El domingo se celebrará en Grecia
el referéndum para saber si el pueblo acepta o no los términos y condiciones
que sus acreedores les quieren imponer, a cambio de más ayuda financiera. Hay
al menos dos escenarios posibles. Si los griegos votan en su mayoría por el
“sí”, es previsible de entrada que el actual gobierno de izquierda radical que
encabeza el primer ministro Alexis Tsipras, se vaya del poder. Por ello Tsipras
está en campaña abierta por el “no”: es su as bajo la manga. Si fracasa, nada más tiene que hacer al frente del
gobierno.
En cambio si gana el no, Atenas
tendría todas las cartas en su mano: nadie le podría exigir que hiciera lo
contrario a lo que sus ciudadanos le han mandado.
A pesar de que del otro lado hay
una campaña abierta de miedo con la que pretenden espantar a los votantes
diciéndoles que el no significaría que los van a sacar del euro, la realidad es
muy distinta. Para Alemania el costo de expulsar a Grecia del euro sería
elevadísimo, mucho más grande que el costo de sentarse a la mesa y negociar que le perdonen la mayoría de sus
deudas para que siga en la moneda única.
Si gana el sí, Europa y el mundo
estarían de fiesta el lunes y se anunciará con bombo y platillo que los griegos
"hicieron lo correcto". De inmediato el euro se fortalecería, los
bancos abrirían en cuestión de horas y el dinero volvería a fluir.
En México es probable que el
dólar comenzara a perder presión, bajara
de los 16 pesos y que los mercados volvieran a una calma temporal.
Pero si gana el no, todo lo
contrario podría suceder.
No por nada por el sí están
haciendo campaña incluso gobernantes europeos. A final de cuentas como le digo,
si gana el no, el mundo no se acabará. Habría mayor volatilidad en los mercados
la próxima semana, pero todo volvería a la calma una vez que todos acepten que las deudas griegas son impagables y que les
tienen que perdonar gran parte de ellas.
El chantaje de Tsipras y los
griegos para que les sigan dando dinero ad
infinitum, habría funcionado otra vez… no siempre será así.
Será cuestión de tiempo para que
otras naciones en apuros –al estilo de España, Portugal, etc.- demanden el
mismo beneficio que para los griegos. El problema del euro pues, será cíclico, se repetirá una y otra
vez hasta que termine colapsando
producto de su mal diseño. Mientras Europa no decida integrarse total y
absolutamente, será difícil que este tipo de experimentos funcionen por mucho
tiempo.
Como sea, en el mundo en que
vivimos todo está hiperconectado, por eso lo que pasa en Grecia de algún modo
nos termina afectando en México, en especial y de entrada, en el tipo de
cambio. Sobre este tema, abordaremos en próxima entrega.
No hay comentarios:
Publicar un comentario