Silver Institute
(Instituto de la Plata), la reina de los metales tuvo un incremento de su
demanda para joyería, aplicaciones industriales e inversión.
En Estados Unidos las
importaciones de joyas de plata subieron 11 por ciento al cierre de mayo. Según
el mismo instituto, se estima que a nivel mundial el consumo de joyería de
plata subirá un cinco por ciento este año.
Por otro lado, la demanda
industrial –responsable de casi el 60 por ciento del total- también va en
aumento gracias por ejemplo, a sectores como el de la energía renovable que la
necesita para paneles solares cuya producción se estima crezca en 8 por ciento
en 2015. Este tipo de instalaciones se espera que sigan creciendo sobre todo en
la Unión Americana, India y China. Asimismo, se calcula que la demanda de plata
para la producción de óxido de etileno –fundamental en la elaboración de
plásticos, solventes y detergentes y más-, aumente un 61 por ciento respecto al
año pasado.
La industria electrónica, por su
parte, tendría un crecimiento marginal de 0.4 por ciento. Pese a ello, se
espera que el mercado de plata tenga un déficit de 57.7 millones de onzas este
año, lo que marcaría el tercer año consecutivo en esta situación que, sobra
decir, echa mano de las existencias físicas de años anteriores y estrecha la
oferta en un momento en el que, a causa de los bajos precios, algunas minas ya
está teniendo que cerrar sus operaciones.
Por último, pero no menos
importante, en el primer semestre la demanda de inversión fue muy robusta. Las
ventas de monedas alcanzaron los 43.6 millones de onzas, un 6 por ciento menos
que en el mismo periodo del año pasado. Aun así, significaron la quinta
posición más alta de la historia.
En suma, el más subvaluado de los
metales preciosos monetarios, la plata, tiene un futuro promisorio que no debe
ser ignorado. El mercado alcista mayor en el que se encuentra, y los mejores
precios observados este año la vuelven más atractiva, y para el caso de México,
nos obligan a repensar en la propuesta de su monetización. El poder adquisitivo
de los mexicanos está muy decaído, urge darle una oportunidad de recuperación.
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